Jesús Pozo, natural de Melilla; y Luisa Sara Moreno, nacida en el municipio malagueño de Cartajima, estaban en en el lugar adecuado y en el momento preciso. Este matrimonio disfrutaba este domingo a mediodía, acompañados por su hijo de cinco años, de un almuerzo en un establecimiento hostelero de la playa de la Romanilla en Roquetas. Como cualquier otra familia almeriense aprovecharon el buen día, con cielo despejado y temperatura agradable, para disfrutar de una tranquila jornada en un escenario inmejorable frente al mar de Alborán. Pero una narcolancha a toda velocidad entró en escena y el violento desembarco de una treintena de inmigrantes, arrojados al mar por los pateristas, resquebrajó en mil pedazos la tranquilidad de los presentes. Todos emprendieron la huida tierra adentro en cuestión de segundos, pero uno de los magrebíes que había sido arrastrado hasta la orilla no se movía.
Quedó tumbado sobre la arena sin moverse frente a decenas de vecinos y turistas impactados por la situación. Todos miraban expectantes, algunos habían grabado la descarga forzosa y otros contactaban con la Guardia Civil del puesto roquetero. Pero sólo una pareja comprendió que la vida de ese inmigrante pendía de un hilo. Dos legionarios a la carrera para salvar una vida. El sargento primero Jesús Pozo Rivas (39 años) y la cabo Luisa Sara Moreno García (35 años) decidieron intervenir con urgencia y atender al joven de 22 años que permanecía moribundo. En un primer momento creían que se trataba de un ahogamiento. Pero durante la maniobras para ponerlo en posición de seguridad para intentar que expulsara el agua comprendieron que estaba sufriendo una aguda hipotermia.
Comenzaron a quitarle la ropa empapada mientras los vecinos les acercaban mantas, toallas y hasta chaquetas para que entrara en calor. "Estaba congelado, tenía los labios morados y los ojos perdidos, los tengo grabados", comenta la cabo Moreno que tras su paso por la Legión se encuentra pendiente de destino como especialista de Guarnicionería en dependencia orgánica de la Subdelegación de Defensa en Almería. En ese momento el joven inmigrante sufrió una parada cardiorrespiratoria y su vida corría un serio peligro. "Sabíamos que eran minutos vitales, estaba muy grave, su consciencia iba y venía y perdía el pulso, pero conseguimos que no se apagara", asegura el sargento primero Pozo, del Grupo Logístico II de la Brigada de la Legión de Viator.
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