"Mi marido dice que algo parecido a lo de Gil pasó cuando llegó Hitler a Alemania"

La princesa afincada en Marbella logró que la 'jet set' supiese de la existencia del sida gracias a su gala benéfica · No tiene inconveniente en reconocer que la España de Franco le fascinó por la seguridad

María Luisa de Prusia, en el salón de su casa de Marbella con su perro 'Lilo'.

28 de septiembre 2008 - 01:00

Pocas personas pueden contar que nacieron en un castillo de cuento levantado sobre el nacimiento del río Danubio. La princesa María Luisa de Prusia (1945) fue alumbrada en uno de ellos cuando los países aliados se afanaban en derrotar al régimen de Adolf Hitler, que hasta entonces tenía las riendas de su Alemania. Los nazis se la tenían jurada a los de su estirpe debido a que eran descendientes del último káiser Guillermo II y de Federico El Grande. Aristócrata, metódica, solidaria y religiosa, llegó a Marbella en 1971 de la mano de su marido, el conde Rudi, director general del hotel Marbella Club, emblema del turismo de calidad y de la época dorada de la jet-set. Sin embargo, la princesa sólo quiso quedarse como "espectadora" de ese mundo y prefirió desarrollar su faceta más humanitaria en asociaciones benéficas como Unicef y, sobre todo, en Concordia Antisida, de la que es presidenta desde hace 14 años. Esta alemana que es capaz de ponerse una mantilla para desfilar en Semana Santa, tampoco tiene inconveniente en defender la abstinencia sexual o reconocer que recibió con entusiasmo la llegada de Jesús Gil a la Alcaldía.

-¿Por qué decidió embarcarse en un proyecto tan ambicioso como presidir Concordia Antisida?

-En 1994 la enfermera Chelo Mas vino a mi casa para contarme el problema que había con esta enfermedad en Marbella y en todo el mundo. Me dijo que aquí no había nadie que se preocupase por estos enfermos que se encontraban abandonados y rechazados. Acepté ayudar porque era una forma de devolver a la comunidad lo bien que me había tratado desde que llegué.

-¿A cuántas personas atiende esta ONG y cuál es el perfil del paciente?

-El hospital Costa del Sol trata alrededor de 400 pacientes de sida, pero nosotros atendemos entre 150 y 200 porque el resto dispone de trabajo y no requiere de nuestra ayuda. En cuanto al perfil de las personas que se acercan a nosotros, hay que decir que son los más pobres, están solitos y son incapaces de trabajar porque se encuentran débiles. Lo que nos preocupa muchísimo es que cada vez son más jóvenes los infectados, por eso damos charlas en colegios e institutos para informar al máximo.

-¿Por qué cree que los índices de contagio continúan siendo tan altos a pesar de las campañas de prevención que existen?

-Desgraciadamente, todo lo que gira alrededor del mundo es el sexo, sexo, sexo…Hasta para vendernos un yogur en televisión debe salir alguien que esté semidesnudo. Es como una manía que actúa contra nosotros. Por eso, siempre digo que es fundamental la abstinencia y la fidelidad. En caso de que no sea posible lo anterior, el condón sigue siendo la opción más segura hoy en día.

-¿Cómo se financia un proyecto como este que ofrece una atención tan personalizada y completa a los enfermos?

-Es muy triste que en todo este tiempo no hayamos recibido ni una sola subvención procedente de las administraciones públicas. Por eso, todo el dinero lo sacamos de los cinco eventos benéficos que organizamos al año. Es una gran preocupación y responsabilidad para mí sacar fondos que financien un proyecto que cada tiene más pacientes.

-Pero usted también colabora con proyectos humanitarios en África.

-Trabajo con una asociación de Málaga que se llama Mujeres Solidarias porque tiene la idea de abrir un pequeño centro en Mali para atender a mujeres que están embarazadas y tienen sida. Nuestra intención es conseguir medicación gratis para que los niños nazcan sin el virus.

-¿Cómo se siente al ostentar un título nobiliario que hace referencia a un lugar que sólo existe en los libros de historia?

-Es triste porque Prusia podría seguir existiendo como otras regiones alemanas, pero el bando de los aliados decidió deshacerse de ella. También me da pena que a mi familia no se le haya devuelto las propiedades y castillos que nos quitaron tras la ocupación de los rusos.

-¿El régimen nazi supuso un peligro para su familia?

-Mi padre me contó que vio una orden escrita de Hitler donde decía que si ganaba la guerra, todos los príncipes tendrían que desfilar ante él de camino a un campo de concentración donde irían a morir. De hecho, el Führer sacó a toda la aristocracia del ejército alemán para que en las intervenciones en el exterior no se relacionasen con familiares y amigos que estuvieran en el extranjero.

-Los alemanes tienen fama de que son muy racionales, estrictos y cuadriculados. ¿Usted se considera todo eso?

-…[Risas]. Los que trabajan conmigo dicen que soy muy alemana y que siempre estoy con el látigo para que no paren. Por mi educación no puedo dejar las cosas para el último momento. No soy como los españoles que son unos artistas en el arte de la improvisación.

-¿Eso fue lo que más trabajo le costó asimilar de nuestra forma de ser?

-También me podía el tema de la impuntualidad porque yo estaba acostumbrada a llegar a los sitios un poquito antes y me pasaba el día esperando.

-¿Era muy caótica y atrasada la España que conoció cuando llegó en 1971?

-Me encantó porque todo tenía mucho orden bajo el mando del Generalísimo Franco. Veía a la gente muy feliz porque todo funcionaba. Podías tener las casas abiertas, los coches sin cerrar, el clima era fantástico, las personas muy simpáticas…todo era muy positivo.

-Ha nacido y crecido en Alemania, estudiado en Suiza y trabajaba en Somalia como puericultora, ¿por qué terminó eligiendo Marbella para fijar su residencia?

-Vine a Marbella antes de comprometerme con mi marido, el conde Rudi, al que conocí en el aeropuerto de Mogadiscio. Él tenía intención de vivir en Marbella, pero yo quise venir antes de comenzar la relación para saber donde podría estar mi futuro. Nada más llegar me encantó porque nos invitaron a una puesta de largo donde se había hecho una réplica exacta de la Feria de Abril de Sevilla. Aunque nos casamos en la Selva Negra, decidimos quedarnos aquí donde también nacieron nuestros dos hijos, Federico y Sophie.

-Me han comentado que uno de los acontecimientos sociales de Marbella en 1984 fue el bautizo de su hija porque la madrina fue la Reina Sofía.

-Vino aquí muy amablemente y fue impresionante porque había mucha expectación. La Reina es prima segunda mía porque su madre Federica de Grecia y mi padre eran primos. Es una mujer muy natural y sencilla que sabe cuáles son sus obligaciones. Ahora nos vemos poco por su trabajo pero sé que puedo contar con su ayuda. Así lo demostró cuando aceptó ser presidenta de honor de Concordia Antisida.

-¿A qué personajes de la época dorada de Marbella recuerda con más cariño?

-Aunque conocí a gente como Sean Connery, Kirk Douglas o Mel Ferrer, entablé una bonita amistad con Deborah Kerr, que era una gran señora, y su marido, Peter Viertel.

-¿Cómo vivió la llegada de Jesús Gil a Marbella?

-Al principio fue como una salvación porque todo estaba muy mal. La gente construía muros más altos en sus casas por la inseguridad y compraban perros para atacar. No podías salir porque te robaban el bolso, había mucha droga y en las calles veías chicas buscándose la vida. Muchos estábamos a punto de irnos, pero llegó Gil y vimos que al ser un empresario sabría levantar el pueblo mejor que un político. Al poco tiempo no nos podíamos creer el cambio que había dado Marbella.

-¿Y después…?

-En los últimos años fue cuando se veía que había un problema tras otro. Se rodeó de una gente que no nos gustaba mucho. Tampoco sabíamos todas las cosas que ahora están saliendo. Mi marido dice que algo parecido pasó cuando Hitler llegó a Alemania.

-¿Qué le pareció entonces la Operación Malaya?

-Muy bien, pero es algo que se tendría que haber cortado antes, porque había gente que vino sin nada a Marbella y en poco tiempo veías que vivían como multimillonarios. Lo que me pareció indignante fue como la Policía entró cubierta y con metralletas en las casas para detener a las personas. Hubo un momento en que cuando escuchabas un helicóptero te preguntabas a quién le tocará hoy.

-Su marido mostró su apoyo en las pasadas elecciones municipales al PP que dirige Ángeles Muñoz. ¿A usted qué le parece el actual equipo de gobierno?

-Me inspiran confianza porque casi todos son hijos de Marbella. No vienen a aprovecharse y creo que estamos en muy buenas manos, aunque la situación es difícil.

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