Malagueños atrapados en un tren por la avería de Adif: “Fueron 8 horas desesperantes; avanzábamos dos kilómetros y paraba"
Una de las pasajeras relata que llegó a Madrid a las 4 de la madrugada desde las 20:00 que se subió al tren
La enésima avería deja a 300 personas paradas durante catorce horas en un tren a Málaga, Adif restablece la circulación
Ana Barranco había viajado a la Costa del Sol para acudir a una boda. Es malagueña de nacimiuento, pero vive en Madrid, donde cursa un máster en la Universidad Complutense. Es una de las afectadas por la enésima avería ferroviaria, que, hasta nuevo aviso, ha dejado a todos los trenes de alta velocidad con salida desde Atocha en cocheras. La joven llegó anoche a casa después de un trayecto que se demoró ocho horas. “Fue muy desesperante, avanzábamos un par de kilómetros y se volvía a parar”, recuerda en declaraciones a este periódico. El tren en el que ella se subió había salido a las 20:05 de este lunes para dirigirse a Madrid. Lo hizo sin complicaciones, pero no llegó a su destino hasta las 4 de la madrugada, cinco horas después de la prevista.
El viaje transcurrió con normalidad hasta que comenzaron las interrupciones, que se repitieron en hasta cuatro ocasiones. “La primera fue antes de llegar a Córdoba. Allí el tren se quedó parado. Avisaron por megafonía de que había habido una incidencia técnica”, relata la joven. Y entonces recibió el primero de los ocho mensajes que Renfe le haría llegar a ella y al resto de usuarios para notificarles las novedades sobre la incidencia, aunque se les advertía de que había “incertidumbre” sobre la reanudación de la marcha.
En cada parada, “de en torno a una hora cada una de ellas”, detalla la pasajera afectada, abrían las puertas para que pudieran “salir y tomar el aire”. El trasiego a la cafetería era constante. Una familia con acento dominicano a cargo de una niña que lloraba sin consuelo. Dos señoras que agotaban las horas mientras charlaban sobre Bertín Osborne.
Ana, exasperada, decidió difundir su caso a través de la red social X, antes Twitter. “Hoy es de esas veces en las que no le ocurre al otro, si no a ti misma. Y aquí estoy, dentro de un AVE parado en Ciudad Real, esperando que, en teoría, nos remolque un tren diésel de socorro”, escribía. Reconoce que, al menos, el aire acondicionado estuvo funcionando todo el tiempo y la temperatura era muy agradable.
Nunca antes había vivido una situación parecida. Hasta ahora, había sufrido retrasos de “media hora o 40 minutos”, pero es la primera vez que se ve atrapada ocho horas en un tren. A ella, narra entre bromas, le dio “por comer”. Llevaba chuches, un bocata y patatas. Por fortuna, viajaba con su portátil. Para hacer el trayecto más ameno optó por disfrutar de una serie a través de la popular Netflix. Pero el tiempo que llevaba sentada comenzó a pasarle factura. “Yo viajaba en los asientos de cuatro personas y no podía estirar las piernas. Tenía dolor en los gemelos y en los cuádriceps”, afirma.
Cuando el reloj marcó “la 1 y pico o 2 de la madrugada”, bajaron las luces del vagón para que los pasajeros pudieran conciliar el sueño. Los medios de comunicación daban las claves de lo sucedido. Había caído la primera línea de este efecto dominó: una catenaría perdía la tensión entre Los Yeles (Toledo) y La Sagra (al suroeste de Madrid) y dejaba dos trenes varados y a la espera de otros dos que, con combustible diésel, los remolcasen. La pesadilla acabaría poco después.
Más indignada aún se muestra Belén, que debía tomar un vuelo esta mañana para pasar sus vacaciones en Centroamérica. Su tren hacia la capital de España salió a las 7:41. "A las 10:15 apareció un señor de Renfe informando de que en 15 minutos había otro tren que volvía a Málaga. Nos aconsejó que lo cogiéramos porque esto iba para largo", recuerda. Entonces, "casi la totalidad de los pasajeros se bajaron para buscar transporte alternativo". Diez minutos después, desde abajo, observaron, atónitos, que el vagón reanudaba la marcha "sin ningún aviso por megafonía". "Los que nos habíamos bajado vimos que nuestro tren se marchaba, sin más", denuncia la mujer.
A su juicio, la situación ha sido "todo un despropósito". La afectada tuvo que alquilar un vehículo en Antequera, "a un módico precio (ironiza) de 210 euros", para llegar hasta el aeropuerto de Madrid y, desde allí, coger el avión. "Ha sido un desastre", asevera.
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