María Jesús Perles: ''El riesgo de inundación existe porque lo hemos creado nosotros al ocupar lugares indebidos''
La catedrática de Geografía Física en la Universidad de Málaga señala que ''tenemos que aprender a convivir con ello''
Un mapa de riesgo evaluará los puntos negros en caso de inundaciones en la provincia de Málaga
Cada vez que se producen lluvias en la provincia de Málaga existe cierto temor en las zonas inundables por el daño material y personal que puedan causar. Actualmente, existen 90 zonas en riesgo por inundación, según el último informe de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas. María Jesús Perles Roselló (Málaga, 1965), catedrática del área de Geografía Física de la Universidad de Málaga, impartió una conferencia que abarcaba esta problemática. En Málaga Hoy hace un repaso del aumento de las inundaciones y su riesgo, de la gota fría y del cambio climático.
Pregunta.Dirigió una tesis doctoral en 2015 y la misión eran conocer los factores que aumentaban las inundaciones… ¿Cuáles son esos efectos?
Respuesta.Por una parte, la peligrosidad de la torrencialidad de la lluvia, que está creciendo en un contexto de cambio climático y es uno de los aspectos que está incrementando el riesgo. Y, por otra parte, el crecimiento de la exposición de población y de bienes que se están ubicando en espacios inundables. Esto último hace que, con independencia de que la peligrosidad y torrencialidad de la lluvia vaya creciendo, la realidad es que el resultado de daño crece porque hay más personas expuestas a esa peligrosidad. O sea, son dos factores. Para que se produzca un riesgo siempre tiene que haber una parte agresora, la que causa el daño, que es la torrencialidad de la lluvia, pero tiene que haber necesariamente una parte afectada. Si crecen una u otra, crecerá el riesgo y la intensidad de la catástrofe.
P.También se mencionaba en esta tesis que la erosión del suelo es fundamental para la inundación. ¿Cuál es la actualidad de los suelos en la provincia?
R.La situación no ha mejorado. Tenemos unos suelos muy esqueléticos, muy precarios, con poca profundidad y tenemos muy poca masa vegetal que los protejan y los fijen. Los suelos se generan con más profundidad y facilidad en espacios llanos si están acompañados de vegetación. Este no es precisamente el caso predominante en la provincia de Málaga, una zona muy montañosa en la que son muy frecuentes laderas con mucha pendiente, donde es más difícil que se estacione el suelo y su profundidad, por tanto, es menor y es muy fácil que si no están protegidas por masa vegetal, en episodios torrenciales la escorrentía tiende a arrasarlo y llevarse los sólidos en suspensión en el caudal. Ese es el motivo por el cual nuestras avenidas, nuestros ríos, son prácticamente de color marrón, a veces son casi coladas de fango las que se producen.
P.En el último informe de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas, hay 90 zonas de riesgo por inundación en la provincia de Málaga, ¿cuáles son las más problemáticas?
R.Aquellas en las que la exposición de la población es mayor y en las que la población es más vulnerable. Puede haber espacio inundable, que si no hay población expuesta tendríamos una peligrosidad elevada de inundación, pero no un riesgo. Para que haya riesgo tiene que haber personas, población o bienes expuestos, susceptibles de recibir el daño. En ese sentido, las zonas que tienen más gravedad puede ser, por ejemplo, desembocadura del Guadalhorce, tramo medio del Guadalhorce en la barriada de Santa Ana, algunas zonas de Álora, desembocadura del Vélez, Benamargosa… Son lugares en los que no solo hay un problema de desbordamiento de los ríos, sino que hay un problema de ocupación de esos espacios por población o bienes que sean de interés. Por lo tanto, los daños acaban por ser mayores. No se nos debe olvidar se van a ir dando caso de inundaciones de origen pluvial, aquellas que se producen en momentos de torrencialidad máxima. Esta es una tendencia creciente en nuestro entorno con el tema del cambio climático. En momentos, los entornos urbanos que están impermeabilizados porque están asfaltados no tienen capacidad de drenar a tiempo. Y esto produce una acumulación de agua y una inundación urbana que tiene un origen pluvial. A veces se combina con una aportación de desbordamiento fluvial y, entonces, la problemática se hace mucho mayor. En la zona de Málaga Oeste hay algunas zonas en las que esto es un problema recurrente. Y estas tenderán a incrementarse porque solo necesitamos que el episodio torrencial se concentre en una zona urbana para que esto ocurra. La costa de la provincia de Málaga casi se puede entender como una conurbación urbana, de tal modo que se van a dar muchos espacios en los que los problemas directos tengan que ver con inundaciones de origen pluvial.
P.¿El riesgo puede ir creciendo?
R.La catalogación que se hace es cambiante porque la exposición al riesgo también cambia. El mapa de riesgo tiene que coincidir, por una parte, con las zonas inundables, relativamente más estáticas y, por otra, con la exposición de la población y bienes. En aquellas zonas en las que confluyan tendremos puntos de riesgo mayor. Con esto quiero decir que como cambian los usos del suelo y la disposición de la población y los bienes en el territorio evoluciona, y los puntos de riesgo pueden cambiar, dependiendo de la coincidencia en el espacio de ambas variables que necesitaríamos para que se produzca una catástrofe. En ese sentido, los puntos con riesgo de catástrofe pueden ir variando. La peligrosidad si irá creciendo. Esto es lo que nos ofrecen los datos. Si seguimos manteniendo la ocupación de espacios inundables o, incluso, lo incrementamos, lógicamente incrementará las posibilidades de que se produzcan más puntos de riesgo.
P.En Málaga existe mucho debate con el río Guadalmedina cuando se producen estas lluvias. ¿Qué opina sobre esta infraestructura?
R.Coincido con lo que nos dicen las instituciones internacionales que nos van indicando cuáles han sido las propuestas de control y gestión del riesgo que han resultado exitosas y cuáles han resultado fallidas. En la última conferencia de la oficina de Naciones Unidas para la Gestión del Riesgo de Desastres se advierte que no podemos confiar en que las obras que se han construido para gestionar la peligrosidad, es el caso de la presa del Limonero o la de Casasola, vayan a seguir funcionando en unas condiciones de clima cambiante. La presa de Casasola puede servirnos de ejemplo. Se atascó y tuvo problemas de drenaje en un momento clave por la cantidad de residuos sólidos que arrastra la cuenca. Por eso, las instituciones mundiales nos están animando a que la planificación del territorio se haga teniendo en cuenta siempre la producción de accidentes, de tal modo que las obras de control del peligro se hagan únicas y exclusivamente en aquellas zonas en las que no haya otras soluciones. El Guadalmedina no se inunda como antes porque tiene una presa, que es la del Limonero, que nace para laminar su avenida y para ello debe estar vacía para que, si viene una crecida, ser capaz de retener el agua y soltarla despacio para no incrementar el caudal. La presa de Casasola ha tenido limitaciones en la función de mitigación del peligro en momentos de crisis para la que ha sido creada, porque no ha sido capaz de laminar la crecida, que es para lo que se construyó. Afortunadamente, no fueron lluvias extremadamente elevadas. Si esta disfunción ocurriera en la del Limonero, el problema sería mucho más grave porque es una presa de tierra compactada. Se trata de una posibilidad de accidente teórica, pero es precisamente por ese tipo de circunstancias por las que los organismos internacionales están animando a que el uso de las obras estructurales sea el necesario y el estricto para una población como Málaga, que ya está sentada en ese punto. La necesidad de protegerla hay que resolverla. Pero si incrementamos a través de plazas puentes, puede llegar a comprometer el radio hidráulico de drenaje y ponemos en riesgo el éxito de esa maniobra de posibles desagües. Por lo tanto, no expongamos más bienes ni más población frente a un peligro creciente. Y no confiemos tanto en la técnica como mecanismo de control.
P.Con estos datos, ¿Málaga está preparada para este tipo de inundaciones?
R.En términos generales, hay zonas en las que hay más mecanismo de control, pero queda muchísimo por hacer porque ha habido mucha permisividad en la ocupación de las zonas inundables. Muchas de estas zonas están ocupadas y hay un camino que hay que desandar con mucha dificultad, porque no se puede hacer desaparecer en este momento las urbanizaciones.
P.Ya hablaba en 2019 del fenómeno de la gota fría. ¿Se está volviendo más frecuente?
R.Algunos expertos comentan que la tendencia es que se van a producir con más frecuencia, aunque no está perfectamente datado con datos estadísticos. Respecto a la intensidad de los episodios sí que es previsible un incremento porque el mecanismo físico meteorológico con el que se están generando las DANAS recientemente parte de condiciones distintas a con las que se generaban de forma crónica. Ahora, a consecuencia del cambio climático, partimos de un mar Mediterráneo sobrecalentado, que eleva la temperatura de la masa de aire subyacente. El aire caliente, que es menos denso, tiende a ascender con mucha rapidez. Por tanto, es una masa de aire muy cálido, muy húmedo, con mucho vapor de agua, que sube muy rápido porque está sobrecalentado y se encuentra de forma muy brusca con el embolsamiento de aire frío que está en el punto superior a esa masa de aire. Eso hace que el contraste térmico sea muy brusco, se condense el vapor del agua y caigan lluvias torrenciales que, cada vez, van a ser más bruscas porque este mecanismo, con el suministro ectra de calor por parte del Mediterráneo es inédito, no estaba ocurriendo. En definitiva, lo que hemos observado, y en el caso de la provincia de Málaga con datos estadísticos, es que se están produciendo picos de lluvias torrenciales con intensidades muy por encima de la media. Además, otra modificación observada en el comportamiento de las precipitaciones torrenciales es el hecho de que los episodios afectan en el espacio a más terreno. Anteriormente, eran tormentas muy puntuales. Por poner un caso, las inundaciones del 89, los del centro y oeste de Málaga vivimos las grandes lluvias torrenciales que generaron grandes inundaciones, cuando en El Palo nadie se enteró. Otro cambio que se está observando en la provincia es una cierta tendencia a que se den este tipo de episodios torrenciales en localizaciones en las que no eran comunes, más situada hacia el interior, como Antequera o Campillos.
P.Aparte de no seguir con ese crecimiento urbanístico en zonas de riesgo, ¿qué otras medidas urgentes se pueden tomar?
R.Las indicaciones de la ONU y de la conferencia de Sendai van en la línea de procurar la adaptación al riesgo. Dar por hecho que el peligro no es controlable, que es creciente, por tanto, tenemos que aprender a convivir con ese riesgo. Esto significa no ocupar más espacios inundables mediante la urbanización, reducir la exposición en lo que se pueda y aplicar medidas de adaptación. Se debe fomentar la eficacia de los sistemas de alerta, fíjate qué importantes han sido en el caso de la DANA, aunque desafortunadamente aprendemos a golpe de catástrofe. Desde el 2015 se está insistiendo en esto. También en sistemas de autoprotección. La población debería tener mucha mayor información sobre su conducta. Es decir, sistemas de autoprotección en sentido diverso. Generación de tanques de tormentas, parques inundables que tienen capacidad para muchos hectómetros cúbicos de agua… Se insiste también en el uso de Soluciones Basadas en la Naturaleza (BSN) para intentar mitigar el peligro e intentar controlar la crecida. Las nuevas formas de bajar la peligrosidad de los ríos van por ahí, y también los paquetes de financiación para obras de mitigación. O sea, a nivel europeo será difícil que obtengamos dinero para financiar obras estructurales duras de control del peligro porque ya se ha visto que han sido fallidas y que, en muchos casos, lo único que han hecho las administraciones es utilizarlas para generar suelo teóricamente seguro y, por tanto, urbanizable. Esto es una práctica muy común. Entonces, a veces uno tiene que preguntarse si la obra de control del peligro se está haciendo para evitar daño en los ciudadanos o si se está haciendo para generar suelo urbanizable en el que se pondrá de nuevo a la población en peligro. En términos generales, insistir en control de la peligrosidad basado en la naturaleza, el sistema más seguro a la larga, insistir en medidas de autoprotección, porque tenemos que asumir que el riesgo existe, en buena parte porque lo hemos creado nosotros al ocupar lugares indebidos, acudir de forma prioritaria a mitigar los espacios más vulnerables como hospitales, guarderías, centros de mayores… Y de así, aprender a adaptarnos con el medio en el que vivimos, que es un medio inundable.
P.En Valencia participó en un panel de expertos con tres investigadores de la Universidad de Málaga sobre el cambio climático, ¿cómo está afectando a las inundaciones?
R.Los ciudadanos vamos a percibir el cambio climático, fundamentalmente, a través del incremento de los riesgos de origen climático. O sea, el efecto más notable es la intensificación del riesgo de inundación, que está asociado al incremento de los riesgos de movimiento en masa, de erosión, de sequía y de olas de calor. Con esto quiero decir que cuando hablamos de cambio climático, así como en abstracto, pareciera que solo estuviéramos hablando del calentamiento global, de algo que de alguna forma los ciudadanos podemos percibir como lejano, progresivo, que no necesariamente nos va a afectar de forma directa, cuando realmente lo que está ocurriendo es que, al desajustarse el equilibrio climático, está afectando a los parámetros extremos de calor, temperatura, de viento… Por tanto, a una gran cantidad de riesgo que tienen su origen en el clima.
P.¿Cuál es la percepción que se tiene del cambio climático? Quizás las personas no están muy concienciadas…
R.Si queremos que la persona perciba como cercano un concepto tan complejo y tan amplio, que afecta al mundo entero, como es el del cambio climático, es difícil. Y, por otra parte, además, hay veces que el trabajar ese concepto como un todo es tan pesado que las personas se distancian de la cuestión porque lo ven imposible de abarcar desde el ámbito individual. No está en nuestra mano o está en muy escasa medida actuar contra el cambio a este nivel. Sin embargo, ¿cómo se manifiesta el cambio climático en mi diario como habitante de la ciudad de Málaga? En que voy a sufrir un incremento de todos los riesgos que hemos citado. Entonces, ahí sí que el individuo puede implicarse de una forma más directa. Aunque, efectivamente, hay poca implicación. Y después hay una parte que ya roza lo absurdo, por denominarlo de alguna forma, que es la tendencia negacionista que se ha dado en general sobre el cambio climático banalizándolo, usándolo incluso como herramienta de contienda política, de tal modo que al final vale igual la información que da alguien en TikTok respecto a los datos empíricos que llevamos trabajando muchos años los expertos. Siempre ha habido inundaciones en Málaga. Son un fenómeno crónico en nuestra provincia, pero la realidad es que están incrementando sus parámetros y eso también se constata estadísticamente.
P.¿Cuál es la percepción del riesgo que se tiene para los próximos años?
R.Creciente. Tengo la esperanza que se activen las recomendaciones, los cambios de enfoque que hay que dar para que esto se haga llevadero, que no es que se vaya a controlar, ni muchísimo menos, pero, para que podamos vivir de una forma adaptada a esas circunstancias nuevas, de una forma sostenible, activar todos los sistemas que tenemos que poner en marcha para defendernos de forma preventiva, para subsanar la inercia de los errores cometidos, cuando se producen las catástrofes… En fin, espero que se vayan poniendo con más intensidad en práctica los mecanismos de defensa y adaptación, de tal modo que, pasado un largo tiempo, podamos decir que hemos conseguido un nivel de estabilización en esas tendencias crecientes que existen.
P.¿Qué buscaba transmitir con la conferencia sobre el riesgo de inundaciones en Málaga que dio recientemente?
R.Un resumen de cómo estamos constatando en la provincia de Málaga el cambio que se está produciendo, intentar entender por qué se produce el cambio, para que se observe que no es una afirmación banal, y, a continuación, me centré en dar protagonismo a la acción humana sobre la cuestión del riesgo de inundación. El ser humano y nuestros bienes son la parte afectada, pero eso no nos debe hacer pensar que nosotros somos simplemente la parte pasiva. Nosotros no tenemos responsabilidad de las crecidas y podemos hacer poco. Sin embargo, respecto a cómo recibimos nosotros los daños, sí que hay mucha responsabilidad humana que tiene que ver con nuestra forma de ocupar el territorio y de gestionar los procesos de riesgo. Pongamos el ojo sobre lo que podemos cambiar.
P.¿Cuál sería el papel de la población entonces?
R.En primer lugar, apoyar, requerir y reclamar a nuestros dirigentes y a las instituciones responsables que gestionen acorde a la situación actual y a los datos científicos. Que pidan cambiar el enfoque, que no sigan utilizando los que valían para los años 80 o 90, que ni siquiera eran válidos para aquella época. ‘‘El clima está cambiando y nosotros tenemos que cambiar’’, es una frase que dice Ban Ki-moon, quien fue secretario general de Naciones Unidas, y que resumen muy bien la situación. ¿Quién tiene más capacidad de generar cambios? Lógicamente las instituciones responsables de la ordenación del territorio y de la gestión del riesgo. Nosotros como ciudadanos debemos requerir que esos cambios se produzcan de forma eficaz, que no haya otros intereses por medio. No hay que olvidar que el territorio es un espacio y que la actividad de urbanización en nuestra provincia genera muchísimos intereses. Por tanto, hay que requerir que las instituciones actúen en favor de la protección de los ciudadanos frente al riesgo. Y a nivel individual intentar estar atentos a toda la información que se nos dé sobre el funcionamiento de nuestro entorno, interiorizarlo y de esa forma exponernos menos a lo que se avecina.
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