La Trinidad vuelve a su barrio coronada de luz en las bodas de plata con Málaga

Desde primera hora de la tarde, el barrio respiraba un aire distinto, la Banda del Cautivo abría el cortejo procesional y, tras la comitiva, marcha a los sones de la Sinfónica Virgen de la Trinidad

El barrio de la Trinidad se engalana para conmemorar 25 años de la coronación de su Virgen

Procesión extraordinaria de la Virgen de la Trinidad.
Procesión extraordinaria de la Virgen de la Trinidad. / Carlos Guerrero
Ana Jiménez

25 de octubre 2025 - 19:15

Hay días en los que la ciudad se detiene, se mira a sí misma y recuerda quién es. Este 25 de octubre ha sido uno de ellos. Veinticinco años después de aquella mañana de coronación, la Virgen de la Trinidad ha vuelto a recorrer sus calles, las mismas que la vieron crecer en devoción y en historia, las mismas que hoy se han rendido, una vez más, a su paso: a sus pies, Trinidad.

Desde primera hora de la tarde, el barrio de la Trinidad respiraba un aire distinto, el de un otoño dorado, blanco y cardenal. Las cornetas y tambores de la Banda del Cautivo abrían el cortejo, marcando el pulso, anunciando su gloria. Tras ella, la comitiva, las velas y, por supuesto, Ella al los sones de la Sinfónica Virgen de la Trinidad. Cada miembro de la banda aguardaba su momento, ese instante en que la música se convierte en plegaria y acompaña a la Madre por su barrio, por su Málaga.

La salida fue, sin duda, uno de los momentos donde la fe baja del cielo y se cubre con palio. Con los acordes del Himno de Andalucía, la Virgen de la Trinidad asomaba coronada no solo con su presea, sino también con el sol malagueño que la envolvía en un resplandor definitivamente divino. La luz de octubre, cálida y generosa, se colaba por cada rincón del barrio, rebotando en las fachadas blancas y tiñendo de oro los ojos emocionados de quienes esperaban verla de nuevo.

Desde la Trinidad hasta el centro, cada parada, cada lugar era una imagen de memoria viva de la cofradía. El Puente de Santa Isabel, se convirtió en un verdadero pulmón devocional. Cada segundo recordaba a los grandes Lunes Santos, pero con la serenidad de un sábado que invita al recogimiento. Un silencio respetuoso, roto solo por los aplausos, los vítores y las notas de las marchas que parecían hablar con la Virgen.

La Virgen de la Trinidad en su trono.
La Virgen de la Trinidad en su trono. / Carlos Guerrero

Y sobre Ella, un juego de colores, de pétalos que caían como lluvia de amor. No fueron simples petaladas, sino auténticas cascadas de luz y fragancia que la envolvieron, que la bañaron en una danza de flores que pintaba el aire de blanco, rosa y cardenal. Porque si el blanco es el color trinitario, el cardenal es el alma que mueve a la cofradía, el contrapunto perfecto que une al Cautivo y a su Madre.

Así, entre la emoción, la luz y el calor de un octubre que parecía querer ser primavera, la Virgen de la Trinidad ha celebrado sus bodas de plata con Málaga. Veinticinco años después, vuelve a recordarnos que sigue siendo la misma: madre, reina y vecina.

Un 25 de octubre que conmemora un 25 aniversario. Un día en el que toda Málaga volvió a ser trinitaria. Porque hay coronas que no se guardan en vitrinas: se llevan en el alma.

stats