La Viking odisea XI: Estocolmo II

La guía ‘Lonely Planet Sweden 7’ resalta su encanto medieval con aires de cuento

La Viking odisea IX: Destino Estocolmo

Catedral Riddarholmskirkan.
Catedral Riddarholmskirkan. / M. H.

LA Ciudad Vieja nos impactó de tal manera que decidimos dedicar todo el día a ella. El conocido autor de guías de viaje Benedict Walker, en su «Lonely Planet Sweden 7 (Travel Guide)», resaltando su encanto medieval por su arquitectura de fantasía y clima evocador, y situándola como un lugar único en Europa, dice que “El casco antiguo, Gamla Stan, es uno de los núcleos históricos más fascinantes de Europa, con edificios de cuento de hadas, palacios imponentes y calles adoquinadas muy angostas”. Y añade: “Los días largos, la luz inquietantemente hermosa y el clima templado son de ensueño”. Nos dirigimos hacia una alta y aguda torre, con un chapitel de hierro forjado que destaca en el perfil urbano de Estocolmo, pensando que era la catedral. No, no lo era, pero si una iglesia tan importante como ella. La iglesia Riddarholmskyrkan, sita en la isla de Riddarholmen, muy cerca de Gamla Stan, es una iglesia histórica y real, famosa por ser el panteón de los monarcas suecos. Fue construida en el siglo XIII como monasterio franciscano y en ella reposan los restos de casi todos los reyes suecos desde el siglo XVII.

En esta misma isla, pudimos ver la Birger Jarls Torn, una torre defensiva del año 1530 (más o menos), que se suele asociar con el legendario fundador de la ciudad, pero en realidad su construcción corresponde al reinado de Gustavo I.

Desde ella, la panorámica de Gamla Stan es poética, basta un instante para absorber siglos de historia en silencio. Volvimos al casco antiguo y, ahora sí, vimos la Catedral de Estocolmo: la Storkyrkan dedicada a San Nicolás. Inaugurada en 1306, es la iglesia más antigua de la capital. Su interior consta de una nave con pilares de ladrillo y bóvedas elevadas del más puro estilo gótico, en tanto que la fachada, producto de las remodelaciones hechas en el siglo XVIII, es barroca. Alberga la famosa estatua de San Jorge y el dragón, esculpida en madera, metal, cuero y cuernos de alce, símbolo de la heroica liberación de Estocolmo del dominio danés en el siglo XV, y reflejo del orgullo nacional. La iglesia catedral se suma al conjunto monumental que forman el Palacio Real y el edificio de la Bolsa, conjunto que forma uno de los núcleos históricos más importantes de Suecia, donde se concentra el poder político, religioso y económico en un espacio urbano compacto, con gran valor patrimonial y simbólico.

Seguimos nuestro recorrido por la Ciudad Vieja y dimos con la plaza Stortorget, la más antigua de Estocolmo que, durante la Edad Media, se utilizó como mercado y punto de reunión. La conforman una serie de comercios de estilo renacentista con fachadas pintadas. Fue, en 1520, escenario del célebre Banquete de Sangre. Allí el rey danés Kristian II ejecutó a un centenar de nobles suecos, detractores suyos, a los que acusó de herejes. Este evento marcó la historia del país. Hoy, el antiguo edificio de la Bolsa, alberga el Museo Nobel. Callejeamos, por calles y callejones medievales, sintiéndonos trasladados al pasado de Gamla Stan. Calles como la Prästgatan escoltada por casas añejas dignas de una postal, en la que habitaban los clérigos del siglo XVI, o la Mårten Trotzigs gränd que destaca por ser la calle más estrecha de Estocolmo, con apenas 90 cm en su punto más estrecho. Es un laberinto fascinante y asombroso. Estas vías estrechas son resquicios medievales, mientras que calles principales como Västerlånggatan y Österlånggatan, rebosantes de tiendas, cafés y galerías, con edificios que mezclan renacimiento, barroco y romanticismo, reflejan la transición al siglo XX.

En dichos callejones medievales, nos encontramos con cafeterías que ofrecen refugio con repostería sueca, kanelbullar (pastelillos de rollo de canela) y cafés humeantes. Las calles empedradas esconden tiendas de artesanía y souvenir, llenas de color y tradición. Toda la Ciudad Vieja ofrece sorpresas, sobre todo aquellas en que te parece que G. H. Wells te hubiese metido en su “Máquina del Tiempo” y convertido en su “Viajero en el tiempo”, haciendo una incursión desde la Edad Media al Romanticismo. Pudimos ver el restaurante Den Gyldene Freden. Inaugurado en 1722, este restaurante conserva su ambiente original del siglo XVIII, por lo que resulta ser uno de los establecimientos más antiguos del mundo con el mismo entorno.

Fue centro literario y artístico: frecuentado por poetas, compositores y cantantes suecos de todas las épocas, como Carl Michael Bellman, Evert Taube o Cornelis Vreeswijk; y hoy es sede de las cenas semanales de la Academia Sueca, que elige al Nobel de Literatura. Uno se imagina estar allí a media luz, entre ecos poéticos y platos tradicionales: un paseo atemporal para el alma.

En Brända Tomten, un rincón triangular muy singular, pintoresco y apacible, August Strindberg, escritor y dramaturgo, surrealista, considerado uno de los  precursores del teatro de la crueldad y teatro del absurdo, encontró inspiración para su obra teatral del mismo nombre que el rincón. El arte, la historia y el folclore cobran vida en relatos que resuenan en cada piedra de Gamla Stan, haciéndola no solo una visita, sino una experiencia sensorial y mental. Y a la caída de la noche el barrio se transforma: luces tenues, calles silenciosas y ecos de historia que invitan a soñar. Gamla Stan es paz visual, emocional y narrativa. Pero antes de irnos para el camping a cenar y descansar, aún nos dio tiempo para ver el Palacio Real donde habitan actualmente los monarcas suecos: el Palacio de Drottnin-gholm. Está situado en la isla de Lovön, a las afueras de Estocolmo (aproximadamente a 10 km del centro de la ciudad). Es la residencia privada de la familia real sueca, aunque no es el lugar donde realizan sus funciones oficiales, es donde la familia real pasa gran parte de su tiempo, especialmente en la época veraniega. Es la residencia más importante para la familia real fuera del Palacio Real de Estocolmo. Este palacio tiene un estilo renacentista y fue construido en el siglo XVII. Se asemeja a los palacios franceses de la época y es un ejemplo destacado de la arquitectura barroca. El edificio ha sido restaurado en varias ocasiones, especialmente en el siglo XIX, cuando se hicieron importantes remodelaciones. A diferencia del Palacio Real de Estocolmo, el Palacio de Drottningholm es más tranquilo y es utilizado principalmente para eventos privados de la familia real. También se pueden visitar sus hermosos jardines y el Teatro Real de Drottningholm, que es uno de los teatros barrocos mejor conservados del mundo.

Aquella noche, en la paz del camping, con un cielo clareado, pensé en la ejecución masiva de Cristián II, que por este episodio pasó a llamarse “Cristián el Tirano”. La masacre provocó la rebelión del pueblo sueco que, liderado por Gustavo Vasa, condujo a la disolución de la Unión de Kalmar y la independencia de Suecia. No fue muy original, ya tuvo antecedentes hispanos el hecho. Ramiro II el Monje decapitó a sus nobles reticentes y colgó en un campanario sus cabezas. Al cabo, como dijo Valle-Inclan, en «La Corte de los Milagros»: “Si se ponen pelmas y lo echan por la tremenda no estarán mal en escabeche”. Esto es humor, pero no para suecos.

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