"No sé si estoy viva, me cuesta respirar"

Cecilia no podía imaginar ayer que a la vuelta de su trabajo iba a convencer a una mujer de que no estaba muerta. En concreto, se trataba de una de las ocupantes que viajaba en el coche blanco que impactó contra el Mercedes que quedó aplastado bajo el puente peatonal en la carretera A-7. Tras salir de su vehículo, la señora sufrió tal crisis de ansiedad que comenzó a tener dificultades en la respiración y fuertes dolores en el pecho, por lo que pensó que había muerto. "No sé si estoy viva, me cuesta mucho respirar", le comentaba impactada a Cecilia, una joven odontóloga que logró frenar su coche a escasos metros del lugar del accidente.

A pesar de que el susto fue tremendo, la mujer tan sólo sufrió algunas contusiones, al igual que su marido, su hermana y su hijo de dos años, que también viajaban con ella.

Peor suerte corrieron los dos viajeros del Mercedes, que quedó sepultado en los escombros del puente. "Cuando hemos ido a socorrerlos, nos los hemos encontrado empotrados contra el cristal delantero", relataba Cecilia, que auxilió a las víctimas, junto a otros testigos, hasta que el personal del 061 llegó a los 20 minutos de haber recibido el primer aviso. A partir de ese instante, el piloto y su compañero comenzaron a respirar con ayuda de los equipos médicos, ya que aún tardarían algo más de una hora y media en poder abandonar el coche, que se había convertido en un amasijo de hierros. Durante todo ese tiempo, los bomberos se afanaron en ir cortando los restos del vehículo para sacarlos a través del techo.

Mientras tanto, los vecinos y curiosos que se acumularon a ambos lados de la vía criticaban la poca estabilidad del puente derribado, y recordaban que hace tan sólo dos años había caído por el impacto de otro camión.

Tras comprobar lo aparatoso del accidente, la mayoría de los curiosos coincidían en la suerte de que no hubiese más víctimas, porque sobre el asfalto quedó un reguero de marcas de los neumáticos que frenaron en seco para evitar un choque en cadena.