Primero vinieron las regañinas. En el colegio parecía que Antonio no quería trabajar y los profesores elevaban las quejas a la familia. Luego, tras la multiplicación de suspensos, llegaron los castigos y el deterioro de la relación entre madre e hijo. Rebelde y frustrado, el niño fue pasando de curso con la etiqueta de flojo e inmaduro. Tuvo suerte en quinto. Su tutor, también psicopedagogo, puso a la progenitora sobre la pista. Todo podía tener una explicación llamada dislexia. Tras el diagnóstico y con sencillas adaptaciones en el aula, Antonio hoy es un alumno más y se ha convertido en el primer estudiante del colegio La Goleta que llega a Secundaria con la diagnosis de esta afección neurobiológica, hereditaria y de por vida.

Isabel Muñoz es su madre y la presidenta de la Asociación Dislexia Málaga, Dismálaga, creada hace un año para la atención a las familias. "Falta muchísima información y formación del profesorado, de orientadores y padres, de todos, y actualmente lo más peligroso de la dislexia es que no esté diagnosticada", explica Muñoz. Según los estudios que maneja la entidad, el 10% de la población puede tener dislexia pero "no sabemos cuántos están diagnosticados". Lo que sí se conoce también es que cuatro de cada diez fracasos escolares se deben a esta afección.

"El peligro es la dislexia sin diagnosticar, la falta de información está haciendo mucho daño"Isabel MuñozPresidenta Dismálaga

Mario Criado es orientador del colegio La Goleta y profesor de apoyo. Forma parte de la asociación y ayuda a Isabel en la lucha de dar visibilidad a esta dificultad en el aprendizaje cuyos síntomas aparecen con el retraso en el lenguaje. "Cuando empiezan a leer con cinco o seis años es cuando es más evidente", apunta Criado y señala que no suelen asociar grafema y fonema por lo que aprenden a leer de memoria. "Se achaca al desarrollo, a la inmadurez y se pide a los padres que esperen, pero un alto número de niños y niñas repiten segundo de Primaria por esta causa", dice el orientador.

Si la lectura se convierte en un problema, la escritura no lo es menos. "Escriben en espejo, con letras y palabras invertidas, no separan las palabras con espacios y abundan las faltas de ortografía", señala la presidenta de Dismálaga. Como "no tienen la inteligencia afectada, empiezan a tirar de otras habilidades como la memoria", agrega Criado. También apuntan que "no todos tienen las mismas características, no hay un modelo de diagnóstico" de ahí la dificultad de su localización. Eso sí, muchos se asemejan en invertir el triple de horas en el estudio para obtener malas notas como resultado.

"Saber que tienen dislexia facilita mucho el trabajo en el aula y en la familia, el menor sabe qué le pasa, cuenta con adaptaciones y empieza a ver los resultados, por lo que sube su motivación y su autoestima", indica Isabel Muñoz. Y subraya que el desgaste psicológico es bastante grave cuando el alumno llega a Secundaria sin diagnosticar. "En esta etapa sí pueden repetir más cursos y son las edades más complejas", señala Mario Criado. "El peligro es la dislexia sin diagnosticar, eso es lo que más nos preocupa", reitera la presidenta de la entidad. "La falta de información está haciendo un daño grandísimo a estas personas, que suelen tener la autoestima por los suelos, siempre han pensado que no valían, que eran menos que los demás", agrega Muñoz.

En el colegio La Goleta estudian 900 alumnos. Un total de 12 están diagnosticados como disléxicos. "Antes a los profesores se les escuchaba decir que a cierto alumno le pasaba algo, una vez que vamos formando a los docentes ya tienen la mirada puesta en la dislexia, para la detección precoz la formación del profesorado es vital", comenta el orientador del centro. Y la presidenta de Dismálaga concluye: "todavía hay mucho por hacer, las medidas ordinarias son orientativas y depende del profesor seguirlas o no".