El Museo Picasso Picasso Málaga expone obras de Chirico, Cocteau, Ray y Magritte

La muestra explora "la relación entre las imágenes y la deriva del sujeto moderno"

Las fotos de la exposición 'Picasso Memoria y Deseo' de su museo en Málaga

La muestra reúne más de un centenar de obras.
La muestra reúne más de un centenar de obras. / Javier Albiñana

El Museo Picasso Málaga (MPM) presenta 'Picasso Memoria y Deseo', una exposición que, a partir del óleo 'Estudio con cabeza de yeso' que Picasso realizó en 1925, explora la compleja relación entre las imágenes y las derivas del sujeto moderno a través de la obra de Picasso y sus contemporáneos. El recorrido expositivo reúne más de cien obras de figuras clave del arte del siglo XX como Giorgio de Chirico, Fernand Léger, Jean Cocteau, Man Ray o René Magritte, además de recoger la interpretación que Salvador Dalí y Federico García Lorca hicieron de la citada obra de Picasso.

La muestra, comisariada por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga (UMA), Eugenio Carmona y patrocinada por la Fundación Unicaja, despliega un revelador diálogo entre la memoria y el deseo, el tiempo histórico y la modernidad, y sobre el modo en que la subjetividad transforma los símbolos de la cultura.

'Estudio con cabeza de yeso' (1925) fue una obra que impresionó a Dalí y Lorca, pieza en la que se ha estimado que existe una "línea divisoria" en la producción de Picasso y en la evolución de su personalidad artística. Se trata tanto un proyecto de investigación como de una propuesta expositiva con la que explorar la relación entre las imágenes, el devenir del sujeto moderno y la vivencia de tiempos históricos diversos en un mismo presente cultural.

En sinergia con la atmósfera surrealista, la obra muestra que una época no es un universo mental fijo sino una articulación compleja de referentes culturales, experiencias vitales acumuladas y expectativas de acción para el futuro. Picasso convirtió esta obra polifacética tanto en emblema psíquico del sujeto dividido como en la metáfora de un pasado que se convierte presente ante las demandas del deseo. Así, para Eugenio Carmona "se trata de una metapintura que responde a una tensión entre el deseo y la memoria". La muestra, que cuenta con el patrocinio de la Fundación Unicaja, puede visitarse en el Museo Picasso Málaga desde el 14 de noviembre de 2025 hasta el 12 de abril de 2026.

En las décadas de 1920 y 1930, la sociedad europea se desarrolló entrecruzando poderosas y dramáticas paradojas. Continuó la implantación colonial, y el nacionalismo extremo acabaría llevando letalmente de una guerra a otra. A pesar de ello, muchos hombres y mujeres transformaron sus mentalidades y sus valores sociales en pro de una emancipación liberadora. El arte moderno se extendió en círculos sociales amplios y al mismo tiempo, comenzó a ser cuestionado por los emergentes regímenes políticos autoritarios. La dialéctica entre la permanencia y el cambio era incesante.

El mito del progreso técnico y científico suscitaba dudas, pero ello no impidió que se propiciara con fuerza el continuo análisis del "uno mismo" y que se aspirara a la revisión de las identidades heredadas. El sujeto quería redefinirse. El surrealismo impregnaba ampliamente todo el ambiente creativo. La relación dinámica entre memoria y deseo mostraba que el presente no era un instante detenido, sino un continuo fluir de interacciones. El diálogo complejo entre todo lo vivido y todo lo por vivir era el motor de la existencia.

La eficacia reveladora de los iconos creados por Picasso prendieron en el arte moderno de su tiempo. Lo elaborado por Picasso era algo ajeno e incluso desafiaba los conceptos de "retorno al orden" y "clasicismo moderno". Era la suma de tiempos diversos en un mismo presente lo que se estaba planteando. En ese contexto histórico y con esta obra, Picasso cerraría el ciclo de sus relaciones con el llamado "retorno al orden" y con su periodo clásico.

'Estudio con cabeza de yeso', pintura realizada por Pablo Picasso en el verano de 1925, expresa singularmente esta situación histórica. El artista planteó en ella un poderoso enjambre de signos icónicos que contenía una reveladora psicomaquia. "Mirar 'Estudio con cabeza de yeso' es situarse ante una compleja trama de signos. Poderosos iconos reclaman atención en su esfuerzo por convertirse en emblemas. No es inadecuado hablar de pintura de Picasso como pintura de signos", afirma Eugenio Carmona.

El busto se convirtió en emblema. Los "rostros desdoblados" y el "perfil en sombra" se desarrollaron como vehículos de un juego figurativo y visual tan revelador como inquietante. Fueron propuestas visuales que evolucionaron sobre sí mismas, incesantemente. La resignificación del busto antiguo de yeso, el juego ideogramático de los rostros desdoblados y la sensación de extrañamiento de las sombras no fueron elementos privativos del arte de Picasso. Giorgio de Chirico había anticipado el uso de algunos de estos recursos.

Y a De Chirico y Picasso hay que añadir, desde 1924, a Fernand Léger, quien introdujo el busto de yeso y el perfil en sombras al mismo tiempo que aparecieron en las obras de Picasso. 'Estudio con cabeza de yeso' se reprodujo en varias revistas de la época y suscitó rápidamente el interés de numerosos creadores contemporáneos. Así, Salvador Dalí, se apropió en 1926 de los iconos picassianos y les dio un nuevo sentido relacionando el busto con la iconografía cristiana de la decapitación y lo utilizó, en los inicios de su método paranoico-crítico, para formalizar su autorretrato y situar las claves de su psicomaquia. A su vez, Federico García Lorca compartió con Dalí el referente del busto, la sombra y el desdoblamiento del rostro como signos de los conflictos del yo amoroso.

Jean Cocteau, en su constante interacción con Picasso, convirtió el busto y los rostros desdoblados en parte de su reflexión sobre la pervivencia contemporánea del mito de Orfeo. Man Ray manipuló la efigie de Venus para cuestionar las relaciones entre erotismo y cultura, y desplazó la semiología del busto hacia la petrificación atemporal de su propia imagen.

Carl Van Vechten, influido por Picasso y Cocteau, trasladó estos motivos al contexto del Harlem Renaissance y de la vague nègre, fotografiando entre otros al modelo senegalés François "Féral" Benga. Felice Casorati y Jean Metzinger situaron el busto en escenarios domésticos tratados como espacios artísticos, mientras que René Magritte, retomando las propuestas de Picasso y Cocteau, lo convirtió en un motivo recurrente desde 1925 hasta su serie La Mémoire.

En fotografía, Walker Evans y André Kertész hicieron de su propia sombra un icono. Brassaï, Dora Maar y de nuevo Kertész, al experimentar la calle como espacio onírico y al trabajar con maniquíes comerciales femeninos como esculturas involuntarias, replicaron y resignificaron el busto clásico. Brassaï y Dora Maar, además, documentaron el taller de esculturas de Picasso en Boisgeloup como una transfiguración moderna de las salas académicas de yeso.

Las cuestiones de género se amplían con Eileen Agar y Claude Cahun. Agar, en diálogo con la naturaleza y con un busto clásico de figura masculina contemporánea, invirtió los roles asignados a las mujeres en el surrealismo, transformándolas en agentes activas de la mirada. Cahun, junto a Marcel Moore, realizó un "doble busto" que se ha convertido en un referente pionero del arte transgénero, en una reflexión radical sobre la identidad. Finalmente, Juan Gris, como Picasso, incorporó el busto antiguo en bodegones que funcionaban como homenajes a las artes, introduciendo las formas blandas que más tarde retomaría Dalí. Con motivo de la exposición, el museo ha publicado un completo catálogo de 300 páginas en español e inglés que incluye textos del comisario y su equipo curatorial. La muestra contará también con una audioguía disponible en español e inglés.

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