Feria de Málaga 2025 y el ritual de vestirse de flamenca: “Con el traje de gitana, las mujeres se sienten más guapas”

Las tiendas de vestidos de flamenca viven estos días con ajetreo por la demanda de cara a la fiesta

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Patricia Moreno, empleada de Viva La Feria, ayuda a Aroa Gómez a elegir traje para la Feria.
Patricia Moreno, empleada de Viva La Feria, ayuda a Aroa Gómez a elegir traje para la Feria. / Javier Albiñana

Dice María del Mar Ortega que un traje de gitana hace que la mujer “se sienta más guapa”. Luego acota: “Porque favorece muchísimo”. Sabe de lo que habla. Es propietaria de la tienda de vestidos de flamenca que lleva su nombre y la tercera generación dedicada a un negocio que fundó su abuelo en 1929. Comenta que este año se llevan los trajes lisos, de lunares o de tejidos perforados. “Los estampados ahora están más tranquilos”, puntualiza.

María del Mar Ortega, en su tienda, junto a una madre y su hija.
María del Mar Ortega, en su tienda, junto a una madre y su hija. / Javier Albiñana

Mientras explica la tendencia para esta Feria, entran una madre y su hija. Ambas también se llaman Mar. La madre cuenta que la joven siempre se ha vestido con trajes de sus primas. “Pero esta Feria ya toca que tenga el suyo”, explica. Así que empieza el desfile. Le echan el ojo a un traje de color coral, pero está vendido. Entonces se prueba uno en tono verde. Está guapa. Después uno rosa y aún está más guapa. Comienza la difícil elección de complementos; de mantones y flores a juego.

“Yo soy muy ferianta”, reconoce la madre. “Y mi hija empieza ahora”, agrega. Subida a un taburete, contemplándose en el espejo, con su esbelta figura de adolescente, Mar confiesa que se siente “emocionada”. A la madre se le iluminan los ojos viendo a su niña-mujer con ese traje rosa que tanto le favorece.

Mar, la dueña de la tienda, comenta que allí venden “trajes buenos, de confección española”. Sobre si hay competencia china, lacónicamente responde con un “yo ahí no me meto”. La dueña del establecimiento precisa que los precios van de los 300 euros “a lo que quieras”.

Mientras el ritual de elegir el vestido más apropiado sigue su curso, el teléfono no para de sonar. Cuenta Mar, la propietaria, que la época de más demanda es la primavera, con motivo de El Rocío y las ferias de Sevilla, Jerez y Córdoba.

Unas calles más allá está Viva La Feria. Su propietario, Moisés Guerrero, coincide en que ese es el periodo de más ventas. Aunque también repunta en julio y agosto, de cara a las ferias de Málaga, Torremolinos, Vélez, Fuengirola y San Pedro. Señala que también vende a extranjeros. Pero que estos compran más complementos y ropa o calzado de baile.

Aunque el grueso de la demanda es de vestidos de flamenca, Moisés matiza que también hay demanda masculina. “Cada vez más jinetes cuidan los detalles para salir a caballo”, dice. Incluso explica que la nueva normativa municipal que fija que los caballistas sigan cierta vestimenta, “como efecto secundario”, favorece las ventas. Porque, recuerda, el objetivo es preservar la esencia de la fiesta.

Mientras él comenta estos aspectos de un ritual ligado a las tradiciones, Aroa Gómez entra y sale del probador. Lleva una falda rociera y una camisa, un conjunto tan simple como bello que realza su figura. “Hace bastantes años que no me visto para la Feria y este año toca”, afirma.

“Abuela ven, mira, ¿cómo me queda?”, le pregunta. María Medina se acerca y le contesta que está guapísima. Cierto. A continuación es ella la que le pregunta: “¿Y te puedes sentar?” Quizás para eso hay una silla justo ahí. La joven hace la prueba y puede. Patricia Moreno, una de las empleadas, recuerda que cuando era muy joven se puso un traje tan ceñido que su novio tenía que ayudarla a sentarse. Todas se ríen. También está allí Loli Galván, la otra trabajadora de la tienda, que reconoce que los días previos a la Feria son “más ajetreados”. Loli y Patricia explican los nombres de diferentes vestidos. Canastero, con subida y un largo etcétera. Los precios oscilan entre unos 120 y los 800.

Aroa visita la tienda con su abuela y su hermano, de casi dos años. Para él tienen que elegir un traje de corto. Para que también vaya guapo. Y es que esta tradición, como dice la abuela, “se lleva en las venas”. Y se transmite de generación en generación...

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