La logística de la salud
Células madre de sangre de cordón umbilical que viajan o llegan desde las antípodas y aerotaxis para traer órganos de la otra punta de España obligan a una coordinación de la que dependen vidas
Cuentan que hace más de 30 años, cuando empezaron los trasplantes en España, muchos órganos eran transportados en aviones Mystère. El Ejército aportaba así su granito de arena a unas operaciones que entonces eran la excepción. Pero aquellas intervenciones no tardaron en crecer y los profesionales tuvieron que buscar nuevas soluciones. En la actualidad, cuando la donación se produce a muchos kilómetros y es de un hígado -un órgano que tiene unas seis horas de viabilidad- es necesario recurrir a un aerotaxi. Según la distancia, el servicio puede costar de 3.000 a 6.000 euros. Pero se trata de salvar una vida y la sanidad pública lo cubre. Paga la carrera el hospital que pide el órgano para un paciente que necesita el trasplante.
"Es un gasto que la sanidad soporta para mejorar los resultados de los trasplantes. Antiguamente se hacía el transporte con los Mystère, pero los trasplantes empezaron a subir en número y hoy es imposible", explica el coordinador de Trasplantes de Málaga, Miguel Ángel Frutos.
La sanidad tiene su logística, su trastienda. Un trabajo que va más allá de lo sanitario, pero que es imprescindible para que tratamientos que salvan vidas lleguen a tiempo. Si por ejemplo el hígado es donado en un hospital que está a menos de 300 kilómetros del Carlos Haya, no es necesario gastar en un aerotaxi. En el caso de los riñones, la solución es diferente. Este órgano tiene unas 24 horas de viabilidad. "Pero cuanto menos se tarde en trasplantar, mejor", indica Frutos. Por eso los riñones donados en hospitales más cercanos se transportan por carretera y los extraídos en centros más alejados llegan a Málaga en vuelos regulares. Hay acuerdos entre la Administración sanitaria y algunas compañías aéreas. Viajan en la cabina del piloto. Así, en una simple nevera de playa, pero debidamente almacenado, se transporta el órgano que desenganchará de la máquina de diálisis a una persona.
Dentro de la trastienda sanitaria quizás lo más llamativo es la manera en que se transportan las células madre de sangre de cordón umbilical. La parte más sencilla es el envío desde la maternidad en la que una mujer que da a luz hasta el Banco Andaluz de Sangre de Cordón Umbilical, ubicado en el Hospital Civil.
Aunque este proceso es más simple, también es imprescindible para garantizar el resultado porque la sangre tiene que estar congelada antes de que se cumplan 48 horas de la donación. Esa materia prima humana debe transportarse en un contenedor de productos biológicos a una temperatura de cuatro grados.
Cuando llega al banco, la sangre se procesa para aislar y concentrar las células madre, que son las que tienen la capacidad de regenerar una médula ósea y curar una leucemia, entre otras patologías hematológicas.
Una vez procesada, tiene que congelarse. Crioperservarse, para ser más exactos. Pero no de cualquier manera. Las células no pueden desecarse. El proceso también debe hacerse de forma que no se les formen cristales porque podrían romperlas. De una bolsa similar a la de una donación de sangre normal, que es lo que se extrae del cordón umbilical tras la expulsión del bebé, se sacan apenas 20 centímetros cúbicos de células madre; el equivalente a cuatro cucharadas. Pero cuatro cucharadas que salvan una vida. Ese medicamento humano se guarda en un paquete poco más grande que un sobre de azúcar (Como el que se ve en la foto de abajo, a la derecha). Lleva su código de barras para que, cuando algún enfermo lo necesite, sea rápidamente localizado y se tengan a mano todas sus características.
Así se almacena en tanques de nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero. Hay 23.643 de esas bolsitas guardadas en el banco andaluz, con sede en Málaga. Más de 23.000 opciones de curación para pacientes de cualquier punto del planeta. Los bancos de sangre de cordón umbilical funcionan en red (NetCord). Pero de las miles de bolsitas, no todas valen para un enfermo. He ahí el problema. Tienen que ser células madre compatibles. Por eso, cuando el donante compatible está en un banco de las antípodas, desde allí hay que traer esa bolsita, esas cuatro cucharadas. O enviarlas, en el caso del banco de Málaga, que también provee a cualquier parte del mundo. El coste del transporte siempre corre por cuenta del hospital que necesita la sangre de cordón para el trasplante.
Pero esa bolsa poco más grande que un sobre de azúcar necesita ser transportada en un tanque del tamaño de una bombona de butano (foto de la izquierda). ¿Para qué un contenedor tan grande para un envío tan pequeño? El director del Centro de Transfusión Sanguínea, Isidro Prat, explica que si el paciente que necesita esas células madre está en Nueva Zelanda, allí tiene que llegar esa unidad de sangre de cordón umbilical a 196 grados bajo cero. Para conservar la temperatura y las condiciones de la bolsa, se necesita esa bombona en la que se emplea, esta vez, nitrógeno absorbido.
El tanque lleva en la tapa un microchip que constantemente mide la temperatura. Antes de cargarlo en Málaga, los profesionales verifican que esté en perfecto estado para su transporte. Cuando llega a destino, sus colegas hacen también sus comprobaciones para asegurarse de que la unidad esté en perfectas condiciones para el trasplante.
El proceso logístico tiene su dificultad. "Hay que ajustar mucho los tiempos para que llegue en el momento adecuado", explica Prat. Y es que al paciente que va a ser trasplantado se le somete a quimioterapia durante varias semanas para destruirle su médula enferma. Los médicos hacen una cuenta regresiva. El paciente entra en una cámara de aislamiento porque, al carecer de defensas, es vulnerable a cualquier infección. El día 0 es cuando debe recibir el trasplante de la sangre de cordón. Ese día deben estar, aunque sea en las antípodas, las cuatro cucharadas de sangre que podrán salvarlo. Cuando se hizo el primer trasplante del banco de Málaga, los profesionales se desplazaron a Barcelona con el material biológico que salvó a Rodrigo, el niño curado con aquella donación. Pero ahora hay empresas especializadas dedicadas a ese transporte y coordinadas por la Fundación Josep Carreras. Por que ya, por suerte, hay demasiadas bolsitas con sangre de cordón viajando de un lado a otro del mundo para curar a miles de personas.
No hay comentarios