Medio Ambiente

Luchando desde Málaga contra la degradación del suelo y el cambio climático

Parte del equipo del laboratorio de Geomorfología y Suelos de la UMA.

Parte del equipo del laboratorio de Geomorfología y Suelos de la UMA. / Javier Albiñana (Málaga)

El 75% de la superficie en la provincia de Málaga tiene un riesgo alto de desertificación, que no es que avance el desierto como algunos creen sino la pérdida progresiva de calidad del suelo hasta que se muere y no es capaz de producir nada. El cambio climático tiene mucho que ver y la situación va a peor, como demuestra el hecho de que cada vez el tiempo meteorológico esté más inestable, combinando lluvias torrenciales con sequías, noches tropicales, etcétera.

La sociedad y las administraciones se están empezando a poner las pilas y a sensibilizarse sobre la importancia de que haya expertos que investiguen qué pasa con los suelos. Y ahí Málaga tiene la suerte de contar con uno de los principales laboratorios de España. Se llama laboratorio de Geomorfología y Suelos, está situado en el edificio Ada Byron en la ampliación de la UMA, trabajan diariamente en él 25 personas y está dirigido por el catedrático de Geografía José Damián Ruiz Sinoga. Tiene muchos proyectos en marcha, la mayoría financiados con fondos europeos, y no paran de crecer hasta el punto de que las instalaciones se les están empezando a quedar pequeñas.

Uno de los investigadores con unas muestras. Uno de los investigadores con unas muestras.

Uno de los investigadores con unas muestras. / Javier Albiñana (Málaga)

“El laboratorio nació hace 24 años con un equipo modesto en el departamento de Geografía. Desde hace unos años está habiendo un aumento de la sensibilidad social a estos temas y se puede ver en que antes pedíamos proyectos y no nos lo daban y ahora sí”, explica Ruiz Sinoga. La realidad es palpable. Antes analizaban el suelo con proyectos de la parte oriental andaluza y ahora de toda la comunidad. También trabajan codo con codo con otros laboratorios nacionales e internacionales y colaboran en proyectos con profesionales de la República Checa o Cuba, entre otros países. Hasta tienen muestras de suelo del Ártico para analizarlas.

“Gracias al equipo de investigadores que tenemos hemos podido adquirir una gran infraestructura para estudiar muestras, lo que nos permite ser punteros a escala andaluza y española en equipamiento”, detalla Marina López, la investigadora encargada de que todo esté bien organizado en el laboratorio, algo que no es nada sencillo cuando están inmersos en varias investigaciones a la vez y tienen más de 2.000 muestras.

En este laboratorio hay cuatro grandes líneas de investigación sobre el suelo: degradación, restauración, calidad y agua. El catedrático Juan Francisco Martínez fue el primero que se sumó al equipo de Ruiz Sinoga allá por el año 2000 y dirige los estudios sobre la degradación del suelo. “Es una línea de trabajo fundamental porque te permite conocer de primera mano cómo está la base para los ecosistemas naturales, agrícolas o ganaderos”, subraya. Analizan la degradación del suelo a través de una serie de indicadores siempre con el horizonte del cambio climático pues hay que tener en cuenta que cualquier proceso que implique la degradación de un suelo afecta a los ecosistemas y al rendimiento agrícola.

En estos momentos están analizando muestras de suelo de los parques naturales de Sierra de las Nieves, Alcornocales y Cabo de Gata. Otro de los proyectos del laboratorio es hacer una cartografía de la degradación del paisaje y un muestreo en diversas zonas del parque nacional de Sierra de las Nieves. También ponen el foco en los cambios de uso del suelo en los procesos geomorfológicos. “Todos los cambios de suelo tienen una repercusión. Si, por ejemplo, en los montes quitas olivos y pones aguacates hay una repercusión en el suelo, en el paisaje y en otros recursos como el consumo de agua. Estamos viendo que en Almería o Murcia se están abandonando cultivos y algunos de esos suelos se restauran rápido y otros se erosionan mucho y ahí entran otros aspectos en juego como la despoblación”, explica Ruiz Sinoga.

En este laboratorio hay más de 2.000 muestras de suelo En este laboratorio hay más de 2.000 muestras de suelo

En este laboratorio hay más de 2.000 muestras de suelo / Javier Albiñana (Málaga)

Todos los proyectos se retroalimentan aunque Paloma Hueso, que fue la segunda en entrar en el laboratorio, es la principal especialista en materia de restauración de suelos. Aparte de colaborar en las investigaciones mencionadas anteriormente, están haciendo un diagnóstico sobre la calidad del suelo en el campus de Teatinos para ver la posibilidad de plantar vegetación. “Con imágenes satélite hemos visto los indicadores de degradación y hemos comprobado que estos suelos necesitan que se les ayude a mejorar su estructura y conservación”, señala Hueso. Esos suelos son ahora improductivos para poner vegetación, pero se trabaja en posibles soluciones. “Hay suelos, por ejemplo, que no infiltran el agua y hace falta que lo hagan , algo que se puede conseguir añadiéndole materia orgánica como estiércol o paja”, afirma.

El masivo consumo de agua de productos subtropicales en la Axarquía -cuyo pantano además tiene apenas un 16% de ocupación- es una de las grandes preocupaciones de los agricultores y de los investigadores. “En la Axarquía se está cultivando por encima de los recursos de agua disponibles y eso puede provocar una salinización de los acuíferos. Pero luego hay miles de personas viviendo gracias a la plantación de aguacates, por lo que hay que buscar un equilibrio y que se involucre todo el mundo para defender realmente la sostenibilidad”, asegura Ruiz Sinoga.

La investigación puede ayudar y en ello están. Los profesionales de este laboratorio y los de La Mayora están trabajando juntos para optimizar el riego de los aguacates con el objetivo de trasladarle a la raíz la cantidad de agua que realmente necesita y no desperdiciar. “El sistema de riego por goteo fue avance, pero el agua se queda en la superficie y esto sería dar un paso más, regando solo la raíz”, puntualiza Ruiz Sinoga. Han puesto sondas de humedad en el suelo para ver cuánta agua precisa cada planta en concreto y se comprobará la calidad y el calibre de cada fruto, aunque el director del laboratorio de Geomorfología advierte de que los resultados pueden darse en tres o cuatro años.

Cuando llueve, el suelo se desplaza y eso genera erosión y degradación. José Antonio Sillero, miembro del equipo, ha hecho una tesis sobre esta temática y ha podido comprobar que “con lluvias a partir de 10 litros en diez minutos en el mismo sitio ya hay evidencias de que se producen movilizaciones de suelo”. Cuando hay lluvias torrenciales, como se han visto en esta provincia, de 100 litros o más por metro cuadrado en apenas una hora ya se pueden imaginar las consecuencias.

Una parte del equipo de investigadores en la oficina Una parte del equipo de investigadores en la oficina

Una parte del equipo de investigadores en la oficina / Javier Albiñana (Málaga)

“El sur de España es un laboratorio de cambio climático porque en 300 kilómetros tenemos desde zonas con desiertos en Almería a otras donde llueve diez veces más como Grazalema”, expone Ruiz Sinoga, quien indica que “el Mediterráneo es una zona especialmente sensible”. Llevan más de 20 años investigando y, aunque siempre ha habido inundaciones u olas de calor, reconocen que “todos estos conceptos de inundaciones, sequías, noches tropicales, etcétera no los manejábamos tanto hace unos años y ahora vemos, por ejemplo, que las precipitaciones son más agresivas”. Según este experto, la situación es “preocupante porque lo estamos normalizando y hemos de adaptarnos a las nuevas condiciones que ya se están produciendo por el cambio climático, y una prueba más que evidente la tenemos en la sucesión de incendios forestales, como el de esta semana en Pujerra, que es una de las causas que en estos ecosistemas mediterráneos contribuye más a incrementar los procesos de desertificación”

El 17 de junio es el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. En una zona como Málaga nos toca de lleno, aunque afortunadamente hay investigadores punteros como los de este laboratorio universitario que trabajan para que los suelos puedan tener una mejor calidad y, con ello, mejore el ecosistema y la agricultura.

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