Una vecina de Málaga acogió a una familia extranjera durante el apagón: "Aún mantengo la ilusión de ayudar a las personas"

Sin hablar el mismo idioma y sin conocerlas de nada, María Dolores ayudó a cinco mujeres que se habían quedado atrapadas

Sin saber inglés, María Dolores ayudó a cinco mujeres extranjeras atrapadas en Málaga durante el apagón

Sin saber inglés, María Dolores ayudó a cinco mujeres extranjeras atrapadas en Málaga durante el apagón / Javier Albiñana

Sin saber inglés, sin avisar a nadie y sin conocerlas de nada. María Dolores tomó una insólita decisión el pasado 28 de abril que pocas personas se habrían atrevido a asumir: alojar en su casa a cinco mujeres extranjeras que se habían quedado atrapadas en la estación de trenes María Zambrano tras el gran apagón. “Soy como una niña. Mantengo la ilusión por ayudar a las personas y no espero nada a cambio. La vida me ha tratado bien y quiero devolvérselo”.

Aquella jornada, que se recordará como el día del gran apagón, María Dolores Luna se encontraba en su piso de la calle Mendivil cuando, de repente, se fue la luz. Tras unos momentos de desconcierto, salió al rellano y comprobó que todos los vecinos estaban igual de perdidos. Ya se oían los primeros comentarios: “Hay cortes en todo el país”.

María Dolores en una de las habitaciones que les dejó a las viajeras
María Dolores en una de las habitaciones que les dejó a las viajeras / Javier Albiñana

Tras ordenar un poco la situación, ir a visitar a su hija que vive cerca y comprobar que estaba bien y abastecerse de algunos víveres "por si acaso", no dudó un momento de cuál era el siguiente paso: "Tengo que salir a la calle a ver si la gente necesita ayuda", pensó.

Ella, que vive puerta con puerta con la estación de trenes María Zambrano, vio de inmediato al salir de su bloque las aglomeraciones y colas que se estaban produciendo dentro de la estación. "Había mucha gente desesperada que no sabía qué hacer. Habían perdidos trenes y conexiones y estaban literalmente en la calle", explica.

Entró al centro comercial Vialia y, a pesar de no poder acceder a la estación de trenes sin un billete, consiguió convencer al vigilante de seguridad de que la dejara pasar contándole la intención que tenía. "Cuando le dije que quería alojar en mi casa a personas que tuvieran una situación muy comprometida empatizó y me dejó pasar", cuenta.

Rápidamente, identificó a un grupo de cinco chicas de diferentes edades que estaban "un poco perdidas", cuenta. Sin hablar el mismo idioma, ya que María Dolores no sabe inglés y el grupo tampoco español, la protagonista logró enterarse con gestos y palabras sueltas que eran una familia que vivían entre Canadá y Polonia que se habían reunido en Málaga para pasar las vacaciones. Tras el apagón, se quedaron atrapadas en la ciudad. "Me puse en su piel y dije: tiene que ser duro estar perdido e incomunicado en un sitio que no es tu casa. Además, me dieron mucha ternura, eran una abuela de unos 60 años, dos madres de entre 40 y 50 y dos niñas pequeñas de 10 y 15 años. No me quiero imaginar cómo hubieran pasado esa noche durmiendo en la estación", cuenta María Dolores.

Encendiendo una de las velas con las que se alumbraron la noche del 28 de abril
Encendiendo una de las velas con las que se alumbraron la noche del 28 de abril / Javier Albiñana

"De inmediato conectamos, se fiaron de mí y yo de ellas y les ofrecí quedarse en mi casa. Se emocionaron tanto por la generosidad que se pusieron a llorar allí mismo", relata.

Cruzaron la calle, subieron los cuatro pisos a pie cargando con las maletas de toda la familia y se instalaron en la casa. Se repartieron en los diferentes cuartos y se dieron una ducha, "que es casi lo que más agradecieron del día por el calor que hacía", cuenta entre risas la vecina.

Una vez allí, vivieron una peculiar escena familiar. Las seis alrededor de la mesa a la luz de unas velas, compartiendo una cuña de queso y un poco de fruta, riéndose, abrazándose y agradeciéndole a María Dolores continuamente el gesto que había tenido. "Hubo tan buen rollo que en ningún momento me preocupé en pensar que tenía en mi casa a cinco extrañas metidas. Incluso dormí con la puerta abierta como acostumbro y estuve muy cómoda", explica.

En cuanto volvió la luz y la conexión en el barrio sobre las 3:00, una parte de la familia, la que venía de Polonia, sacó rápidamente un billete y se marcharon al aeropuerto para salir cuanto antes. La otra parte, la que iba a Canadá, hizo lo mismo, ya un poco más descansada, sobre las 7 de la mañana.

"Entre una cosa y otra no les dio tiempo a reposar mucho la verdad, pero las niñas pequeñas sí durmieron bastante y yo creo que les vino bien", asegura María.

La historia terminó en el momento en el que todas se despidieron al llegar el taxi. Un fuerte abrazo y el último llanto de emoción. María fue lo más cercano a un hogar que esa familia tuvo durante unas horas de caos total, y seguro que no lo olvidarán.

Los nombres que la familia apuntó para conocerse una vez llegadas al piso de María Dolores
Los nombres que la familia apuntó para conocerse una vez llegadas al piso de María Dolores / M.H.

Ni una foto ni un número de teléfono ni un mensaje. El único recuerdo que guarda de ellas es una libreta donde las chicas escribieron su nombre al llegar a la casa para conocerse mejor.

"Todo se quedó en una bonita historia que recordaremos siempre, posiblemente nunca las vuelva a ver, pero es algo que haría sin pensarlo una y otra vez", concluye María.

stats