Málaga

El regreso del capitán Kostas a Málaga

  • El marino griego que durante 12 meses sobrevivió en su barco abandonado en el puerto ha vuelto nueve años después de aquella dramática odisea

El capitán Kostas a bordo de su barco en el regreso a Málaga.

El capitán Kostas a bordo de su barco en el regreso a Málaga. / J. C. Cilveti

Hace unos días, el capitán Kostas volvió a Málaga. Nueve años después de vivir una dramática experiencia en las aguas del puerto malacitano, este marino griego regresaba a bordo de un barco muy diferente; un buque nada parecido al Arhon en el que durante un año sobrevivió reclamando sus derechos. Y así, temeroso de volver a recordar aquellos dramáticos meses y con el único aliciente de volver a reencontrarse con las personas que le ayudaron, Christantonis Konstantinos atracaba con el bulk carrier Maia en el muelle número siete; el mismo sitio en el que comenzó una pesadilla que le ha marcado para siempre.

Procedente de Cartagena y con la intención de cargar hueso de aceituna molida, el 15 de diciembre de 2010 quedaba fondeado en la bahía el Arhon, un buque de 65 metros de eslora construido en Holanda en 1976. Inspeccionado por Capitanía Marítima, a este viejo barco de bandera griega se le detectaban una serie de deficiencias técnicas; un hecho que paralizaba su actividad a la espera de que se solventaran todos estos problemas.

Amarrado en el muelle siete el 21 de diciembre, a bordo del Arhon comenzaban los trabajos; unas labores que pretendían eliminar las deficiencias encontradas y que en muy poco tiempo fueron suspendidas. Sin dinero para afrontar los gastos, el armador del buque se fue desentendiendo de él, y gran parte de la tripulación decidía abandonar el barco.

Llegado el mes de julio, el Arhon se quedaba a oscuras. Sin combustible para accionar los generadores, el capitán Kostas y un marinero, los únicos que no se habían desembarcado, comenzaban una verdadera odisea; una vida a bordo sin agua ni comida caliente y alumbrados por las luces de unas linternas.

Tras pedir auxilio a la Embajada griega en Madrid que en septiembre les remitía 75 euros, la situación de estos dos supervivientes se fue agravando; un hecho que culminó cuando recibieron una carta en la que el Ministerio de Marina heleno les considera oficialmente abandonados por su el propietario de su barco. Con la oferta de ser repatriados y recibir algo menos de un tercio de los 30.000 euros que ya se les adeudan, el día 1 de octubre, el capitán del Arhon se quedaba solo.

Viviendo ya en unas condiciones infrahumanas que fueron destapadas por Málaga Hoy, la solidaridad que el capitán Kostas había encontrado en algunos amigos de su tierra y en un grupo de miembros de la colonia griega malagueña se incrementó con la ayuda de la comunidad portuaria. Amarradores, policía portuaria y sobre todo la Asociación de Consignatarios comenzaron a paliar algunas de las necesidades de este marino que desde hacía ya muchos meses estaba luchando por sus derechos.

Mejoradas algo sus condiciones vitales, el capitán Kostas, que así como se le empezó a conocer, pasaba sus días inmerso en una metódica rutina. Por las mañanas, en su barco, limpiaba los espacios que usaba amén de tramitar papeles ayudado por tres abogados: dos malagueños y uno griego que desinteresadamente se pusieron a su servicio en una compleja lucha contra la burocracia helena. Agotadas las horas de la tarde en largos y solitarios paseos callejeros, por la noche, Kostas asistía a un restaurante griego donde su propietario, tras conocerlo y saber de su situación, le daba de cenar.

Manteniendo la esperanza de poder volver a su tierra de una forma digna; algo que pasaba por recibir la totalidad de su salario como pago a su trabajo, Christantonis Konstantinos veía pasar los días abandonado en el puerto de Málaga. Fruto de su insistencia y con el añadido de que su historia, tras haber sido publicada en Málaga Hoy había transcendido a algunos periódicos de su país, a primeros de diciembre de 2011, a punto de cumplirse un año de su abandono, este marino que por entonces tenía 49 años recibía una propuesta del Ministerio de Marina griego.

Con la promesa de conseguir un tercio de los algo más de 30.000 euros que se le adeudaban y con el propósito abonarle el resto cuando su barco fuera vendido, el domingo 11 de diciembre el capitán Kostas dejaba el Arhon. Tras despedirse de todos sus amigos y de todos los que le habían ayudado y dormir su última noche malagueña en un hotel, al día siguiente, Kostas, con dos maletas y muchos recuerdos volaba a su país.

Ya en su tierra, junto a su esposa y sus dos hijos, este marino, nada más llegar comenzó a afrontar la segunda parte de su odisea malagueña. Sin recibir el dinero prometido, Christantonis Konstantinos vivió dos años muy duros en los que no tuvo ingresos económicos. Superado este dramático periodo de tiempo y ya con la posibilidad de volver a la mar, el capitán Kostas finalmente pudo embarcarse.

Después de navegar por todo el mundo en siete barcos diferentes; unos buques nada parecidos al Arhon que lo dejó durante un año anclado en Málaga, Kostas, hace unas semanas conocía en el puerto brasileño de Santos que su próximo destino sería Málaga. A bordo del Maia, que traía la mayor carga de maíz que hasta la fecha se ha desembarcado en los muelles malagueños, el pasado 6 de octubre Christantonis Konstantinos regresaba al puerto malacitano. Tras permanecer ocho meses a bordo debido a la pandemia del Covid-19, Kostas, que venía como primer oficial, afrontaba con una mezcla de miedos y alegría su reencuentro con Málaga.

Con las luces y sombras de aquel dramático año que le dejó cicatrices, este marino que tardó varios días en bajar a tierra, nueve años después, se ha reencontrado con sus amigos malagueños. Recordando su odisea, volviendo a las calles que lo arroparon y al restaurante que le sirvió de refugio, el capitán Kostas ha superado la prueba del regreso al lugar donde cambió su vida.

De vuelta a su hogar por vacaciones y a la espera de retornar a la mar a principios del año que viene, Kostas, muy probablemente se volverá a reencontrar con Málaga; una ciudad a la que regresará embarcado o con su familia para mostrarles el lugar donde, para defender sus derechos, sobrevivió durante un año.

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