El pueblo en armas sale del archivo

Divulgación. El grupo Crisol Malaguide cierra 12 años de investigación sobre la Guerra de la Independencia y su impacto en la única capital andaluza que se levantó contra los ocupantes

La catedrática Marion Reder investigadora principal del grupo Crisol Malaguide.
Encarna Maldonado

25 de septiembre 2014 - 01:00

El coronel Vicente Abelló apoyado por los hermanos Sanmillán se levantó contra el Gobierno de José Bonaparte el 24 de enero de 1810. Diez días después las tropas francesas, tras barrer la discutible resistencia levantada en Boca de Asno, en las proximidades de Antequera, entraron en Málaga a través de la costa, el Camino de Antequera y la Puerta de Buenaventura, enclavada cerca de la actual librería Proteo. La catedrática Marion Reder y los investigadores del grupo Crisol Malaguide han rastreado durante 12 años los fondos documentales para sacar a la luz las huellas de la Guerra de la Independencia en la única provincia andaluza que se opuso a las fuerzas napoleónicas.

Este trabajo encuentra ahora su colofón en las terceras jornadas que se celebran hasta mañana en la ciudad en torno al bicentenario y el impacto del conflicto. De forma paralela el equipo universitario, bajo la dirección del profesor Pedro Luis Pérez Frías y la colaboración de 24 instituciones y organismos públicos,, ha organizado una exposición en 20 sedes de la ciudad y la provincia para dar a conocer los fondos documentales relacionados con la Guerra de la Independencia en Málaga.

"El poder militar arrasó" subraya Marion Reder en alusión al aplastamiento de una rebelión en gran medida sostenida por la sociedad civil. Las represalias no se hicieron esperar. Tras la llegada de los franceses dos de los hermanos Sanmillán fueron ajusticiados y se instó a la población a jurar lealtad a José I en la Catedral de Málaga. Los archivos históricos también revelan de cómo la junta militar ordenó la pena capital de ciudadanos anónimos, ajenos al poder y a la jerarquía militar, que se habían sumado a la resistencia.

Las ejecuciones se sucedieron sin interrupción durante los dos años de ocupación. Un mes antes de que las tropas napoleónicas se retiraran fueron ajusticiadas a garrote tres mujeres: Francisca Romero Santiago, María del Yerro Noriega y Rosalía Barea. Se cree que son las únicas mujeres sobre las que cayó la pena capital, pero no las únicas que sufrieron represalias. Marion Reder ha seguido la pista de María La Tinajera, una criada analfabeta de Ronda que se hacía pasar por vendedora ambulante y cargada de monteras, gregüescos, sayales y muselinas recorría las sierras para advertir a los serranos de los movimientos de los franceses. Finalmente fue detenida. Se sospecha que delatada por otra mujer. En los archivos queda constancia de que muchas otras compartieron cárcel con ella también por colaborar con la resistencia.

La catedrática malagueña subraya el impacto económico de la represión. "Se impusieron multas muy fuertes" que dejaron a muchas familias sin recursos. Por ejemplo en abril de 1811 la Municipalidad de Málaga acordó que los vecinos pagaran dos millones de reales para atender el avituallamiento de las tropas. Los registros de domicilios y conventos en busca de objetos valiosos eran continuos. Al tiempo que se extinguieron las órdenes religiosas y se ordenó el extrañamiento de los religiosos.

En estas circunstancias se produjo uno de los episodios más significativos con la desaparición de los bustos de los patronos de Málaga, San Ciriaco y Santa Paula, que se custodiaban en la Catedral. Se trataba de dos figuras de oro y plata que presumiblemente fueron fundidas con la finalidad de sufragar los gastos derivados del suministro a las fuerzas francesas. En todo caso, nunca se supo más de ambos bustos.

Aunque la consigna de los rebeldes era Dios, Patria y Rey, el papel de la Iglesia de Málaga en el conflicto fue dispar. La catedrática recuerda que el alto clero o era abiertamente partidario de los franceses, como el presbítero Asenjo, u optaba por no pronunciarse, como sucedía con el obispo Vicente Lamadrid que vivió el conflicto desde Coín. Sin embargo, el bajo clero era claramente antifrancés, partidario de Fernando VII y se alineó en la resistencia desde el primer momento. Ahí aparecen figuras como el capuchino Fernando Berrocal que acompañó a Abelló y a los hermanos Sanmillán en el levantamiento o la mítica partida del cura de Riogordo que se enfrentó a las tropas napoleónicas sobre todo en la Axarquía.

Marion Reder pronostica que quedan años de estudio en los archivos para conocer todos los ángulos de la Guerra de la Independencia, una tarea en la que la catedrática no duda en reconocer la labor también realizada por las asociaciones malagueñas y, con especial ahínco, el trabajo del arqueólogo y profesor de instituto Carlos Posac Mon "impulsor de las primera jornadas sobre el bicentenario".

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