Málaga

La zona azul sigue sin convencer en Huelin

  • Los comerciantes y hosteleros de la zona aseguran que la medida les afecta negativamente

Aparcamientos libres del SARE en la barriada de Huelin

Aparcamientos libres del SARE en la barriada de Huelin

Desde el pasado diciembre, la pintura azul bordea la calzada de siete calles de la barriada de Huelin. En total, 448 plazas de aparcamiento regulado, la implantación del SARE de forma definitiva tras seis meses de prueba y un debate vecinal que no goza del consenso prometido. Residentes, comerciantes, hosteleros, esta medida no pasa desapercibida ante ningún sector del barrio. 

En Echeverría se encuentra un bar-taberna en el que trabaja Samuel Prudencio. Desde que se implantó la zona azul tiene que estar pendiente de que no le multen, saliendo y entrando del establecimiento para comprobar que no le han puesto "una notita" en el limpiaparabrisas. "Veo bien que se cobre por aparcar al que viene de ocio, pero los que estamos trabajando salimos perjudicados. Al final, echamos muchas horas aquí, y con un sueldo modesto no nos podemos permitir gastarnos siete u ocho euros cada día en aparcar". 

Dice que, ante la falta de gorrillas, la seguridad ha incrementado, pero que los comerciantes debería tener una tarjeta "como la de los residentes". Su compañero de trabajo, Jesús Ramos, explica que a veces incluso tiene que "hacer malabares" para ahorrarse unos pocos euros. 

Esto lo que hace es que la gente se vaya a otros sitios a aparcar y no venga aquí

Mientras colocan las mesas de la terraza, dos trabajadores del SARE caminan cerca de un parquímetro. Aclaran que la reacción de la gente no está siendo peor que en otras zonas. "Algunos protestan, pero no es distinto a lo que ocurre en sitios en los que la zona azul lleva mucho más tiempo", comenta uno de ellos. Su compañero añade que "ya están notando" la rotación de vehículos. "El hecho de que sea gratuito hace que la gente se apalanque y no mueva el coche. Ahora es fácil encontrar aparcamientos libres, ¡mira!", dice señalando los estacionamientos vacíos de la calle. Añade, además, que al haber gente que no quieren pagar, se van al norte a aparcar, por lo que la zona "se está masificando" y ya hay gente "que quiere que les pongan" la zona azul. "La realidad es que antes no había sitio y ahora sí", concluyen. 

En calle Antonio Soler trabaja A.M.P., que ha optado por aparcar en las calles colindantes ya que "a esa hora, sí hay sitio". Se muestra contundente al ser preguntada por la decisión del Ayuntamiento. "Mal. Me parece mal. Somos trabajadores y esto nos está afectando. No es lo mismo venir por ocio que venir a trabajar. Si viniera a pasar el rato, lo pago y listo. Pero no es mi caso ni el de mucha gente del barrio. Si hay clientes, tampoco puedo estar pendiente de la hora o de la aplicación".

Los gorrillas siguen estando, tan solo se han desplazado de zona

Se siente especialmente molesta "por la campaña de mentiras" que se ha llevado a cabo en los meses previos a la implantación definitiva. "Dijeron que los comerciantes de la zona estábamos de acuerdo pero ni siquiera estábamos avisados. Nos hemos encontrado todo esto ya montado, sin habernos consultados. Si tan bueno eso, ¿por qué hay tantos carteles en los escaparates en contra? ¿Por qué no lo implantan de forma definitiva y no entre semana?", se queja. Al final, lamentándose, explica que hacerlo en la avenida principal puede que ayude, "pero todo el barrio, no. Es demasiado". La seguridad tampoco ha mejorado. "Los gorrillas siguen estando, tan solo se han desplazado de zona. Incluso cuando acaba la hora de zona azul, los puedes ver por los aparcamientos del SARE".  

Alberto S. trabaja en Río Rocío. No tiene ni coche ni moto pero se considera uno de los afectados por la línea azul: "Se está notando en la clientela". "Desde Mahos dicen que han hablado con los comerciantes de la zona, pero conmigo no ha hablado nadie. De todas formas, es lo normal en este tipo de decisiones. Se ponen las medallas sin haber hecho nada. Lo mismo pasa con el Ayuntamiento, que todo lo que les beneficia siempre es bueno". Con tono calmado, también critica el papel de los medios: "Si la prensa nos apoyara, esto no seguiría en marcha. Lo del cuarto poder era antes". 

Cerca de su establecimiento, Nizar saca el ticket del parquímetro. Es de Marruecos, está en Málaga por trabajo y expone en inglés que a él no le importa "pagar por aparcar". Le ve tres ventajas: "Sabes que vas a encontrar sitio, que el coche va a estar seguro y, sobre todo, que con ese dinero estás contribuyendo al mantenimiento de las infraestructuras y a los proyectos que lleve a cabo la comunidad". 

Yolanda García es la propietaria de una pescadería. De un tiempo a esta parte recoge firmas contra la zona azul.  Los vecinos la apoyan en esta iniciativa. Considera injusto que, además de los impuestos de circulación, uno tenga que pagar por estacionar. "Si viniera a pasar el rato, lo puedo entender. Pero esto lo que hace es que la gente se vaya a otros sitios a aparcar y no venga aquí". Algunos clientes  comienzan a hablar del tema, entre ellos Pilar Arenas. Lleva 50 años en el barrio y está a favor de la tarifa de residentes: "Son cuatro euros al mes". "Sí, pero que no se establezca por calles, sino por barrios", responde Yolanda. Entretanto, la vida comercial del barrio continúa y termina de vender medio lomo de rosada. 

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