Una niña se mece en un columpio mientras oye en primer plano el cántico de una mujer con peluca violeta: "Ahora y siempre resistencia". A este sonido, que a modo de mantra acompaña buena parte del recorrido de la marcha convocada con motivo del 8M, Día Internacional de la Mujer, se suman otros mensajes popularizados en las últimas semanas, como el "Sola y borracha quiero llegar a casa". La pequeña vive, consciente o inconscientemente, una masterclas de feminismo.
El ambiente festivo y de celebración ha marcado el avance de una comitiva salpicada por numerosos colectivos. Sindicales, ciudadanos, políticos... Y muchos hombres y mujeres anónimos, que han vuelto a gritar contra el machismo y en favor de la equiparación entre los dos géneros.
Pero siendo elevado el gañido lanzado, su eco ha sido menor que el de años pasados. Los datos aportados por la Subdelegación del Gobierno han situado en unos 15.000 los asistentes, algo por debajo de los que este mismo organismo manejó el 8 de marzo de 2019, y en las antípodas de las 45.000 contabilizadas por la coordinadora del 8M.
Algunas se atrevían incluso a relacionar esta menor presencia al efecto coronavirus, aunque tampoco parece haber ayudado la coincidencia de la celebración en domingo y la hora marcada para la marcha. A pesar de ello, Muelle Heredia, el Paseo de los Curas, el Paseo del Parque, la calle Larios y la Plaza de la Constitución se han llenado de color. Escenario de una fiesta reivindicativa, desafiante en buena parte de sus reclamaciones, pero con la normalidad por bandera.

Reducido grupo de hombres que ha protestado contra la marcha.
La única nota dispar ha estado protagonizada por apenas siete hombres, que a la altura de la Plaza de la Marina, con la boca tapada con cinta, portaban pancartas en las que se leían: 'Hombre maltratado, minoría invisible' y 'Tod@s iguales ante la ley, por una sociedad + justa+ igualitaria'. Eran tantos como los policías nacionales que a modo de guardia pretoriana permanecían impasibles frente a ellos, seguramente en el intento de prevenir una posible reacción adversa.
Durante minutos han sido foco de atención de quienes pasaban, casi como un desfile procesional, junto a ellos. "Vergüenza dan los cuatro hombres haciendo el pamplinas diciendo que están maltratados", verbalizaba a pocos metros Vicente Granados, profesor de la Universidad de Málaga y quien, durante años, fue alto cargo de la Junta de Andalucía.
Él ha sido uno de los muchos rostros masculinos que han acompañado a una mayoría femenina. En su testimonio, la carga necesaria de reclamación al género masculino para que el avance logrado hasta la fecha sea imparable. "Hasta que los hombres no lo pongamos las pilas esto no va a terminar; que tengan fuerza ellas", ha pedido.
La experiencia de Granados contrasta con la juventud de Ángela Angulo. 21 años figuran en su carné de identidad. Acude a la marcha con una pancarta en la que denuncia las "relaciones tóxicas" que marcan el día a día de cientos de jóvenes. Ella no tiene duda en su reflexión. "Puede que quieras a tu pareja, pero si te aísla, te asfixia, te ciega, te silencia y te anula, debes saber que eso no es amor; tú no tienes la culpa, no estás sola", señala.
Otra joven, Marta, casi recita una lección aprendida. "Hay que luchar por nuestras hermanas de otros países, hacernos oír porque hay muchas cosas que no se han cambiado desde los años 70 y que se nos visibilice", asegura.
Toñi Corpas lleva 38 años viviendo en Málaga aunque es nacida en Córdoba. Su edad la convierte en un activo claro de ese amplio grupo de mujeres que batalla por reducir la desigualdad real en todos los ámbitos sociales. No sólo en el plano laboral, que también."Esta es una marcha más que razonable; creo en la igualdad entre hombres y mujeres en todas las cosas cotidianas; estamos llegando poco a poco pero no estamos en ese punto. Lo vemos en nuestras relaciones de pareja, en nuestras relaciones maternofiliales, sociales...”, explica. En primera persona, junto a quienes viven con ella, trata de achicar esa separación. “Estoy en el camino, he sufrido y lo estoy sufriendo”, añade.
Antonio tiene 66 años y llega a la capital procedente de un pueblo, Torrox. Varón, mayor y de zona rural. Y a pesar de reunir algunas de las características que le podrían acercar sin duda a la figura de un machista claro, no duda en su respuesta: "La mujer necesita la igualdad lo mismo que el hombre y para eso tendrá que protestar porque si no no la va a tener nunca".
La lucha está presente. En las voces de muchas, que hablan por las que callan, y en las numerosas pancartas. Si tocan a una nos tocan a todas, se lee en una de ellas; en otras: Sola y borracha quiero llegar a casa. Este cuerpo no se viola, no se mata. Y mientras la mirada se detiene en ellas, el oído no puede dejar de percibir el estruendo de: "Al triturador hombre violador", o "Fuera los rosarios de nuestros ovarios".

Una de las participantes en la marcha con una mascarilla.
"Ya está bien de violencia machista, de asesinatos, esto es insorportable", enfatizaba María Adela Zafra, la secretaria de Igualdad y Políticas Sociales de UGT. En su discurso, en el arranque mismo de la marcha, insistía en la pugna constante que tiene que protagonizar la mujer. "Nos pasamos la vida de brecha en brecha, desde que nacemos; con la formación; cuando entramos en el mercado de trabajo, donde nos encontramos con un montón de impedimentos", comentaba, destacando cómo "el cuidado de mayores, menores, dependientes recae sobre nosotras".
Andrea Barbota, integrante de la Coordinadora 8 de marzo Málaga. Ella pone el acento en el Gobierno andaluz, al que ha acusado, con el apoyo "de la ultraderecha", de estar "negando la existencia de la violencia de género, ahogando a las asociaciones feministas y de mujeres". "El 8M es un día reivindicativo, no festivo, en el que buscamos la igualdad real entre mujeres y hombres; ahora es más necesario que nunca, especialmente en Andalucía, donde sufrimos día a día retrocesos en política de igualad", ha denunciado.
La marcha, que ha partido del final de la Alameda de Colón poco después de las 18:00, ha concluido pasadas las 20:30 en la Plaza de la Constitución, con la lectura de un manifiesto en el que se ha denunciado la situación de desigualdad y violencia que afecta a la mujer. "Denunciamos todas las formas de violencia dentro y fuera de la pareja", relataba la oradora, que acababa reclamando una sociedad "libre de presiones y violencia machista".
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