Francisco de la Torre, 25 años de alcalde que han cambiado Málaga
Si por algo han estado marcado los cinco lustros a espaldas del regidor es por la mirada que ha impuesto, un plan estratégico basado en la cultura, la tecnología y el turismo
Las mil caras de Francisco de la Torre: 25 años de alcalde de Málaga, en imágenes
Dos reyes, tres papas, cuatro presidentes del Gobierno y otros tantos de la Junta de Andalucía y de la Diputación de Málaga ha visto pasar desde el mismo sillón, el que da la vara de mando del Ayuntamiento de Málaga, Francisco de la Torre. Este 4 de mayo cumple 25 años como alcalde de Málaga. Bodas de plata con una ciudad que ha cambiado por completo durante su mandato. Un cuarto de siglo en el que ha ganado seis elecciones (cuatro por mayoría absoluta) desde que Celia Villalobos le cediese la poltrona para asumir ella el Ministerio de Sanidad.
Este cuarto de siglo al frente de la ciudad le confirma como el alcalde más longevo de las grandes ciudades y el principal referente de los populares en el municipalismo. No es, con todo, el que más tiempo lleva al frente de un ayuntamiento en una ciudad española. Por delante de él está el regidor de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández (BNG), que comenzó su singladura al frente del municipio gallego un año antes, en 1999. Eso sí, Fernández es 12 años más joven que De la Torre, que cumplió el pasado diciembre 82.
Es justamente su avanzada edad la principal incógnita que se cierne sobre De la Torre cada vez se encara el fin de los mandatos y la duda sobre si se va a volver a presentar contienda electoral. Al contrario de lo que solía decir Manuel Alcántara sobre sí mismo, no es que el regidor goce de una "pésima de salud de hierro". De la Torre se conserva en un óptimo estado de salud, más aún para las más de ocho décadas de vida que lleva a espaldas. Tanto es así que en un examen sobre su edad metabólica hace dos años los resultados indicaron que su cuerpo reflejaba una salud propia de una persona con quince años menos.
Si por algo ha estado marcado su mandato, cabe poca duda, es por la mirada que ha conseguido imponer en la ciudad. Supo ver un Plan Estratégico y desarrollarlo durante un cuarto de siglo, impulsando tres ejes principales que han hecho que Málaga pase de ser "ciudad de llegar e irse, a ser un polo de atracción", en palabras del arquitecto Carlos Lamela. Cultura, Turismo y Tecnología, han centrado los esfuerzos de un regidor al que es difícil encontrarle un detractor fuera de la ciudad, después de haber traído grandes emblemas en cada una de esas patas, desde el Pompidou a Google o el primer hotel cinco estrellas de Gran Lujo de una ciudad que, con Torremolinos, se había perdido en el mapa de los visitantes. También le han hecho casi inseparable de la marca Málaga, sinónimo de éxito más allá de las fronteras de la urbe. Y más que conocido dentro de ellas.
Prueba de ello lo dan las urnas. El 28 de mayo de 2023, en las últimas elecciones a las que se ha presentado, obtuvo la mayoría absoluta con 17 concejales y más de 117.000 votos, un 49% de los emitidos. No ha sido su mejor resultado. En 2011 acaparó 19 de los 31 ediles en juego con un 54,7% del sufragio. Aunque Celia Villalobos en 1999 llegó al 56,7% de las papeletas. Y en democracia, el que conserva aún el récord es el socialista Pedro Aparicio quien hace ahora veinte años alcanzó los 21 concejales de la Corporación tras arrasar con el 63,3% del censo escrutado.
No fue siempre así, De la Torre comenzó su mandato descrito por todos los cronistas como un hombre gris. Una figura antagonista a la Celia Villalobos que sustituyó en la Alcaldía cuando esta fue llamada por José María Aznar para llevar la cartera de Sanidad en su gobierno. Antes, la regidora tuvo claro que el número dos sería su concejal de Urbanismo y fichaje para las listas en las elecciones de 1995. A estos primeros comicios concurrió como independiente, lo que favoreció su imagen de tecnócrata.
No fue hasta que en los primeros meses de su mandato se diese cuenta de la capacidad de movilización que tenían sus discursos cuando cambió su estilo por uno mucho más cercano al pueblo, a semejanza de su predecesora, a la que le encantaban los baños de masas. Una transformación que le permitió pasar de ser un gestor a un político popular capaz de mantener su impacto.
Fue entonces cuando comenzó la figura del alcalde de Málaga que un alto dirigente del socialismo malagueño describió a Susana Díaz cuando esta le preguntó el motivo de su éxito en las urnas: “De la Torre es como un alcalde de pueblo en la sexta ciudad de España, se para con la gente por la calle, llama a las familias para presentar sus condolencias cuando fallece uno de sus seres queridos”. A esto suma que tiene la capacidad de estar en todos sitios: a veces, está en una cena, se toma el aperitivo y se levanta. Vuelve para la clausura de la gala, porque en medio ha estado en otro evento.
Esa imagen de trabajador incansable ha devenido en un modo de gobernar la ciudad puramente personalista. Y le ha convertido en irremplazable para el Partido Popular, incluso cuando en distintas campañas borraba sus siglas de cartelería y trípticos. Múltiples han sido los intentos de moverlo del sillón, todos ellos se han quedado en agua de borrajas.
El entorno de Elías Bendodo contó a este periódico que fue el propio De la Torre el que a mitad del mandato 2015-2019 tomó la iniciativa para dejar la Alcaldía y realizar un traspaso de poderes ordenado al entonces presidente de Diputación. Eso sí, entendía que su trayectoria merecía un reconocimiento del partido. Pretendía un cargo que le compensara. El PP le ofreció la dirección del Instituto Cervantes en París, de ahí la reunión en Málaga en julio de 2017 que se pretendía el estreno en el nuevo puesto del alcalde. El regidor no aceptó pero se lució ante la Reina Letizia al citar de memoria las 58 ciudades del mundo sede los Cervantes, para asombro de los asistentes.
También se negoció un puesto como secretario de Estado, pero el vacante no era vitalicio. Finalmente, se produjo la fumata blanca con el ofrecimiento de Defensor del Pueblo, tras la marcha de Soledad Becerril en junio de 2017. La moción de censura contra Rajoy desbarató los planes. De ahí que ese mes, la hoy presidenta del PP y entonces secretaria provincial, Patricia Navarro, saliera a la palestra para anunciar que la candidatura de Bendodo para la Alcaldía de Málaga en 2019 era "incuestionable".
Si en algo se ha convertido experto De la Torre es en eliminar a todos los delfines que, nadando a su lado, pudieran hacerle sombra y disputarle la cabeza de listas del PP en la ciudad.
Primero fue Joaquín Ramírez, que dejó su asiento en el consistorio hasta en dos ocasiones distintas ante los encontronazos con un alcalde que no iba a permitir que le cuestionasen el mando. Más tarde, fue Damián Caneda el que intentó brillar con su misma potencia y acabó apagado. Tras Bendodo, es el actual concejal de Hacienda, Carlos Conde, el que fue llamado al orden y tuvo que bajar el perfil.
Su imagen en el PP tiene tanto calado que referentes actuales como Juan Bravo –consejero de Hacienda de la Junta de Andalucía la anterior legislatura y ahora en la cúpula de Génova– recuerda cómo en su etapa de diputado raso por Ceuta buscaba hacerse fotos constantemente con De la Torre, hasta que este le paró los pies en la quinta ocasión. Pensaba Bravo que una imagen junto al alcalde de Málaga le aportaba visibilidad dentro del partido dada su figura como referente de la España municipalista del PP.
El último alcalde socialista, Pedro Aparicio, dijo de él en una conferencia en el Ateneo de Málaga en 2007 que durante “16 años la Providencia no me ha ahorrado ningún martirio, pero me ha hecho el regalo de tener a Francisco de la Torre como sucesor”, obviando a la que fue su predecesora, Celia Villalobos.
El presidente más joven de la Diputación con 28 años
La vida política de Francisco de la Torre no empezó cuando a los 57 años internó en las listas municipales de Celia Villalobos. Este Doctor ingeniero agrónomo y sociólogo de formación fue el presidente de Diputación más joven de España cuando a los 28 años ocupó esa responsabilidad en 1971, antes de que fuera expulsado en 1975 por su corte liberal. Antes, a principios de los 70, ya era una parte importante de la Asociación de Amigos de la Universidad de Málaga, que acabó fundándose en 1972.
Seguiría ligado a la política, primero en el Partido Andaluz Socialdemócrata y más tarde en UCD. En Andalucía será consejero de Economía, Hacienda y Turismo en la Junta Preautonómica durante un año. En ese período compartía su tiempo con un escaño de diputado en las Cortes Generales bajo el paraguas de UCD. Compañeros de hemiciclo recuerdan que en su partido sacaban a De la Torre al estrado cuando les faltaban votos para sacar adelante una votación, con sus largos discursos hacía tiempo hasta que conseguían reunir a los diputados suficientes.
En la Cámara vivió el intento de golpe de Estado de Tejero, en el que siempre recuerda que se hizo con la radio de bolsillo de uno de los compañeros de escaño y, haciéndose el dormido, consiguió escuchar la locución de la Cadena SER esa noche y trasladar información hasta la bancada del Gobierno.
Un año más tarde, disuelto UCD, volvió a la ciudadanía con la economía ciertamente lastrada al tener que asumir créditos bancarios del partido de Adolfo Suárez en Málaga. Durante 13 años se dedica a ser funcionario público en la Delegación de Agricultura de Málaga. Es en esa etapa en la que se sucede una de las anécdotas que le gusta recordar a un amigo personal de De la Torre, que fue a visitarlo a su despacho y le costó encontrarlo envuelto en montañas de papeles. Cuando le preguntó la razón por la que no archivaba y ordenaba todos esos montones de papeles, el ahora alcalde le aseguró conocer el lugar de todos y cada uno de los documentos allí apilados y le retó a pedirle alguno. Todos los que le fueron requeridos los fue encontrando sin mucho problema.
Pero, no sólo se ocupó de un trabajo gris como ingeniero agrónomo. En esa década fue una parte importante de la Asociación para el Estudio del Desarrollo Integral de Málaga (Aesdima), una entidad muy ligada a las grandes familias de Málaga y desde la que ya exigía las infraestructuras que la ciudad venía demandando en sus tribunas en los distintos diarios de la provincia.
Desde ese espacio de influencia dio el salto como número dos a las listas de Celia Villalobos en 1995, aún como independiente. No será hasta las siguientes elecciones, en 1999, cuando vuelva a las listas ya como miembro de la formación de centro derecha. Villalobos cuenta que fue Aznar quien le avisó de la importancia de tener un número 2 fuerte, en un momento en que ETA estaba muy presente en la sociedad española.
En 2000, 28 años después de ser el presidente de la Diputación más joven de España (con 28 años, en una curiosa coincidencia), se hace con el bastón de mando de la ciudad a pesar de la insistencia de su esposa, Rosa Francia, para que no lo hiciera: ya en su etapa como concejal le veía poco. Veinte años después, la disputa con su mujer, que ya ha dado por perdida, sigue sonando cada vez que se acercan las elecciones.
Ese 4 de mayo de 2000 cambiaron muchas cosas para De la Torre. El alcalde, que gustaba de pasar desapercibido, ya empezaba a ser conocido y saludado en la ciudad. Le comenzaron a acompañar escoltas y tuvo que dejar su Reanult 9 blanco sin aire acondicionado por un Volvo S80 azul con conductor que le cedería su predecesora.
En los 2000, ETA le golpeó dos veces, primero con la muerte del concejal José María Martín Carpena, asesinato tras el que el alcalde gritó desde el balcón del Ayuntamiento un “¡no nos robaréis la libertad!” que ha quedado para el recuerdo. No pasaron muchos meses cuando la banda terrorista asesinase a su cuñado, el fiscal Luis Portero García.
Libró una batalla contra su propio partido –encarnado en Alvárez-Cascos– por traer el AVE a la ciudad, una de las infraestructuras que más requirió durante su etapa en Aesdima, y se centró en reconvertir la ciudad con mirada a largo plazo.
Incluso sus críticos le conceden que ha sabido aprovechar incluso sus tropiezos en pos de la ciudad. Tras no conseguir ser Capital Europea de la Cultura 2016 se volcó en traer museos internacionales, y consiguió que el Centro Pompidou saliese por primera vez de Francia para instalarse en un colorido cubo del Muelle Uno. Del fallido Museo de las Gemas –que supuso un agujero de más de 10 millones de euros en las arcas de la ciudad y sólo estuvo abierto dos horas– le hizo sitio en el edificio de la Antigua Tabacalera al Museo Ruso de San Petersburgo.
Sin un gran proyecto propio
Sus críticos se aferran a una gran baza en contra de sus 25 años de mandato: "Dime un sólo gran proyecto que haya desarrollado él, no con dinero de la Junta, del Gobierno o de Europa, un proyecto municipal", resume Josele Aguilar, líder del PSOE en la provincia. Con el Guadalmedina en el mismo punto que hace un cuarto de siglo, la parcela del Astoria en barbecho o el Plan Málaga Litoral encallado y sin muchos visos de que se termine impulsando, lo cierto es que los proyectos municipales al completo son contados. Con un presupuesto, no hay que olvidarlo, que los dos últimos años ya ha superado la barrera de los 1.000 millones de euros.
De la Torre comenzó su periplo con la vara de mando inaugurando la peatonalización de calle Larios que había impulsado Villalobos, que también dejó el túnel de la Alcazaba o el paseo marítimo del oeste de la ciudad. Ahora, está construyendo el Neoalbéniz y rehabilitando, por fin, el Campamento Benítez como lugar de esparcimiento y pueden ser las únicas infraestructuras –a la espera de que comiencen las obras del paseo marítimo de Pedregalejo– con cierto peso en la ciudad de titularidad municipal.
Esto también puede verse desde la otra cara de la moneda. Ha sido capaz de vehicular hasta Málaga grandes inversiones europeas, estatales y regionales o, incluso, privadas. Bajo su mandato ha llegado el AVE a la ciudad, se amplió la terminal 3 del Aeropuerto, el Metro inició su obra, comenzó a funcionar y llegó hasta el centro mismo, la Alameda se renovó, la ciudad se abrió al Puerto cuando se tiró la verja que los separaba y ahora los muelles 1 y 2 son indiscutiblemente uno de los atractivos más importantes de la urbe. También se impulsó la hiperronda o se recuperó para la ciudad la Tabacalera.
Pero en el cajón siguen los mil y un proyectos que ha presentado para no terminar de cuajar, bien porque no le han convencido. Caso del Guadalmedina, para el que Seguí ganó un concurso de ideas que acabó orillando porque no coincidía en la solución propuesta: renaturalizarlo. En contra, sigue apostando por generar puentes plaza. También descartó la posibilidad de construir en el Astoria un centro cultural dedicada a la danza y las artes escénicas. Siendo el enésimo proyecto para la parcela que, parece, que finalmente se quedará la Fundación Unicaja para construir allí su sede permanente. Y así con tantos y tantos proyectos que se presentan a bombo y platillo para no llegar a ningún puerto.
Rehacer la ciudad desde los museos, la Cultura como bastón de cambio
Sí que han tenido más éxito los proyectos culturales de la ciudad. Si se excluye de la ecuación, claro, el fallido Museo de las Gemas, que ha costado ya más de 10 millones de euros a las arcas municipales por los 20 minutos que estuvo abierto. Ahora mismo la ciudad está en el mapa artístico al contar con un Museo Picasso que impulsó la Junta e inaguró De la Torre y es el principal atractivo de la ciudad en la que nació el genio, pero también con un Centro Pompidou que acaba de firmar por 10 años más para "convertirse en la estrella más brillante de la constelación" de estos fuera de París, según su director. No hay que olvidar el Museo Carmen Thyssen, el CAC (que acaba de recuperar para la gestión municipal reconvertido en MUCAC), el Museo de Málaga en la Aduana o el Museo Ruso, ahora en recomposición tras el incierto punto en el que le dejó la invasión de Ucrania por Putin.
Ha conseguido atar también para la Cultura de la ciudad un CaixaForum. Para ello, tuvo que inisistir durante años con los máximos dirigentes de la Caixa y pese a las reiteradas negativas, pudo arrancarle finalmente a Isidro Fainé el acuerdo para construir un CaixaForum en la capital. Si Sevilla disfrutaba de esa instalación, Málaga no podía ser menos. El detalle de que la infraestructura malagueña disponga de unos metros cuadrados más de superficie que la otra andaluza no se sabe si se incluyó en las negociaciones.
De momento, su persistencia no le ha otorgado dos de los proyectos que con más ahínco ha pedido en materia cultural. El primero de ellos, tener un MuseoArqueológico en el Convento de la Trinidad. Al final la historia de Málaga acabó en La Aduana. Ahora la Junta plantea en ese espacio un edificio multidisciplinar para 2026. Pero De la Torre ya avisó de que en el convento quiere piezas arqueológicas aunque tengan que traérselas del museo británico. Y él nunca cede, aunque por estrategia haga creer lo contrario. De momento, los plazos de la Junta, con las obras sin empezar aún, no se están cumpliendo. Lo que deja al alcalde espacio para que luche esa batalla todavía una vez más.
Las puertas parecen cerradas para el segundo de sus anhelos, al menos con el actual Gobierno. De la Torre pretende para Málaga un gran Auditorio de la Música junto al Muelle de San Andrés. Ya ha comprado los terrenos, incluso, a la Autoridad Portuaria, y está buscando privados que arrimen el hombro y pongan parte del pastel económico necesario. Pero el Ejecutivo central está completamente desmarcado, no será por lo insistente del regidor. María Jesús Montero, en una de sus últimas visitas a Málaga, en cuanto lo vio le dijo: "Ya se lo que me va a pedir, alcalde, cada vez que le veo me acuerdo". De la Torre, le devolvió, con cierto tono jocoso, el guante diciéndole que le regalaría una foto del proyecto para que se acordase también cuando no estuviera él. Unos días más tarde, eso sí, Ernest Urtasun, ministro de Cultura, cerró la puerta a la financiación: "Todos los esfuerzos están en la Biblioteca Pública del Estado en la ciudad". Ni un segundo para pensar, siquiera, el Auditorio.
Revolución tecnológica
Si bien la Cultura es uno de sus pilares fundamentales, la última revolución que ha conseguido traer a la ciudad es la tecnología. Si Málaga está posicionada en el mapa como un hub en este sector es, en parte por el empeño del regidor, que apostó por el Parque Tecnológico de Andalucía y continúa, insistentemente, ofreciendo la ciudad a las grandes empresas del sector.
Tres ejemplos nos sirvan. Sólo en la primera parte de 2022 se instalaron en la ciudad el centro europeo de I+D de Vodafone, una sede de Telefónica 42, la escuela de programación gratuita de la compañía de telecomunicaciones española, e ISDI, una escuela digital fundada por Javier Rodríguez Zapatero, exdirector general de Google en España y Portugal.
Durante la presentación del hub de Vodafone su CEO en España, Colman Deegan, aseguró que gran parte de la responsabilidad de que el centro recalase en la ciudad era de la insistencia del alcalde y las facilidades que había presentado, “es el Rafa Nadal de los alcaldes”, dijo. José María Álvarez-Pallete, ex CEO de Telefónica, vino a decir algo parecido durante la presentación de Telefónica 42 en la ciudad, “cuando planteamos la posibilidad de abrir otra sede en una ciudad de España, la primera carta que recibí fue del alcalde de Málaga, que no ha dejado de insistir hasta que hemos desembarcado”. Rodríguez Zapatero, entre risas, aseguraba que el alcalde le llamaba un domingo al mes al mediodía, “para preguntarme cuándo íbamos a desembarcar en Málaga”.
Estas tres llegaron en un sólo un año –no sin antes años y meses de esfuerzo– pero aquí ya estaban Google, que después implantó en la ciudad su centro de ciberseguridad, situándola en el mapa del sector como una de las principales referencias mundiales y ya estaban trabajando Dekra, Oracle o Premo. Ahí es nada.
Pero, sin duda, el día que más emocionado se le ha visto recientemente, es el que cerró y se terminó de rubricar la llegada de IMEC a Málaga. El centro pionero en diseño de microchips salía por primera vez de Bélgica para llegar a la ciudad, no sin antes haber competido muchas otras por darle espacio. "Puede suponer tres o cuatro veces la llegada de Google, es entrar en la Champions", decían los expertos sobre IMEC.
Susana Carillo, que comenzó su relación con el alcalde cuando trabajaba en un proyecto de Smart Cities de Endesa y acabó siendo su número 2 el anterior mandato, resume uno de los motivos de atracción tecnológica de la ciudad: alfombra roja. "Cuando le presenté el proyecto de Smart Cities, simplemente me cogió del antebrazo y me dijo: '¿qué necesitas para traerlo aquí?'", explica. "En muchas otras ciudades nos ponían problemas, preguntas... aquí interés máximo, en Madrid me decían que por qué lo traía todo a Málaga, pero claro...", añade. Ya como responsable del área la línea era la misma: "Le decías Instituto Ricardo Valle, 'para adelante', Vodafone, 'lo que haga falta', incubadora del metaverso en el Polo Digital, 'sí a todo'".
Una de las virtudes del alcalde es la persistencia. Capaz de rendir a propios y extraños por agotamiento. En 2011, meses después de proclamar que sería un "alcalde 25 horas" se presentó al Senado. Justificó su decisión de compatibilizar los dos cargos en la necesidad de luchar por el "municipalismo". Ninguna referencia a la diferencia de sueldo como Su Señoría respecto al de la Alcaldía. Tres años después rectificó y renunció al acta en la Cámara Alta.
Un patinazo, porque cuajó la sensación de que Málaga ya no era su objetivo prioritario. Él justificó la marcha atrás porque ya había cumplido la misión de estar cerca del Gobierno para tratar temas de la ciudad. Y esa parte del argumentario nadie se la puede discutir, como dan fe los ministros a los que literalmente asaltó en Madrid esos tres años.
Oficinas, pero en el centro
El alcalde está obsesionado con conseguir más suelo para oficinas y que como Google y Vodafone, las nuevas empresas de referencia se instalen en la capital y no en el Málaga TechPark, una burbuja que escapa a su control y con una ampliación pendiente que no arranca desde año y medio gracias a la Gerencia de Urbanismo, la entidad municipal más criticada por todos los sectores afectados.
De ahí que De la Torre defendiera sin pudor la peregrina teoría de que construir varias torres en los terrenos de Repsol supondría una gran operación medioambiental. En su imaginario, los trabajadores vivirían (y trabajarían) en esa nueva urbanización y con el combustible que se ahorraría en el desplazamiento de coches a Campanillas, la sede del citado PTA, se compensaría las emisiones de CO2. También pidió a Ángel Asenjo que diseñara una City económica en el Muelle Heredia –sin la luz verde del Puerto– y ahora imagina otra, de menor dimensión, sobre el Palacio de Ferias y Congresos.
Una ocurrencia, la de los terrenos Repsol, que casi nadie se atrevió a replicar, como cuando decidió realizar la demostración empírica con cronómetro para demostrar que gastaba 11 litros para ducharse. La salida por la que se decantó en una de las pocas crisis que ha necesitado sortear durante los 25 años de gobierno.
En ese equilibrio por evitar molestar a un sector que pueda pasarle factura después se mueve con regularidad. Entre los residentes y los hosteleros con las terrazas del centro. Sentencia por el ruido al margen. Entre los propietarios y las comunidades de vecinos ahora con los pisos turísticos. Siempre que hay dos contendientes de cierta relevancia intenta contentar a ambos y si hay un resquicio pasarle la responsabilidad a una Administración de rango superior.
Con el precio de la vivienda disparada y una política que ha favorecido la apuesta por las grandes urbanizaciones de lujo, ha terminado por explicar que todo se debe a un problema de formación que provoca que los malagueños dispongan de sueldos menos competitivos que los profesionales que llegan.
El de la vivienda es, sin duda, su principal caballo de batalla este mandato, tras muchos años de haber dado patadas a ese balón, justificando las dificultades de los jóvenes en el acceso de la vivienda en su falta de estudios, asegurado que no era un problema vivir fuera de la ciudad con un buen transporte –aunque reconoce que actualmente no se da ese servicio a la población– o intentar justificarse en que es un problema de todas las grandes ciudades. "A mí se me piden soluciones que no encuentran en otros sitios", decía, a la vez que afirmaba que era un problema no sólo de Barcelona, San Sebastián o Madrid, sino también de las grandes urbes europeas. Sus esfuerzos "y la mayor parte del tiempo", dice ahora, los dedica a este tema, siendo la cerca de una veintena de grúas en el sector Universidad para construir VPO su foto favorita este mandato.
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