Málaga

Turistas de otros países llegan al aeropuerto de Málaga: Maná extranjero a cuentagotas

Peter –junto a su mujer, Renata, y su hija, Dacma– muestra su carné de vacunación.

Peter –junto a su mujer, Renata, y su hija, Dacma– muestra su carné de vacunación. / Marilú Báez

Comparado con años previos a la pandemia, al aeropuerto de Málaga le faltan risas, abrazos, ruido de maletas, viajeros confundidos, trajín de trabajadores... En síntesis, turistas. Pero desde este lunes ya hay algo más de movimiento. Por fin pueden llegar los turistas extranjeros siempre que demuestren que están vacunados, que tengan una prueba negativa de Covid o que hayan superado la enfermedad.

Son el maná para el sector más importante de la economía malagueña y empiezan a entrar con cuentagotas. Como Monika, Yed y Roxana, que llegaron poco antes de la 10:00 procedentes de Polonia, vía Berlín. Es su primera vez en Málaga. Ya conocían Canarias y Barcelona, pero esta vez prueban con Andalucía. Se quedan una semana.

Monika, Yed y Roxana (de izq. a der.) vienen de Polonia. Monika, Yed y Roxana (de izq. a der.) vienen de Polonia.

Monika, Yed y Roxana (de izq. a der.) vienen de Polonia. / Marilú Báez

Los tres amigos se sorprenden al ver tanta prensa ávida de retratar a los turistas extranjeros que empiezan a arribar a la Costa del Sol tras muchos meses de restricciones. Este lunes se prevén medio centenar de vuelos con origen en otros países.

“Nos han pedido las PCR negativas en muchas ocasiones para poder volar”, explica Yed. Coincide con otros viajeros en que los controles de la documentación sobre el Covid (vacunación, PCR negativa o certificado de haber superado la enfermedad) se hacen tanto en el aeropuerto de origen como en el de destino. Roxana reconoce que los preparativos previos al viaje no son fáciles. “La información sobre los requisitos necesarios para viajar es confusa”, sostiene. Explica que varía según se consulte a la compañía aérea, la página del Ministerio de Sanidad o las oficinas de Turismo. Pero ya están aquí. Rondan los ventitantos. Están felices y dispuestos a disfrutar de una semana de “holidays”.

Jan (der.) muestra el código QR de su PCRnegativa. A su lado, Konstantin. Jan (der.) muestra el código QR de su PCRnegativa. A su lado, Konstantin.

Jan (der.) muestra el código QR de su PCRnegativa. A su lado, Konstantin. / Marilú Báez

Konstantin y Jan también son envidiablemente jóvenes. Vienen de Hannover (Alemania) para pasar cinco días en Benahavís. Muestran en su móvil el código QR que certifica que no están infectados de coronavirus. “Ya hemos estado cuatro o cinco veces. Lo que más nos gusta de aquí es el buen tiempo”, dicen Jan. “El tiempo... y la comida y el mar...”, añade Konstantin.

También de Berlín llega Rhodri, un alemán de treinta y tantos años vacunado con las dos dosis. Parte hacia Granada, donde se reunirá con su novia española.

Rhodri enseña el documento que le permite entrar en España. Rhodri enseña el documento que le permite entrar en España.

Rhodri enseña el documento que le permite entrar en España. / Marilú Báez

Entre los que arriban hay una alta proporción de jóvenes. Se ve que tanto papeleo y PCR desanima a parte de las personas de edad más avanzada. No es el caso de Renata y Peter, que superan los 70 y son alemanes. Al salir se funden en un fuerte abrazo con su hija Dacma, que vive en Málaga. “Llevamos un año y medio sin vernos”, explican. La pandemia les ha hecho perderse muchos abrazos, quizás por eso ahora aprovechan para desquitarse.

Heck y Eickhoff proceden de Luxemburgo. “Ya hemos estado aquí tres o cuatro veces”, cuentan también sorprendidas por tantas cámaras. Son agentes de viaje, pero aclaran que vienen “a disfrutar, no a trabajar”. Estuvieron en julio del año pasado, cuando parecía, erróneamente, que la pesadilla se había acabado. Ahora, vacunadas, repiten. Como todos los demás turistas afirman que tanto en el aeropuerto de partida como en el de Málaga, el de llegada, le pidieron la documentación que acredita que están inmunizadas o que no están contagiados.

Una mujer, este lunes, a su llegada al aeropuerto. Una mujer, este lunes, a su llegada al aeropuerto.

Una mujer, este lunes, a su llegada al aeropuerto. / Marilú Báez

También de Luxemburgo viene Vanelas, con su mujer. “La primera vez, por una semana”, el conductor que lo espera tiene prisa y no deja mucho tiempo para entrevistas.

Germán y Josefina son españoles. Esperan con un ramo de flores a su hija Cristina, que emigró para buscar empleo. “Ella es de los jóvenes que se fueron...”, explica la madre con un dejo de resignación. Añade que lleva siete años en el extranjero y “viene a ver cómo está el mercado laboral”. “Tiene 29 años, trabaja en hostelería y si aquí el turismo no repunta, se tendrá que volver a ir”, admite la mujer con cierta pena porque:“Si consiguiera trabajo, se quedaría; porque es su tierra... Pero no creo... ”.

Andrei es rumano, aunque viene de Frankfurt (Alemania). Se queda 10 días de vacaciones en Málaga. Este treintañero cuenta que en su caso lo que trae es un certificado de que ha superado el coronavirus. “Pero lo pasé sin síntomas”, aclara.

Andrés Martínez y María Real también proceden de Berlín. Ellos no son turistas extranjeros. Son españoles que vienen de vuelta. “Hemos ido a ver a nuestra hija que vive allí y a conocer a nuestro nieto Marco, que ya tiene un mes”, explica la feliz abuela. La maldita pandemia les impidió disfrutar del embarazo de su hija. Aunque no forman parte del maná turístico que anhela la Costa del Sol cuentan su experiencia a modo de aviso a navegantes: a pesar de que llevaban el certificado de que tenían puestas ya las dos dosis, al regreso, para poder embarcar a Málaga, en Berlín se tuvieron que hacerse de prisa y corriendo una PCR. Si no era negativa, no volaban. Volaron.

Josefina se abraza a su hija ante la mirada de Germán. Josefina se abraza a su hija ante la mirada de Germán.

Josefina se abraza a su hija ante la mirada de Germán. / Marilú Báez

Mientras sigue el débil trasiego de turistas –en comparación con años previos a la pandemia–, Francisco espera a una clienta con el típico cartel que muestran los conductores de empresas de transportes. “El año pasado fue peor. Este estamos trabajando algo. Pero el año pasado fue cero”, señala. Él estuvo en ERTE, luego trabajó algo en el verano pasado y posteriormente pasó a un ERE. “Como los ingleses nos vetaron, me despidieron a mí y a otros compañeros”, explica. Ahora los han rescatado desde mediados de mayo. “Este año no creo que mejore más de lo que hay y más viendo lo de los ingleses”, vaticina.

Las restricciones del Gobierno británico no sólo generan malestar entre el sector turístico malagueño, sino también entre los ciudadanos del Reino Unido. Una pareja que acaba de llegar de ese país explica que, a pesar de tener que presentar certificados de vacunación, “el problema no es para venir, sino para volver”. El medio centenar de vuelos previsto para la jornada va dejando historias y emociones. El sector turístico espera que sea sólo el principio de la recuperación y que también deje ingresos para reflotar la economía malagueña...

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