La puesta a punto de la alta velocidad

Cada día entre cuatro y cinco trenes AVE pasan por las instalaciones del nuevo taller de Los Prados, donde son revisados con lupa · También pasan dos fases de limpieza · Las instalaciones atienden a un parque de medio centenar de vehículos

1. En primer plano, cuatro de los ocho grandes secadores que eliminan la humedad de los trenes cuando pasan el túnel de lavado, en segundo plano. 2. Hasta seis trenes se pueden estacionar en la gran nave del taller para pasar sus revisiones. 3. Los boogies, las 'ruedas' de los trenes, también son revisados constantemente. 4. Entrada de un vehículo de la serie 104 a las nuevas instalaciones de Los Prados.
Nacho Sánchez / Málaga

20 de julio 2008 - 01:00

Temprano, muy temprano, llega cada mañana un tren de alta velocidad Avant al nuevo taller de mantenimiento de Renfe Integria ubicado en Los Prados. Al llegar, cerca de las 7:30 y después de llevar a miles de viajeros entre Málaga y Sevilla pasando por Córdoba, el tren se detiene. Su maquinista baja. Y sube un jockey, como se llama al encargado de conducir estos vehículos por el taller. Allí, espera a que todo esté a punto para poder dar una ducha al tren. Entonces, comienza el tratamiento de limpieza y puesta a punto en el que se invierten entre seis y ocho horas. Aunque los Avant S-104 no son los únicos, porque mientras uno de ellos se prepara para ser limpiado, tres AVE de la serie 102, conocidos como pato, aguardan en el interior del taller mientras son revisados en todos y cada uno de sus sistemas.

El trabajo así es diario. Cada día pasan por allí entre cuatro y cinco trenes, aunque está preparado para que en el futuro se atiendan hasta 16 diariamente. "Aunque lo importante es que la base de mantenimiento está capacitada para atender un parque de vehículos de hasta 50 trenes", explican fuentes de Renfe. El taller de mantenimiento lleva en funcionamiento poco más de seis meses: empezó a funcionar el mismo día que la línea de alta velocidad entre Madrid y Málaga, el 24 de diciembre de 2007. Costó 38 millones de euros y es el único centro de esas características en Andalucía y sólo existen dos similares en Madrid (Cerro Negro y Santa Catalina) y otro en Barcelona (Casa Antúnez). Además, junto al remozado taller de Los Prados (a tan sólo unos metros del nuevo y frente al Auditorio de música) componen uno de los centros tecnológicos de ferrocarril más importantes de España con los últimos avances del sector en sus instalaciones.

El nuevo taller da empleo a 120 personas en tres turnos, los cuales mantienen las instalaciones en servicio durante las 24 horas y 365 días del año. Trabajadores como los que, cada día, después de apagar la electricidad de las catenarias, dan un cepillado al morro de los trenes S-102 y S-104 -llenos siempre de mosquitos y, a veces, de aves que han tenido la desgracia de impactar contra el tren-. Luego, los vehículos son llevados lentamente por una pequeña plataforma a lo largo del túnel de lavado que lo deja totalmente blanco y que recicla entre el 40 y el 60% del agua que utiliza en el proceso. Más tarde, ocho secadores enormes eliminan la humedad, retorna la electricidad, el tren vuelve a su vía y, tras una maniobra, entra a la gran nave del taller, mientras el primer AVE de la mañana pasa por las vías cercanas a casi 300 kilómetros por hora. Acaba la primera fase, de limpieza, y comienza la segunda, donde se cambian las aguas de los servicios y se da un repaso a todo el interior del tren. Por fin, luz verde al mantenimiento preventivo.

Se llama preventivo porque lo que se hace es una revisión que trata de evitar que existan fallos durante el trabajo de los trenes, es decir, durante los viajes. Personal especializado en eléctrica, mecánica, neumática o electricidad, entre otras especialidades, pasa las horas comprobando que todo funcione bien. Que los chequeos den todos el visto bueno para que el tren pueda salir del taller. Pero no será por mucho tiempo, porque entre 4.000 y 5.000 kilómetros después volverán de nuevo al taller. Teniendo en cuenta que los S-102 viajan de Málaga a Madrid y de allí a Zaragoza y viceversa, estos AVE vuelven a las recién estrenadas instalaciones de Los Prados cada dos o tres días.

Aunque a los 40.000 kilómetros, como si se tratase de un vehículo, la prevención sube a un segundo nivel, en la que los chequeos son mayores y más intensos. Aunque para que la circulación nunca se vea afectada, una pequeña cuadrilla de especialistas también espera en la estación María Zambrano por si ocurre cualquier fallo y se puede subsanar allí mismo.

A las ocho de la tarde, el que entra al taller es un AVE S-102. Le espera también un ciclo de ocho horas de limpieza y mantenimiento. El trabajo no cesa la industria ferroviaria sigue su curso en Málaga. A alta velocidad.

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