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Calleja: adversario pero no enemigo...

  • Ahora como entrenador de Primera, uno de los pilares del último ascenso vuelve a cruzarse en el camino

Javi Calleja, en el Estadio de La Cerámica antes del encuentro contra el Slavia de Praga de la semana pasada.

Javi Calleja, en el Estadio de La Cerámica antes del encuentro contra el Slavia de Praga de la semana pasada. / domenech castelló / efe

Javi Calleja llegó al Málaga con 28 años y se fue con 31. Siempre tuvo un aura de entrenador. Por su sentido táctico, su inteligencia y su sentimiento de pertenencia al grupo. Menos de una década después, previa intensa formación en la cantera, ya dirige en la élite. Está dando sus primeros pasos y ya se va a volver a cruzar con sus ex. El club de su vida es el Villarreal, donde militó más que en ningún equipo y el que le ha dado la oportunidad de hacer carrera en los banquillos; pero en su corazón lleva grabados varios capítulos importantes como jugador blanquiazul.

Fue todo muy intenso en Martiricos. Llegó para aportar veteranía al proyecto de ascenso nada más perder la categoría. Y, de pronto, se encontró un infierno: el equipo coqueteó con el descenso a Segunda B tras la explosión de la Ley Concursal, hoy en día más normalizada pero en su momento un shock y de aplicación aún muy verde. Hubo que lidiar casi más fuera del campo que dentro, y ahí la personalidad del madrileño se hizo notar.

Se ha medido dos veces como técnico juvenil al Málaga y en ambas ocasiones venció

El segundo año, la temporada 07/08, está almacenada como uno de los mejores recuerdos futbolísticos de Javi Calleja. De él y de todos los compañeros que tuvo, puesto que el regreso a Primera llegó acompañado de una vivencia personal muy intensa. Aquel que conformó Muñiz fue uno de los vestuarios mejores y más sanos que se han visto por Martiricos. Aunque guardaba la apariencia de tipo muy serio, tras ella había un gran bromista al que le costaba dejar de reír una vez que arrancaba.

En Primera mantuvo galones. 35, 38 y 31 partidos disputó en sus tres temporadas respectivamente (en la última, al ser ya en la élite, hubo cuatro jornadas menos). De interior izquierdo y a veces hasta de lateral, en el proyecto de Antonio Tapia se rozó la clasificación para la UEFA, aunque a última hora se truncó la buena senda -el partido ante el Deportivo en el que Aranzubía detuvo un penalti a Apoño fue un punto de inflexión-. Firmó tres años y al tercero no hubo acuerdo para continuar. Pero se marchó, al Osasuna, sin dar ruido, tal y como llegó. Y a la distancia siguió apoyando al Málaga.

Tenía clara su vocación de los banquillos y el Villarreal le ofreció la posibilidad de trabajar con calma en sus maravillosas instalaciones de cantera. Como entrenador del juvenil se midió al Málaga en las últimas dos ediciones de la Copa del Rey, y en ambas ganó la partida. Ahora toca desnivelar la balanza en el mejor de los escaparates. Ocurra lo que ocurra en los 90 minutos, Calleja seguirá queriendo lo mejor para el club blanquiazul. Y si se acaba logrando la permanencia, será uno de los que la celebre, sin duda.

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