Remedios Zafra, Premio Nacional de Ensayo 2025: "No pueden seguir perpetuando que vivamos para trabajar"

Escritora

La pensadora, encargada de inaugurar el ciclo 'Filosofía ambulante' en la Malagueta, es reconocida con el Premio Nacional de Ensayo por su "homenaje a la pasión creativa" y su crítica a los trabajos precarios

Remedios Zafra: "La precariedad y la ansiedad dificultan la capacidad emancipadora de la cultura"

Remedios Zafra, en una imagen.
Remedios Zafra, en una imagen. / Alejandro García / Efe

Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973) se ha convertido en una pensadora fundamental en España. La escritora, investigadora en el Instituto de Filosofía del CSIC, habla sin tapujos sobre la autoexplotación laboral, las vidas-trabajo (esas donde haces la compra el fin de semana y no tienes tiempo para nada salvo para currar) y el entusiasmo como trampa para obviar unas malísimas condiciones laborales en oficios creativos. Este martes ha sido galardonada con el Premio Nacional de Ensayo 2025.

La doctora en Arte y licenciada en Antropología Social inaugurará justo este martes el ciclo Filosofía Ambulante a las 19:00 en el centro cultural La Malagueta. La entrevista se realiza un día antes de conocerse el fallo del jurado, que ha reconocido su obra El informe. Trabajo intelectual y tristeza burocrática por "ser una reflexión sobre los objetos de la modernidad tardía, un homenaje a la libertad y a la pasión creativa y, a la vez, una fuerte crítica de las condiciones del rendimiento del trabajo intelectual en el presente".

Zafra dialogará con una estudiante universitaria y un psicólogo jubilado sobre cuestiones que atraviesan su obra: el agotamiento físico y mental, la mirada pantalla y la experiencia de la enfermedad. La científica propone poner en práctica la lentitud como "una respuesta subversiva ante una época acelerada" y recuperar espacios públicos compartidos. Su libro El entusiasmo donde habla de precariedad laboral y trabajos creativos en la era de las pantallas ganó el Anagrama de Ensayo hace cinco años. También ha sido reconocida con el Premio de Ensayo Jovellanos por El bucle invisible.

Inaugura un ciclo que tiene como objetivo, entre otros, propiciar diálogos colectivos en torno a cuestiones clave del presente. ¿Cuáles son para usted algunas de esas cuestiones clave?

Me interesa pensar sobre todo lo que ayuda a mantener y a enfrentar formas de desigualdad e injusticia, la normalización de la violencia y de discursos de odio paralelos al auge reaccionario y autoritario, que es para mí también un auge antiintelectual; las formas en que las que vivimos y trabajamos mediados por pantallas, "viéndolo todo" pero con graves dificultades para "mirar de veras". Me interesan los agarres sociales para luchar por lo comunitario y compartido… Diría que me interesa la vida y como ayudar a la vida de las personas.

Hablará con una universitaria y un psicólogo jubilado sobre temas que atraviesan su obra: el agotamiento físico y mental, las vida-trabajo o la mirada pantalla. ¿El trabajo, entendido como una esclavitud diaria, es uno de los mayores culpables de nuestros males en esta sociedad turbocapitalista?

Sí. Cuando algo deja de ser coyuntural y se hace estructural. El trabajo para quien ama (o ha amado) su trabajo puede ser una forma de terminar con el dilema vida y trabajo. Puedes llamar vida a eso que haces cuando trabajas y en cierta forma disfrutas y logras con ello un valor y un sentido, pero gran parte de los trabajos se hacen porque necesitamos recursos para vivir, porque no tenemos herencias y en la necesidad de "ganarse la vida" no siempre media un vínculo de motivación. Si, como dices, lo entendemos como una esclavitud diaria claro que se convierte en una de las grandes fuentes de malestar contemporáneo. Entre otras cosas porque se ha apropiado de tiempos de vida que necesitamos. Es más claro en quienes trabajan con tecnología y pueden llevarse el trabajo a casa viendo desdibujados sus tiempos, pero pienso que en general para casi todos, la tecnología ha supuesto sumar al trabajo (de fuera o de dentro) la autogestión como trabajo. Diría que hoy el trabajo (en su ejecución, preparación o preocupación) ocupa una centralidad dañina para nuestra salud personal pero también para la comunitaria.

PP, Junts y Vox tumbaron hace un mes la ley para reducir la jornada laboral a 37 horas y media. ¿Qué opina? Se trataba de reducir nuestra jornada media hora.

Pienso que estábamos ante una oportunidad de lograr algo bueno y necesario para la sociedad, por la que el gobierno y la ciudadanía además llevaban tiempos y energía dedicados. A título personal, incluso me parece muy poca la reducción de jornada atendiendo a lo que necesitamos, más si cabe si vemos cómo ha sido la evolución de la jornada laboral en el último siglo. Se trata de repartos del tiempo "convenidos" que no pueden seguir perpetuando que vivamos para trabajar. Quiero decir que son "transformables" y que como humanos precisamos otras fórmulas que antepongan cuidar la vida.

Usted vislumbró el presente y el futuro de las pantallas cuando dijo que "hasta un niño conectado a sus máquinas miraría hoy casi sin parpadear la muerte evitable, la desigualdad de las vidas o el sufrimiento de los otros". Está ocurriendo con Gaza. ¿Cómo educamos a los más pequeños y a la sociedad en la empatía si estamos sobreestimulados todo el día?

Pienso que llevamos tiempo sabiendo que se está ofreciendo un mundo boicoteado previamente en las pantallas, especialmente dañino para los más jóvenes, pero adictivo para todos. Es imposible educar en la empatía si las personas están sobreexpuestas y encadenando pantallas. De un lado, no solo se pierde la referencia del "marco de verdad" que permite "comprender" lo que estamos viendo, sino que se normaliza la falta de sombra y extrañamiento para tomar conciencia de lo que pasa y de la gravedad de confundir verdad y mentira, o de no inmutarnos ante la muerte evitable… La nuestra es una época donde la ceguera viene curiosamente del exceso de luz, de un mundo mediado en las pantallas donde siempre es de día y donde nos faltan recursos para afrontar lo que nos perturba. No puede ser que cuando la conciencia emerge la época nos ofrezca opciones-botón, siempre rápidas, para evitar pensar, y diría evitar sentir.

¿Cómo combatimos la batalla laboral si estamos cansados, quemados o incluso con depresión?

Es parte de la lógica tecnocapitalista, estar cansados o quemados es una forma de neutralización y adormecimiento comunitario. Ante ella, la respuesta que se aliente es el placer rápido o el consumo, o lo que es peor la resignación destructiva. Esta resignación nunca es inocente y hoy está ayudando a caer en visiones destructivas con lo ya logrado. En una posible respuesta a esto tan importante creo que estaría la necesidad de recuperar el valor de la conciencia, diría incluso de ese malestar "bueno" que precede a todo posicionamiento y cambio social. Estaría también ese leve gesto, pero esencial, de "levantar la cabeza" para vernos. Saber que somos plural es paso para organizarnos comunitariamente y mejorar, para lograr cambios reales, para denunciar injusticias (nos ha costado pero este fin de semana, lo hemos visto). Y aunque soy crítica digo esto cargada de esperanza y de motivación por lo que podemos como humanos.

Haz criticado siempre esa disponibilidad 24 horas en el trabajo. Ahora tenemos una ley que defiende el derecho a la desconexión digital. ¿Es suficiente? Me refiero a que este sistema que nos ha hecho ya jefes de nosotros mismos, autoexplotándonos...

A menudo caemos en visiones oscuras que nos impiden ver los logros. Y creo que los derechos digitales son y serán un logro importante. Aprovecho esta entrevista para dar las gracias a quienes están luchándolos. Necesitamos un suelo de garantías sociales para estas vidas-trabajo de ahora donde esa desconexión es tan importante como el aire que respiramos. Y esos derechos son un paso para intervenir en las dinámicas que no siempre son visibles pero que alientan el enganche. La autoexplotación es muy perversa porque pone el acento en que el que se autoexplota es uno mismo y si hacemos y aceptamos es porque "queremos", pasando por alto la culpa, la responsabilidad y la lógica tecnolaboral. Pero esto no es cierto, no es un "yo" el que se autoexplota, si tú, y ella, y quien nos lee, y gran parte de la sociedad lo hace hay aquí algo que busca hacerse estructural y nos incumbe entonces como sociedad.

¿Qué opina de la idea de éxito individualista que se tiene hoy día con las redes sociales como altavoces? Hace poco un amigo me decía que el triunfo es tener un trabajo que te deje dormir tranquilo.

Ese modelo sigue estando vigente porque es la base de las redes que colocaron al "uno mismo" como puerta de entrada a la socialidad online y como sujeto-mercancía expuesto en el escaparate pantalla. Creo que las redes, en este sentido, han causado un gran daño social al aupar el éxito individualista desde el valor escópico como gran valor, el de la audiencia que, lográndose de muchas maneras, ha posicionado especialmente la impostura estetizada y el esperpento. Ambas parte del espectáculo que anima a lograr "más" a toda costa denostando o invisibilizando muchas cosas que realmente nos importaban. Esto también genera una gran vulnerabilidad porque ¿quién puede vivir permanentemente en el escaparate? No creo que pueda ser vivido como un éxito.

El auge de la inteligencia artificial en los procesos creativos está a la orden del día: busca información, transcribe audios e incluso se usa para entregar trabajos en la universidad. ¿Que no podrá sustituir nunca la IA?

La emoción del nudo en la garganta ante la realidad que nos deja sin palabras… Entre otras muchas cosas.

Hace tres años le preguntaba si había razones objetivas para quemar contenedor y salir a la calle a protestar. ¿Qué opina ahora?

Las razones para protestar y para rebelarnos vienen con el propio hecho de estar vivos y de aspirar a un mundo mejorado. En estos tiempos vivimos un mundo que a muchos no nos gusta. Las amenazas de retrocesos en logros sociales que dábamos por sentados y que tanto han costado a quienes nos preceden, es para vivir en la calle, pero no solo protestando, también contagiando a otros de valores que importan.

Una de las motivaciones que nace de su libro Frágiles es practicar la lentitud como herramienta y recuperar espacios compartidos. ¿Eso nos puede servir como antídoto en un mundo donde se vive rápido y se trabaja demasiado?

Es tan sencillo que nos pasa desapercibido, pero hacer despacio es una oportunidad para hacer bien. Hacer más lentamente no debiera ser un privilegio, todos ganamos cuando lo que hacemos está hecho con el mimo de la atención y el tiempo, sea cual sea nuestro trabajo. Trabajar mucho y rápido puede que solo nos lleve a un "hacer de cualquier manera", es decir a un entregar en plazo, pero sin necesariamente estar orgullosas de lo que hemos hecho. Diría que una de las bases del hacer precario y del resultado precario es esta. Como "antídoto" sería un comienzo.

Ve muy poco y se ayuda de lupas y unos audífonos. ¿Es España es un país que facilite la vida a las personas con algún grado de discapacidad?

Creo que España es de los países más sensibilizados y que más tiene en cuenta la diversidad también en las formas de discapacidad. Muchos temblamos viendo lo que está pasando en Argentina, Estados Unidos o en países donde está habiendo retrocesos terribles. Si para quienes orbitan alrededor del ser estándar ya es difícil la vida, imagina para quienes necesitamos más tiempos para hacer lo mismo, o contextos adaptados, o que la gente vaya más despacio para poder entendernos… Las limitaciones de los cuerpos y las enfermedades son un umbral imprescindible para valorar la vida y cómo vamos por la vida.

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