La Viking odisea XVI: De Helsingør a Roskilde

Helsingør, la pequeña ciudad donde desembarcamos, está situada en la costa noreste de Zelanda, y como ya sabemos, frente a la costa de Suecia

La Viking odisea VI: Oslo II

El Castillo de Frederiksborg.
El Castillo de Frederiksborg. / M. H.

Estábamos en Dinamarca. Helsingør, la pequeña ciudad donde desembarcamos, está situada en la costa noreste de Zelanda, y como ya sabemos, frente a la costa de Suecia. Es una ciudad portuaria histórica, famosa sobre todo por el Castillo de Kronborg, pero tiene mucho más que ofrecer.

Helsingør fue un importante punto de comercio en la Edad Media, ya que la ciudad controlaba el estrecho de Öresund, que conecta el mar Báltico con el mar del Norte. Pero es famosa, sobre todo, por ser la ciudad en la que William Shakespeare situó su tragedia, Hamlet, concretamente en el castillo de Kronborg. Este castillo renacentista, es una de las fortalezas más grandes y mejor conservadas de Europa, y fue clave para el control del citado estrecho. Además, aunque solo sea por su gran belleza arquitectónica, el castillo es el centro de atención de la ciudad. Fue construido en el siglo XVI bajo el reinado de Federico II de Dinamarca y durante siglos, controló el paso de los barcos por el estrecho de Öresund que es una de las rutas de navegación más importantes del mundo. A lo largo de la historia fue utilizado tanto como residencia real como fortaleza militar. Entre sus leyendas, como no podía ser de otra forma, se dice que por él ronda el fantasma de Hamlet. También corren algunas otras leyendas referidas a piratas y a eventos misteriosos ocurridos en el castillo. Hoy en día es uno de los monumentos más visitados de Dinamarca, y alberga exposiciones de arte, teatro (incluido el famoso Festival de Hamlet) y música.

Helsingør cuenta con una bella iglesia medieval dedicada a Santa María situada en pleno centro. Es del siglo XIII y destaca por su esbelta torre. Fue catedral y convento de carmelitas, fundado por la comunidad de los Hermanos Blancos, que así se llamaron por sus vestiduras, y que llegaron a Dinamarca a instancias del rey Erik de Pomerania. Exteriormente destaca la fachada construida en ladrillo, de estilo gótico holandés, aunque fue modificada en su parte superior en época moderna. Su interior obedece a un sencillo diseño con la planta dividida en tres naves de estilo gótico cuyas columnas sujetan las bóvedas de crucería. En el coro se encuentra un gran órgano de estilo barroco, realizado en madera policromada en 1634.

No lejos se encuentra el castillo de Fredensborg, muy cerca del fiordo de Esrum. Este castillo fue construido a principios del siglo XVIII bajo el reinado de Federico IV y se ha mantenido como la residencia de verano de la familia real danesa. Es menos conocido que los castillos de Kronborg o de Frederiksborg, pero tiene una gran relevancia como residencia real. Fredensborg es conocido por su enorme parque, donde se encuentran hermosos jardines formales y bosques. La arquitectura barroca del castillo es impresionante y, a diferencia de otros castillos, se mantiene habitado por la familia real, lo que hace que las visitas al interior sean limitadas.

Hoy en día, el castillo se utiliza para ceremonias oficiales y celebraciones de la familia real. Aunque, durante ciertos períodos del año, el castillo y sus jardines están abiertos al público, lo que permite visitar parte de la residencia y sus alrededores.

Y de un castillo nos fuimos a otro. Hillerød es una pequeña ciudad situada al norte de Copenhague, famosa por el castillo de Frederiksborg. Este castillo es un complejo palaciego, construido sobre tres islotes en el Slotssø (lago del palacio), y considerado uno de los castillos más bellos de Europa. Fue construido en el siglo XVI por el rey Cristiano IV y, a lo largo de los siglos, ha sido testigo de eventos históricos importantes, como la coronación de los reyes daneses. En consecuencia, la ciudad de Hillerød creció alrededor de la prominencia del castillo. El castillo es una obra maestra del Renacimiento danés, rodeado por un impresionante lago y jardines formales. Alberga el Museo Nacional de Historia de Dinamarca, donde se exhiben colecciones de arte, objetos históricos y muebles de época.

Desde Hillerød nos fuimos a visitar la ciudad de Roskilde, en cuyos alrededores habíamos acampado. Está situada a unos 30 km al oeste de Copenhague y es una de las ciudades más antiguas de Dinamarca, con una historia que se remonta a la época vikinga.

Lo primero que hicimos al llegar fue entrar en uno de sus restaurantes. Eso de visitar castillos despierta el apetito. Pedimos, como siempre, platos típicos del lugar y nos pusieron smørrebrød (pan de centeno con pescado, carne, o encurtidos) y los tradicionales æbleskiver (bolitas de masa de panqueque). Además, como la cerveza artesanal de Roskilde es famosa, no faltaron unas cuantas jarras de distintas marcas.

Roskilde fue la capital de Dinamarca durante siglos y es famosa por su catedral que es Patrimonio de la Humanidad. No hay palabras suficientes para describir lo que se siente al ver la catedral de San Pedro y San Pablo de Roskilde. Levantada entre los siglos XII y XIII, fue la primera catedral gótica de Escandinavia, enteramente construida con ladrillo, y su estilo arquitectónico se difundió posteriormente por todo el norte de Europa. Desde el siglo XV se convirtió en mausoleo de la familia real danesa y hasta finales del siglo XIX se le fueron añadiendo diversos porches y capillas laterales. Su edificio actual sintetiza claramente la evolución de la arquitectura religiosa europea a lo largo de ocho siglos. En su interior, los sepulcros reales parecen dormir, pero están muy despiertos. Los mármoles tallados, las inscripciones en latín, las coronas esculpidas sobre los ataúdes... todo habla de poder, sí, pero también de fragilidad. Hay una leyenda que cuenta la historia de una tumba: la de Margrete de Roskilde. Una mujer inocente, asesinada por su esposo y arrojada a la vergüenza. Al tiempo, según se dice, la gente comenzó a ver milagros junto a su tumba, y finalmente se le permitió ser enterrada en esta catedral, entre reyes. Confieso que el sepulcro da cierto desasosiego.

Fuimos a visitar el Museo de los Barcos Vikingos. Contiene cinco barcos recuperados del fondo del fiordo. Los hundieron hace siglos para bloquear la entrada a enemigos. Uno de ellos, el más ancho, fue reconstruido por arqueólogos y zarpó hace unos años hasta Irlanda siguiendo las rutas antiguas.

En las afueras está Lejre, un sitio arqueológico y parque experimental. Hay casas reconstruidas según modelos de la Edad del Hierro, talleres y campos sembrados. Pero lo más impresionante fue lo invisible: la historia enterrada. Dicen que aquí vivieron los Skjöldungar, los reyes míticos de Dinamarca, los mismos que aparecen en la saga islandesa de Beowulf.

Roskilde es famosa también por su festival de música cuya historia puede contemplarse en el museo RAGNAROCK. Está dedicado a la música pop y rock danesa y tiene una arquitectura audaz, colores vibrantes y guitarras colgadas como sables de luz. Hay una sala entera dedicada al Festival de Roskilde. Es curioso: esta ciudad es cementerio de reyes y cuna de guitarristas. Tal vez eso la hace tan viva.

Después de pasear a orillas del fiordo de Roskilde, con un agua en calma, un cielo limpio y un silencio sepulcral, nos fuimos a descansar con la impresión de que aquí no solo reposan los reyes, también descansan sus habitantes y los viajeros que les visitan.

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