Un 'jardín' planetario

Viveros Guzmán

Con cerca de 500 empleados, Viveros Guzmán, en Alhaurín de la Torre, exporta plantaciones a los cinco continentes l La empresa, que empezó en la posguerra, ha llegado a ser una referencia

La sede central, situada en Alhaurín de la Torre. / M.H
Carlos Pajariño

15 de octubre 2017 - 09:06

Mantener el jardín de casa es una actividad que no está al alcance de todo el mundo. Para empezar, hay que tener uno, y después, ganas de ponerse manos a la obra con ello. Pero, como en casi cualquier actividad, hay un gran nicho de mercado para tener según que plantaciones en la parcela privada. Y para cubrir esa demanda hay una empresa malagueña con presencia en los cinco continentes y que domina ampliamente el mercado nacional en este sector: Viveros Guzmán, en Alhaurín de la Torre.

Esta conocida firma en el sector tiene numerosos centros en la provincia y en el resto de Andalucía. La mayoría de ellos son puntos de producción, en los que se crían las plantas hasta que están listas para ser comercializadas. En Málaga Viveros Guzmán tiene hasta cinco de estos criaderos de plantaciones, contando también con factorías en Sevilla, Almería y hasta Costa Rica, en América Central, lugar en el que, debido al clima, se puede producir con más facilidad palmeras y plantas palmacias que en la Costa del Sol.

La producción tan amplia permite a Viveros Guzmán tener un amplio superávit en la balanza comercial de la empresa. “Las exportaciones superan cada vez más a las importaciones. Exportamos a los cinco continentes e importamos cada vez menos, porque nuestros centros de producción van bien”, cuenta Antonio Villanueva, encargado de relaciones públicas de la compañía alhaurina. Aunque en el vivero hay plantaciones procedentes de todas las partes del planeta, la firma se focaliza fundamentalmente en especies que viven en la franja meridional del continente europeo.

Esa capacidad de abastecer a clientes procedentes de numerosos países hace de la compañía toda una referencia en el sector. A Viveros Guzmán le compra desde aquel que quiere tener una planta pequeña en casa hasta los jeques árabes que van en busca de palmeras para decorar sus campos de golf en medio del desierto. “Cuando llegan clientes holandeses, el país que más negocio hace con la venta de plantas, se quedan impresionados cuando ven la sede de Alhaurín”, revela Villanueva.

En cuanto a los puntos de venta de la empresa –gardens, en la jerga del negocio–, Viveros Guzmán dispone de tres ubicaciones: la central de Alhaurín, la primera en nacer y sede fiscal de la compañía; otra en Marbella y una última en Tenerife, de reciente apertura. La central, sede de la firma desde inicios de los ochenta, cuenta con 14.000 metros cuadrados, lo que lo convierte en el garden “más destacado” de España, en palabras de Villanueva. En días laborables, los puntos de venta de Alhaurín y Marbella reciben una proporción de clientes extranjeros que alcanza las tres cuartas partes del total, fundamentalmente gente que cuenta con una avanzada edad y viven sus años de retiro en España.

Pese a que la afluencia mayoritaria de extranjeros se mantiene en Marbella los fines de semana, en Alhaurín la sartén cambia de mango. “En fin de semana el cliente nacional gana por goleada. Una de las ventajas de los gardens, es que tiene licencia para abrir los 365 días del año y eso nos beneficia porque hay mucha tradición todavía de venir a los gardens el fin de semana y plantar un árbol”, señala el relaciones públicas de la empresa. Villanueva cuenta que hay incluso gente que va los fines de semana “simplemente por los buenos precios del restaurante”, en una jugada que algunos malagueños emulan cuando visitan la sede de IKEA.

El negocio de la jardinería tiene sus épocas buenas y malas durante el año. Al fin y al cabo, a excepción de las plantas de interior, se trata de un comercio muy estacional, y Viveros Guzmán no se libra de los altos y los bajos propios de la coyuntura: “En primavera hay muchas más ventas, especialmente en la Costa del Sol”. Villanueva pinta el panorama de la típica familia cordobesa o sevillana que tras el invierno se da cuenta que el jardín ha quedado “para el arrastre”, y que visita Alhaurín en abril o mayo para remodelar su parcela de cara al buen tiempo.

Desde las semanas previas a la primavera hasta el comienzo del verano es la temporada alta de ventas en todo lo que se refiere a plantaciones de exterior y jardinería. La Navidad, por el contrario, atrae el pico de ventas más alto gracias a los pascueros, que se venden como churros en la compañía alhaurina:“Durante la época navideña hay domingos en los que la gente viene con sus coches pero se tiene que marchar porque el aparcamiento está abarrotado, sobre todo en el puente de la Constitución y la Inmaculada, o los que han conseguido aparcar tienen que esperar un buen rato porque no tienen carritos para poder llevarse lo que quieren”.

Viveros Guzmán no solo atiende a los clientes particulares. De hecho, buena parte de sus ingresos proceden de las ventas que realizan a otros viveros más pequeños o incluso a diversos centros comerciales de ámbito nacional. Con alguna de esas cadenas de distribución, la compañía alhaurina empezó trabajando a nivel provincial, “pero como estaban contentos con nuestros servicios el acuerdo se extendió a Andalucía y posteriormente al resto del país”, señala Villanueva. Desde entonces, la empresa malagueña manda camiones cargados de plantas hasta Madrid y desde allí los centros comerciales los trasladas a sus sedes en diferentes puntos del Estado.

La empresa ha recorrido un largo camino hasta conseguir lo que es hoy en día: un referente europeo y global en su sector. Viveros Guzmán empezó su actividad en los años de posguerra. “En esa época interesaba plantas que dieran frutos, no las ornamentales, que son muy bonitas pero que no dan fruto, y él se decantó por eso”, relata Villanueva, añadiendo que en su recinto de Coín, donde empezó el negocio, había mangos, chirimoyas y aguacates, frutas nada habituales en la época: “En esos años había una leyenda que decía que Francisco Guzmán –fundador de la empresa– tenía una especie de pacto con los cocineros para que les guardaran los huesos”.

Cuando el hijo de Francisco Guzmán, de idéntico nombre, entró en escena se decidió trasladar la sede del negocio de Coín a Alhaurín de la Torre, ya que los terrenos de la localidad alhaurina eran más fértiles y estaban mejor preparados para el cultivo. Desde ese momento la empresa fue in crescendo hasta alcanzar las cotas en las que está situada hoy. Una compañía con 50 empleados en la sede central de Alhaurín, y con cerca de medio millar en los gardens y centros de producción en el resto del país y Costa Rica. Una firma que, al tiempo que exporta plantaciones a los cinco continentes, pasea con orgullo el nombre de Alhaurín de la Torre al resto del planeta.

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