Un preso estrangula a su compañero de celda en Alhaurín con un 'mataleón' y un funcionario le salva la vida
El interno que protagonizó el ataque ha sido trasladado a aislamiento; mientras que el trabajador que acudió al rescate del otro reo se encuentra de baja por las lesiones sufridas
Narcodrones, la nueva amenaza en las prisiones de Málaga para 'colar' drogas y móviles: "Nuestro miedo es que entren armas"
Un reo de la prisión de Alhaurín de la Torre ha acabado en aislamiento después de estrangular a su compañero de celda con la técnica conocida como "mataleón". Un funcionario de la cárcel acudió tras escuchar unos golpes y salvó la vida del interno que estaba siendo atacado, según han informado desde la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones (APFP).
Los hechos ocurrieron el pasado jueves a última hora de la tarde. El recluso atacó por la espalda a su compañero y lo comenzó a estrangular con sus brazos. El sonido de varios golpes pusieron en alerta a varios funcionarios de Instituciones Penitenciarias, que acudieron a la celda donde se encontraban ambos reos. Uno de los trabajadores corrió a socorrer al interno que estaba siendo agredido, aunque durante la intervención también sufrió lesiones por las que se ha tenido que dar se baja.
Desde APFP han deseado una pronta recuperación al funcionario y destacado la labor de todos los funcionarios de prisiones. "Es difícil de ver porque es un medio muy cerrado, pero no es un caso aislado. El otro día un compañero de Valdemoro (Madrid) salvó la vida a un hombre que intentaba ahorcarse". En este sentido, el portavoz de la asociación Rafael Paniza ha defendido el gran trabajo que realizan a favor de la seguridad de la sociedad.
Los sindicatos y trabajadores también alertan de que los narcodrones sobrevuelan las cárceles españolas de forma cada vez más habitual, con la pretensión de introducir en ellas los bienes más codiciados entre los presos: drogas y teléfonos móviles. Pero el panorama aún puede agravarse: funcionarios de prisiones temen que, en cualquier momento, entren armas de fuego. Y lanzan una advertencia: no hay inhibidores para evitarlo. La adaptación de estos dispositivos para el transporte de narcóticos y otros productos ilegales abren otro frente en la guerra contra los estupefacientes.
El modus operandi detectado para colar, sobre todo drogas y teléfonos, es tan sencillo como peligroso, pues plantea un complejo desafío de seguridad. Cuelgan algún objeto de color llamativo, como una camiseta fluorescente atada a los barrotes de la celda. El dron se aproxima con un paquete atado a una cuerda. Entonces, el interno al que va destinado saca una escoba y ‘caza’ la mercancía al vuelo. Los pilotos pueden, incluso, depositar su carga en las ventanas de las celdas, detallan funcionarios penitenciarios, que piden un plan para neutralizar estas aeronaves. Denuncian que, por el momento, el único método de control consiste en “mirar al cielo”, asegura a este periódico el delegado de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciaria (Acaip) en Alhaurín de la Torre, José Antonio Alonso. De noche, la solución no es otra que agudizar el oído, aprovechando que estos aparatos “suenan como un avispero”. “No tenemos medios contra ellos. Inhibidores de frecuencia no hay en ningún centro penitenciario”, insiste la organización sindical, que espera “que alguien que tome cartas en el asunto”.
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