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  • El Tribunal de Justicia de la UE ya ha puesto una serie de condicionantes para impedir la excesiva información innecesaria que existe de las personas y su derecho al olvido

  • 2023: El año de la Inteligencia Artificial

Los fantasmas digitales

Los fantasmas digitales Los fantasmas digitales

Los fantasmas digitales

Escrito por

Juan Pablo Castillo Cubillo

EL otro día tomando un café con unos amigos todos quedamos sorprendidos cuando uno de ellos, investigador universitario, joven y culto, nos dijo que no usaba las RRSS (algo que discretamente imaginábamos) pero tampoco internet. Le sobraba con un sistema básico de mensajería y usar algún navegador por defecto en su ordenador de trabajo o en el primer dispositivo que encontrara para buscar algo puntual.

Estábamos perplejos, frente a nuestra curiosidad de Internautas compulsivos, nos explicó que esto no significaba que odiara o aborreciera los servicios digitales, simplemente nunca le llamaron la atención ni crearon una necesidad en él. Nos comentó que por ejemplo, si quería ver algo de alguna plataforma compraba una tarjeta de las que venden por tiempo limitado en cualquier gran superficie y una vez terminado el plazo continuaba con su vida. Esta curiosa confesión, además realizada sin el menor sentimiento de culpabilidad o vergüenza a su apatía por la red me llevó a pensar en los “fantasmas digitales”, esas personas que por una u otra razón se mantienen al margen de la hiperconectividad reinante en nuestra sociedad o las que al revés, sencillamente existen como unos y ceros.

Aunque resulte extraño, existen muchas personas, sectores de población, ajenos a esa vorágine de las interacciones en el ciberespacio, por lo que resulta más complejo ver su trabajo, amistades, amores y desencuentros reflejado a través de una red social y los resultados de un buscador. Básicamente una vida fuera de la comunidad digital. Ello no significa que se hayan sobrepuesto a dicha dinámica virtual, simple y llanamente han construido su experiencia vital de una forma distinta a la de muchos.

Por otro lado tenemos a ese ejercito de “Bots” y seres digitales que solo existen escritos en la memoria de un disco duro, con los cuales interaccionamos todos los días sin ser conscientes del engaño –pensemos en la cuentas falsas de las redes sociales- o ya en un extremo casi macabro, la experiencia con personas fallecidas gracias a la tecnología virtual, como el sonado caso hace tres años de la mujer coreana Jang Ji-sung, quien entre lloros de emoción pudimos ver en el documental “Meeting you” volviendo a reunirse con su hija fallecida gracias a una representación virtual basada en videos y fotografías de la niña.

Aquí tenemos que hablar de los fantasmas puros, aquellos que jamás han existido en el espacio físico y que ya fueron previstos con acierto en su día por la olvidada película S1M0NE (Andrew Niccol, 2002) donde se recreaba una estrella de masas inexistente en el mundo real, una idea ya anunciada también en la literatura de Willian Gibson.

Sería importante mencionar un nuevo problema como es la suplantación digital

Se suele recurrir a un escrito del filósofo coreano Byung Chul-Han, donde menciona una serie de aspectos positivos y otros no tanto de la evolución digital. Este pensador asiático responsable de obras como “La sociedad del cansancio” y “Vida contemplativa”, es un activo defensor de la separación del hombre y la máquina, recordándonos que la vida pasa a tu alrededor mientras observamos una pantalla.

En este punto, sería conveniente encuadrar bien el concepto del que estamos hablando de cara a una visión más rigurosa del fenómeno: ¿Cómo separamos a la sociedad respecto a su interacción con Internet? Para esto, se podrían exponer una serie de ejemplos que dejaran todo más claro acerca de lo que titula el artículo. Los primeros que vienen a la mente son esos usuarios que activamente ocultan su rastro gracias a su pericia técnica unida a una férrea convicción de una sociedad más libre lejos de las miradas indiscretas de organizaciones estatales y corporaciones privadas.

Después claro, podría ponerse de relieve ese sector de población que se ha manejado toda la vida con un modo de vida analógico y para el cual, realizar una migración virtual en temas como la actividad bancaria sería muy difícil, situación que no hace mucho quedó de manifiesto en una iniciativa social denominada “Soy mayor, no idiota” con Carlos San Juan, médico que surgió como referente ante los representantes gubernamentales gracias a la recogida de 650.000 firmas en contra de dicha obsolescencia humana.

Luego encontraríamos personas como el protagonista de la situación con la que hemos comenzado, donde la información que se tendría de él sería más bien escasa por una simple cuestión pragmática del usuario muy cercana a la doctrina del mencionado filósofo coreano y que poco tendría que ver con convicciones políticas.El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ya ha puesto una serie de condicionantes para impedir la excesiva información innecesaria que existe de las personas y su derecho al olvido.

Por último, volviendo al ejemplo de la madre coreana, el creciente interés por las prestaciones de la Inteligencia Artificial hace que echemos un poco la vista atrás y recordemos que se implementó con carácter de mercadotecnia realizando campañas publicitarias con imagen y sonido de síntesis donde determinados personajes relevantes en la sociedad volvía a la vida para ponerle la cara a un producto determinado –recordemos el anuncio de Lola Flores para una marca de cerveza en 2021, pues los coreanos no tienen el monopolio de resucitar personas fallecidas-.

Todo lo que acabamos de exponer podría venir hilado con el Derecho Al Olvido que a principios de este año el Tribunal de Justicia de la Unión Europea habría puesto una serie de condicionantes para proteger más al usuario entendiendo que la búsqueda por imágenes o determinadas informaciones donde pudieran aparecer datos concretos alrededor de la persona en cuestión resultaría excesiva a la vez que innecesaria.

Por si fuera poco, ya han salido nuevas y preocupantes informaciones acerca de otro giro en torno al acuerdo de transferencia de datos que los Estados Unidos de América y el viejo continente llevan validando desde hace un tiempo. Y es que a mediados de diciembre, la Comisión Europea dio su beneplácito para la publicación del nuevo borrador, sin embargo, no son pocas las voces que auguran un fracaso estrepitoso en el que sería el tercer intento después de los textos anteriores denominados Safe Harbour y Privaty Shield.

Para terminar, sería importante mencionar un nuevo problema por la aparición de estos fantasmas digitales y es la suplantación digital. Este sería la situación donde se aprovecharía que la persona a la que se le ocasionaría el perjuicio, no tendría un “doble” debido a su poca predisposición a utilizar las nuevas tecnologías.

Veamos un último ejemplo: al parecer un joven de 18 años, residente en la provincia de Madrid, habría tenido el dudoso honor de ser el primer ciberdelincuente en España de lo que ahora conocemos como metaverso dentro de la “Operación Suzaku”. Al parecer, el individuo se hacía pasar por una chica real de 19 años con intereses por ambos sexos, dando pie a que varios adolescentes le hubiesen facilitado material explícito dentro de un mundo inmersivo.

Como vemos, por mucho que sigamos avanzando los fantasmas nos van a seguir rodeando, solo que ahora no se basarán en leyendas y mitos, sino en líneas de código alimentado por la codicia o nuestro propio deseo de ausentarnos del ciberespacio, algo que al parecer, no impedirá nuestra áurea presencia.

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