La Viking odisea XV: de Jönköping a Helsingborg
El jardín de los monos
Un recorrido histórico por las ciudades, castillos y leyendas de Suecia rumbo a Dinamarca
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Desde el instante en que salimos de Jönköping y cogimos ruta hacia Helsingborg, sentí que dejaba atrás una ciudad moderna pero profundamente conectada con las raíces de Suecia. No es solo que los vikingos pasearan por estas tierras hace mil años, es que la historia de este país está inscrita en cada roca, cada árbol y cada rincón que miras. Como dijo el gran poeta sueco Tomas Tranströmer: "La naturaleza está llena de susurros, los recuerdos están llenos de ecos". Y en este trayecto lo iba a descubrir poco a poco, mientras cruzábamos los paisajes de Småland (o Esmalandia), provincia del sur de Suecia que tiene costa en el mar Báltico y donde nació la famosísima IKEA.
Nuestra primera parada fue Gränna, un pintoresco pueblo donde el lago Vättern se extiende como un vasto espejo azul. Si bien no parece un sitio de importancia histórica, en el contexto sueco es todo lo contrario. Durante siglos, este lago fue una de las principales rutas comerciales para los vikingos, quienes lo surcaban a menudo, conectando el norte y el sur de Escandinavia. En esta región, los vikingos vivían con la conciencia de ser navegantes antes que guerreros, y aunque hoy sus barcos ya no surcan las aguas, todavía se puede sentir su presencia en el ambiente.
En el pequeño museo local de Gränna, en una de esas colecciones de recuerdos personales, había una antigua carta escrita por un comerciante de Gränna del siglo XI, cuyo texto decía: "De los vikingos, como de los poetas, se puede decir que nunca murieron del todo", casi como si fuera un eco lejano de las antiguas sagas nórdicas que relataban hazañas de reyes, héroes y dioses. Los vikingos, como diría Snorri Sturluson en su Edda Prosaica, eran "hombres que podían morir, pero nunca desaparecer del todo".
Leyendas oscuras
A medida que avanzábamos el paisaje se iba transformando, las colinas suaves de Småland dieron paso al territorio, más salvaje y misterioso, de Skurugata, una garganta profunda y oscura que parecía abrirse como una herida en la tierra. Aquí, el aire se volvía denso, como si el suelo mismo guardara secretos. El nombre Skurugata, traducido como camino de los truenos", ya te da una idea del tipo de lugar que es. Según los lugareños, esta tierra fue testigo de rituales vikingos hace más de mil años, cuando las tribus nórdicas se reunían en lugares como este para rendir homenaje a sus dioses. Loki, el dios del caos, y Freyr, el dios de la fertilidad, y el sol, podrían haber sido invocados entre estas rocas. Pero más allá de la mitología, Skurugata es también hogar de leyendas oscuras. Se cuenta que los vikingos enterraban a sus guerreros más ilustres entre las rocas y que, en las noches más frías del invierno, si te acercabas lo suficiente al borde, podías escuchar susurros de antiguos cantos funerarios.
Todo el recorrido, hasta nuestro destino, seguía la orilla del lago Vättern. Lago en el que, en la Edad Media, varios reyes suecos se enfrentaron en batallas decisivas. Las leyendas cuentan que, en sus profundidades se encuentra el trono de un antiguo rey vikingo, perdido durante una batalla que nunca llegó a suceder. Algunos dicen que, cuando el viento sopla con fuerza, puedes escuchar el clamor de esa batalla fantasma resonando en las aguas.
Nos encontramos también con la famosa Brahehus, una antigua fortaleza que solía vigilar las aguas del lago. La historia cuenta que los nobles que construyeron la fortaleza querían desafiar, tanto a los dioses vikingos, como a su voluntad de controlar el agua. Al final, fueron ellos los vencidos y Brahehus se transformó en un monumento, no solo a la arrogancia, sino también a la inevitable derrota del hombre ante las fuerzas naturales.
Al ir acercándonos a Helsingborg, se tiene la impresión de que la ciudad se alza ante el mar de forma imponente, como si hubiera estado allí durante siglos, esperando al viajero. El Castillo de Kärnan, una torre medieval de origen vikinga, ha sobrevivido a los siglos y se presenta como un centinela en el puerto. Se dice que, cuando los vikingos se asentaron en lo que hoy es Helsingborg, usaron el castillo como punto de observación y defensa contra los invasores.
Aquí, las conexiones vikingas se vuelven palpables. Los arqueólogos han encontrado artefactos y ruinas que sugieren que este puerto fue de suma importancia para los vikingos, quienes no solo comerciaban, sino que también se lanzaban en incursiones hacia el sur, hasta las costas de Francia y las Islas Británicas. En las proximidades del castillo, hay un pequeño rincón dedicado a las sagas nórdicas. En un cartel, puede leerse la cita de Njal's Saga: "El guerrero que no puede oír la llamada de su espada se ha olvidado de su destino".
En esta ciudad el aire parece estar cargado de historias no contadas. La ciudad misma fue escenario de una batalla clave entre los daneses y los suecos, conocida como la Batalla de Helsingborg (1710), que de alguna manera resucita los viejos enfrentamientos entre el norte y el sur, los vikingos y sus descendientes. En las noches más tranquilas, algunos incluso afirman ver sombras cruzando el mar, figuras fantasmales de guerreros vikingos que aún buscan venganza.
Sin duda, el trayecto que hemos realizado, está tan lleno de historia y leyendas que me recordó lo que decía el filósofo sueco August Strindberg: "La historia nunca es un relato completo, siempre hay grietas donde se esconden las sombras". Los vikingos dejaron huellas imborrables, y cada paisaje, cada pueblo, cada río, aquí tiene su propio eco de esos antiguos navegantes, guerreros y poetas que fueron los primeros en escribir la historia de Escandinavia.
Allí, mientras nos despedíamos de Helsingborg, mirábamos al horizonte y sentimos, o eso pensé yo, que no solo habíamos viajado de una ciudad a otra, sino que habíamos atravesado un puente que conectaba el pasado con el presente. Y aunque las calzadas modernas ya no son las mismas que pisaron los vikingos, el espíritu de las sagas, sus mitos y leyendas, sigue vivo en el aire, esperando ser descubierto por cada viajero que se atreva a caminar por este fascinante lugar. Y así terminó nuestro recorrido entre Jönköping y Helsingborg y acabamos nuestro viaje por Suecia.
En el puerto de Helsingborg embarcamos en el ferry que, navegando los escasos 5 Km de estrecho, nos desembarcaría en Helsingor, Dinamarca. Desde su puerto, al llegar, contemplamos el castillo de Kronborg. Su visión produce una intensa emoción al recordar que en ese castillo fue donde Shakespeare situó la acción de Hamlet. En esos momentos te imaginas a Hamlet, encerrado en uno de sus torreones, recitando "To be or not to be, that is the question". Y vives ese momento en el que el príncipe de Dinamarca, sumido en una profunda reflexión filosófica y existencial sobre la vida, la muerte y el sufrimiento humano, angustiado, trata de decidir si es más noble soportar el dolor de la vida o enfrentarse a lo desconocido de la muerte.
Nosotros nos planteamos, bastante menos filosóficamente, "estar o no estar, esa es la cuestión". Y sí, estábamos. Habíamos desembarcado en Dinamarca y decidimos dirigirnos a un camping cercano a la ciudad de Roskilde.
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