El honor de ser un rotario

Una veintena de empresarios y profesionales vuelven a impulsar el Rotary Club en Málaga, una organización internacional dedicada a ayudar a la comunidad social

Miembros del Rotary Club que se ha constituido en Málaga capital.
Raquel Garrido / Málaga

13 de junio 2010 - 01:00

No es una organización política, religiosa ni cultural. Para la mayoría seguro que sonará a un club elitista en el que sólo tiene cabida lo más granado de la sociedad malagueña, pero lo cierto es que el fin que mueve a los rotarios tiene un carácter social y altruista hacia los más necesidades aprovechando la profesionalidad y la influencia de sus miembros. Casi ocho décadas después de que la Guerra Civil acabara con aquel incipiente movimiento solidario fundado en Málaga en los años 20, el Rotary Club vuelve a tener representación en la capital para tratar de prestar su ayuda a los que más lo necesitan.

Su origen se remonta a principios del siglo XX en Chicago, aunque rápidamente la telaraña de esta organización se fue expandiendo por todo el mundo hasta llegar hoy en día a los más de 33.000 clubes y los 1,2 millones de miembros que lo componen. En Málaga, de momento no superan la veintena de miembros, aunque no les faltan ganas para arrancar este proyecto que tuvo ayer su puesta de largo oficial. Alejandro Castillejo es el presidente del club rotario en la capital y asegura que se trata de una organización "muy abierta y enfocada a fomentar las relaciones internacionales y apoyar a la comunidad local".

Amistad, tolerancia y solidaridad son los principios sobre los que se sustenta este colectivo formado por empresarios y profesionales de todos los ámbitos y que ya han puesto su primer granito de arena con los más necesitados. Un concierto benéfico en el que los fondos recaudados fueron destinados a los comedores sociales que gestionan las hermanas de la Cruz o su apoyo incondicional a la Fundación Cudeca, dedicada al cuidado de los enfermos de cáncer en fase terminal, son hasta ahora algunos de sus logros.

Pero castillejo quiso dejar claro que su función es la de apoyar también "cualquier proyecto social o cultural que sea bueno para la ciudad". Así, por ejemplo, el Rotary Club se ha erigido como uno de los embajadores internacionales incondicionales de Málaga en su lucha para hacerse con la Capitalidad Europea de la Cultura en 2016. Su amplia representación en prácticamente todos los países del mundo también permite a los rotarios contribuir con su experiencia y ganas de ayudar en otros sitios a través del intercambio de sus miembros o de programas de voluntariado en el extranjero.

Toda una red social en la que no se excluye a nadie y "todo lo que se consiga se destina a cualquier tipo de servicio de la comunidad de una forma altruista y gratuita", dijo Guillermo Cao, uno de sus miembros. Málaga era la única capital de provincia de España que no contaba con una sede del Rotary Club. Sí tenía representación, en cambio, en otras ciudades de la provincia como Marbella, Benahavís, Estepona y Fuengirola. Aunque curiosamente la capital malagueña sí fue pionera cuando en 1927 constituyó el primer club rotario de Andalucía. Tuvo miembros tan ilustres pertenecientes a la burguesía de la época como el erudito Juan Temboury que fue concejal de Cultura y que promovió la reconstrucción de La Alcazaba, el industrial Luis Fernández de Villavicienso o el reconocido arquitecto Fernando Guerrero Strachan.

A todos, según el historiador y autor de un libro sobre los rotarios, Elías de Mateo, les unía el hecho de "tener una mentalidad muy abierta y ser influyentes en la vida local del momento". Tanto es así, que a los primeros rotarios malagueños de los años 20 del siglo pasado se les achaca logros tan importantes como la construcción del aeropuerto, el primer campo de golf y la idea de hacer de Málaga "una ciudad moderna con un turismo de calidad".

Su actividad fue continua hasta que la Guerra Civil dio al traste con sus planes y los rotarios fueron perseguidos por ambos bandos hasta que terminaron por desaparecer. No fue hasta la muerte de Franco cuando el Rotary Club vuelve a calar en la sociedad española. En Málaga hubo un intento en los años 80, pero no salió bien. Ahora, sus nuevos miembros vienen con fuerza y con la idea clara de contribuir con su dedicación y generosidad a los demás.

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