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¿Ha imaginado alguna vez que alguien soltara 9.000 kilos en plena calle Larios, una grúa los levantara, los pasara por encima de un edificio en el que viven personas y los depositara sobre otro? Ayer ocurrió. A plena luz del día y, afortunadamente, sin ningún tipo de problema.
La imagen fue más que llamativa. Dos enormes camiones y dos grandes grúas ya estaban en la parte central de la calle Larios a primeras horas de la mañana ante la mirada atónita de los viandantes, que no paraban de preguntar a los operarios qué es lo que iban a hacer. La puesta en escena fue espectacular y digna de cualquier película de Hollywood, si bien el guión era más bien soso: iban a colocar tres enormes aparatos de aire acondicionado en la tienda que Zara posee en la calle Liborio García, una perpendicular a Larios.
Esa vía es muy estrecha y no podían pasar los camiones, por lo que se hizo necesario recurrir a otro plan, más viable pero más difícil. Una grúa articulada gigante cogería los aparatos en la calle Larios, los elevaría pasando por encima de varios edificios y los dejaría en el establecimiento de la tienda de ropa.
Había tres máquinas y cada una de ellas, según aseguró a este diario el transportista que las trajo desde La Coruña a Málaga el sábado, pesan en torno a 3.000 kilogramos, a lo que hay que sumarle otra serie de tubos y accesorios que aumentaban la carga y la dificultad de la tarea. De hecho, empezaron a subir los primeros tubos cerca de las 13:00 y no finalizaron el trabajo completamente hasta pasadas las 19:00.
En torno a una quincena de trabajadores se ocuparon durante toda la jornada de que no hubiera ningún incidente. Sin embargo, tenían un handicap añadido: el viento. Durante toda la mañana hubo fuertes rachas de aire en la ciudad que podían poner en peligro la operación, máxime en un lugar tan delicado rodeado de edificios y con miles de personas paseando por Larios y sus adyacentes. La grúa disponía de una pequeña veleta que marcaba la velocidad del viento y, en función de esa intensidad, se podría trabajar o no. También había que tener cuidado con las cuerdas que ataban tanto los tubos como las maquinarias. Los operarios las preferían cortas para evitar el roce con cualquier antena. Finalmente, la profesionalidad de los empleados facilitó que se realizara el traslado sin tener que lamentar ningún tipo de daño. En cualquier caso, los trabajadores acordonaron la zona para evitar que nadie entrara aunque, como suele ocurrir en estos casos, hubo decenas de personas que hicieron caso omiso de esta recomendación y se saltaron las cintas como y cuando quisieron, toda vez que la Policía Local inspeccionó los papeles del traslado pero luego no hizo mayor seguimiento.
Los clientes del Zara de la calle Liborio García disfrutarán de un nuevo sistema de aire acondicionado aunque posiblemente no sepan nada de su arduo y espectacular montaje.
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