Las insólitas historias de los objetos perdidos
Sociedad · Oficina Municipal del Ayuntamiento de Málaga
Quienes entregan cosas extraviadas tienen premio: si nadie las reclama, se quedan con ellas a los dos años. Documentos y llaves, lo que más se pierde.
Cada elemento que llega a la Oficina Municipal de Objetos Perdidos (OMOP) encierra una historia. Aquellos que finalizan en manos de su dueño -que es lo más común- tienen un final feliz, aunque algunos objetos más excéntricos pueden permanecer años en los almacenes. Los trabajadores de la OMOP se encargan, dentro de sus posibilidades, de que todas estas historias tengan una solución rápida. Recogen a diario documentos, carteras y utensilios de todo tipo, realizan una descripción lo más exhaustiva posible, lo registran en su base de datos y esperan a que su dueño lo reclame.
Los datos de la OMOP respaldan el buen trabajo de sus operarios. El año pasado registraron 5.393 objetos perdidos. El 46% de estos acabaron siendo recuperados por sus dueños en 2015 -otros años han llegado a entregar seis de cada 10 objetos recibidos-. Atienden por teléfono, presencialmente y por email. Ostentan dos récords en tiempo medio de respuesta presencial -30 segundos- y por email -menos de un minuto-.
"Es un trabajo muy reconfortante" comenta Cristóbal, uno de los operarios de la oficina, quien relata batallitas de lo más variopintas. Le motivan las alegres caras de aquellas personas que encuentran sus objetos, especialmente las personas ancianas: "Muchos dicen que no pueden salir a la calle sin su DNI", comenta entre risas.
Reciben muchas muestras de cariño y agradecimiento, incluso alguno se ha ofrecido a realizar una donación, algo no admitido ya que es un servicio público pagado por los impuestos malagueños. "Alguno pregunta cuánto nos debe pagar al recuperar su objeto perdido", comenta Cristóbal.
La oficina de objetos perdidos es un gimnasio para la picaresca. Casi todas las semanas reciben una visita de alguien que intenta hacerse con un objeto que no es suyo, ofreciendo una descripción con muchas lagunas de información. El protocolo de la OMOP está entrenado y perfeccionado para combatir estas situaciones: varios registros (físicos y electrónicos) almacenan toda la información de los objetos: fecha de llegada, color, procedencia y cualquier dato apunte a su propietario -direcciones, teléfonos, emails-. "La experiencia de los años te va dando la psicología para detectar la picaresca", comenta José, otro de los trabajadores de la OMOP.
Documentos personales, llaves y teléfonos móviles son los objetos que más llegan a esta oficina. En el caso del DNI -o cualquier documento que indique una dirección-, la OMOP se encarga de enviar una carta postal al domicilio de su propietario. Si son documentos extranjeros, lo envían directamente al consulado o embajada de procedencia. "Si llegas a la oficina y está tu documento, tardas menos de 30 segundos en recuperarlo", asegura Cristóbal. Siempre que sea posible, también se encargan de llamar al propietario -o algún familiar- para notificarle que su objeto guarda en la OMOP. El dinero perdido tiene un trámite especial: se almacena por un lado el recipiente donde llegó -cartera, sobre, mochila- y las monedas y billetes van a parar a la tesorería del Ayuntamiento. Cuando son devueltos, el montante también se recupera. "Muchos usuarios se extrañan de ver su dinero dentro de la cartera", cuenta Cristóbal.
La Policía es quien más acude a devolver bienes encontrados. Pocos ciudadanos conocen que también se pueden usar los buzones para depositar cualquier objeto que alguien se encuentre en la calle y considere perdido: Correos envía todas las semanas una caja con estos elementos.
Todos los bienes que llegan a la oficina tienen una fecha de caducidad. Tras eso, pasan a ser entregados al Punto Limpio para su reciclaje. Las llaves son descatalogadas a los seis meses, ya que llegan demasiadas; los relojes, al año; y el resto de bienes, a los dos años. Esta fecha de vencimiento guarda un premio a los honrados: si un particular ha entregado un objeto y no ha sido solicitado por su dueño a los dos años, este objeto pasa a ser propiedad de la persona que lo entrega. Muchos amigos de lo ajeno utilizan este método para despojarse de aquellos bienes robados en los que saben que la Policía les dará caza dentro de poco.
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