El modelo educativo finés, un ejemplo a seguir

Fuengirola cuenta con el único colegio finlandés del país · La disciplina y la metodología enfocada a la práctica son los pilares fundamentales para el desarrollo de los alumnos

Una profesora imparte clases a un grupo de alumnos.
Una profesora imparte clases a un grupo de alumnos.
Desirée Bea / Fuengirola

01 de noviembre 2009 - 01:00

La educación en España está siendo un tema de debate para muchos padres y profesores que, casi de forma desesperada, intentan buscar una solución a los problemas existentes. Y no es para menos, dado que en la última edición del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, en sus siglas en inglés) España volvió a situarse al final de la lista, mientras que el sistema educativo de Finlandia obtuvo su reiterado "sobresaliente". La única escuela finlandesa que hay en España está ubicada en la Costa del Sol, concretamente en Los Pacos, Fuengirola. Desde casi dos décadas este centro semiconcertado, que acoge a unos 200 alumnos, ofrece los cuatro niveles estipulados: Preescolar, Primaria, Secundaria y Bachillerato, en cuyo último caso tan sólo el 7% de los finlandeses prefiere no estudiarlo. Pero, ¿por qué es tan ejemplar este modelo educativo?

María Concepción Flores, docente del colegio, explica: "La disciplina es fundamental. Desde principio de curso se establecen muchas normas. Los alumnos deben ser conscientes de si llaman la atención o molestan en clase, se avisa al director y se les manda un parte a sus padres". "Y todo esto sin tarimas ni uniformes", asegura la profesora de español y manualidades. "El sistema finlandés cuenta con psicólogos y profesores de apoyo, todo está organizado. En los colegios españoles a menudo estos cargos sólo existen en la teoría", afirma. En este sentido, una vez al mes el claustro de profesores mantiene una reunión para determinar el buen desarrollo del alumnado.

Por otra parte, la metodología está muy enfocada a la práctica, de manera que los niños apenas se dan cuenta de que están estudiando, señala Mili Leberl, representante de la junta directiva del centro. "He tenido a mis hijos tanto en un colegio alemán como en uno español para que se integraran, pero pedagógicamente el sistema de Finlandia es distinto, el conjunto es mucho más bonito", dice.

Algo llamativo es que en Secundaria, tanto chicas como chicos, tienen que cursar asignaturas como Dibujo, Cocina o Labores, donde se les enseña a hacer puntos, coser un botón y prepararse la comida, lo que les hace ser mucho más independientes. Otro factor clave es que después de cada clase, que dura 45 minutos, los niños tienen un recreo de un cuarto de hora. "Así tienen tiempo suficiente para despejarse", dice Flores, no sin antes añadir que "si los alumnos cambian de profesor sin poder salir un rato es más difícil que luego rindan en clase". De hecho, las aulas no deben superar los 25 alumnos. Las nuevas tecnologías también juegan un papel muy importante, ya que gracias al uso de internet y proyecciones de imágenes el alumno puede aprender de forma más amena.

Dado que la instrucción se imparte en las dos lenguas oficiales, el finlandés y el sueco, estos alumnos no tienen dificultades a la hora de aprender otros idiomas, como el inglés y el español. En Secundaria se añade una quinta lengua, donde los alumnos pueden optar por el alemán o el ruso. Los exámenes en esta materia son bastante amplios porque abarcan el saber hablar, escuchar y escribir. "Me parece bien porque así demuestras que sabes todos los diferentes aspectos de un idioma", explica Sonja Huhta, quien estudió en diferentes centros de Finlandia. "La interacción entre profesores y alumnos es más entre iguales. En clase se hacen muchas mesas redondas con discusiones para aprender a argumentar", dice.

Tras finalizar el Bachillerato, la mayoría de los jóvenes siguen formándose en una escuela superior o universidad. De hecho, no es de extrañar que muchos no terminen la carrera hasta cumplir los 25 años, entre otras cosas, porque estudiar en Finlandia no supone ningún obstáculo económico. En primer lugar porque la mayoría de los colegios son públicos y, en segundo, porque los bancos ofrecen a los jóvenes el denominado "préstamo de estudiante". Se trata de una especie de hipoteca con intereses muy bajos que deberá ser abonada una vez que la persona en cuestión haya conseguido un puesto de trabajo, explica Flores, quien en último lugar destaca: "El sistema finlandés lleva en marcha tan sólo 50 años y está obteniendo buenos resultados. Aquí en España el sistema educativo depende mucho de la política, cuando debería ser una cosa de todos".

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