Málaga

La joven a la que tardaron en diagnosticar un tumor en Málaga: "Me decían que le estaba tomando el pelo"

  • Elizabeth tiene visión nula en el ojo izquierdo y mínima en el derecho por un tumor que no se le detectó a tiempo cuando era una niña

  • Un juez le da la razón más de una década después

Elizabeth, en una imagen reciente en Segovia

Elizabeth, en una imagen reciente en Segovia

“Perdí la visión del ojo izquierdo, pero el oftalmólogo me decía que era imposible que no viera, que le estaba tomando el pelo”. Elizabeth López había acabado sus estudios de Primaria en un colegio de Vélez-Málaga cuando descubrió que un tumor que los médicos no le habían diagnosticado a tiempo le truncaría la vida. Casi 15 años después, un juez le ha dado la razón a través de una sentencia en la que se condena al Servicio Andaluz de Salud (SAS) a indemnizarla con unos 600.000 euros por un error que le ha supuesto un grado de discapacidad del 86%. Todavía, para caminar, se apoya en un bastón y sueña con recuperar la rutina de poder desplazarse en bicicleta “a todas partes”.

Los inicios de su calvario se remontan a junio de 2007, cuando la progresiva pérdida de visión y los constantes dolores de cabeza que sufría pusieron en alerta a sus padres. Elizabeth, que tenía entonces 12 años, recuerda que se “enfadó con el mundo”. “Un oftalmólogo me diagnosticó miopía y astigmatismo. Con las gafas graduadas mejoré algo pero seguía perdiendo visión”, recuerda en declaraciones a este periódico.

También había acudido “varias veces” a Urgencias del Hospital Comarcal de la Axarquía con “vómitos” y el “párpado hinchado y caído”. Los sanitarios hablaban de “jaqueca y migraña oftálmica”.

La entonces menor se sometió a una prueba de potenciales evocados, esto es, técnicas neurofisiológicas que registran las respuestas cerebrales provocadas por estímulos visuales para comprobar el estado del nervio óptico. “Yo no veía nada con el ojo izquierdo, pero el oftalmólogo no me creía”, se lamenta la joven. Hasta que los resultados de la resonancia magnética que le había autorizado su pediatra la llevó a conocer que, en realidad, tenía un tumor en la parte derecha de la cabeza, por encima del nervio óptico. Le detectaron así, meses después de que comenzaran los primeros síntomas, una masa tumoral de gran tamaño, “similar a una pelota de tenis de mesa”, explican desde la Asociación El Defensor del Paciente, en cuyo portavoz, el abogado Damián Vázquez, confió la familia para presentar una demanda ante la sospecha de que se encontraban ante una negligencia médica. “Cuando me puse mala, mi padre investigó y vio que los míos eran síntomas claros de un tumor. Si me hubieran hecho antes la resonancia no habría perdido tanta visión”, critica.

Elizabeth fue derivada al Hospital Materno Infantil de Málaga, donde, en enero de 2008, pasó por quirófano. “Iban a operarme el día 21, pero el tumor reventó, lo que afectó aún más a mi vista, y me tuvieron que operar de urgencia el sábado 12”, detalla la joven. Aunque la operación salió bien, al despertar dos días más tarde en la UCI, “estaba totalmente ciega”. Tardó hasta dos meses en recuperar “algo de vista”. El tumor siguió creciendo y la paciente tuvo que someterse a una segunda intervención, el 9 de junio de 2008. “Estaba muy cerca de la carótida y podía quedar paralítica o morir. Me dieron radioterapia”, relata la. Con dificultad, pudo finalizar sus estudios de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), pero a día de hoy no puede trabajar. Además de la escasa visión, se lo impide, recalca, el cansancio que acumula por los trastornos del sueño que padece.

Elizabeth ama la música, la fotografía, la pintura y las manualidades. Asegura que se niega a “hundirse” y que, pese a todo, trata de llevar “una vida lo más normal posible”. Sale en bicicleta por zonas que conoce y a escasa velocidad, a la espera de volver a ser algún día la misma persona que en 2007, pero con una batalla ganada.

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