El traficante de anabolizantes que hacía creer a su familia que trabajaba como albañil en Marbella
Una investigación contra la marihuana destapa una trama de venta ilegal de dopantes, con 78.000 dosis intervenidas, el “segundo o tercer” alijo más elevado en España
Intervienen más de un millón de dosis de anabolizantes en Málaga
Para su familia, era un obrero de 65 años con manos curtidas por el cemento y la cal. Pero ni construía ni remodelaba viviendas. Nadie sospechaba de que, en realidad, el polaco que madrugaba y salía de su casa cada mañana con su vehículo atestado de herramientas escondía un arsenal de anabolizantes que tenía planeado vender en redes de gimnasios para facilitárselos a deportistas. Fracasó. La Policía lo capturó antes y destapó su negocio, cuyos hilos manejaba al alimón con un compatriota suyo. En dos viviendas, él y su compinche, considerado el cerebro, escondían 78.000 dosis de sustancias dopantes, el "segundo o tercer" alijo más cuantioso intervenido hasta ahora en España. Los dos supuestos traficantes duermen ya en prisión.
El hallazgo fue para los agentes del Grupo II de Estupefacientes de la Udyco Costa del Sol una sorpresa mayúscula, reconoce el inspector jefe en declaraciones a este periódico. La investigación inicial que ahora ha puesto contra las cuerdas a estos dos polacos nada tenía que ver con la venta ilegal de dopantes. Los policías indagaban en unos envíos de marihuana desde Málaga hasta Alemania a través de empresas de paquetería. Sin saberlo, en el operativo asestarían un golpe al tráfico de anabolizantes, con casi 80.000 envases confiscados que en el mercado negro habrían superado los 3 millones de euros.
Fueron tres meses de seguimiento permanente, en los que el falso albañil al que pretendían desenmascarar no faltaba ni un sólo día a su puesto. El dispositivo de vigilancia, que operaba las 24 horas, revelaba las fuertes medidas de seguridad de las que se rodeaba. "Salía de su casa a la hora habitual de trabajo y hacía paradas en calles vacías", subraya el responsable de la investigación. Con cierta zozobra, se bajaba del coche para comprobar si alguien le pisaba los talones.
El sexagenario operaba en un "escalón inferior" respecto al supuesto líder de la trama, con una "rutina de trabajo real" que acostumbraba a mantener para no levantar sospechas. "Fue sorprendente. Su familia no era conocedora de a lo que se dedicaba. Pensaban que tenía un trabajo normal. En su coche transportaba herramientas de obra, pero nada que ver con la realidad. Su única actividad era el tráfico de drogas y anabolizantes", destaca el jefe.
La Policía, con el avance de las pesquisas, corroboró que el delincuente se había aliado con otro ciudadano paloco que le facilitaba, presuntamente, los paquetes en los que ocultaba la marihuana. Un sistema de geolocalización permitiría su rastreo completo hasta el destino de la droga, principalmente Bremen, en el noroeste de Alemania. Pero los investigadores le cogieron la delantera y lograron, con sus medios técnicos, inutilizar el GPS para frustrar la vigilancia de la sustancia.
Los policías descubrieron que, además de marihuana, los traficantes también distribuían a través de agencias de paquetería anabolizantes que recibían desde países de la India, entre otros. En grandes cantidades. Después, los venderían en internet.
Llegar hasta la guardería fue una de las tareas más complejas. En Estepona, hicieron cumbre. "Lo más difícil había sido hallar la vivienda que era el centro neurálgico en el que guardaban los anabolizantes", relata el jefe del grupo policial. Una casa unifamiliar que los traficantes habían alquilado sólo para guardar la sustancia. Había un segundo refugio, un trastero que el cabecilla había arrendado en una urbanización de Marbella. Además de los dopantes, escondían 2 kilos de cocaína.
La suya era una actividad frenética. El falso albañil su trabajo hasta horas antes de que los agentes le colocaran los grilletes había entregado tres paquetes contaminados con marihuana. Cuando los policías desarrollaron la fase de explotación, desnudaba su 'modus operandi' mientras los agentes ponían patas arriba su casa. Negó su relación con el almacenamiento de dopantes. El juez no le creyó y dictó su ingreso en prisión provisional. Y también el de su compatriota. A los dos se les atribuye un presunto delito contra la salud pública.
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