La dirección deportiva del Málaga sigue trabajando para reforzar su plantilla en este mercado invernal. Pero no es tarea sencilla porque los blanquiazules tienen un margen económico bastante reducido (alrededor de 500.000 euros). Por eso se antoja absolutamente fundamental que la entidad consiga liberar algo de espacio.

Las salidas, por lo tanto, son una parte fundamental de lo que va a poder hacer José Luis Pérez Caminero en el periodo de fichajes que se abre el próximo día 1 de enero. Al final sólo hay que ver cómo ha repartido los minutos y las convocatorias Muñiz para saber quiénes están en la rampa de salida: Héctor Hernández, Haksabanovic, Miguel Torres y Boulahroud.

Sus hipotéticas marchas supondrían una liberación para el Málaga, que podría aspirar a algo más. En los despachos de Martiricos se da por hecho que más pronto que tarde saldrán el delantero canario y el extremo sueco. Lo de Torres es más deseo que tangible y en el caso del marroquí depende de cómo vaya este periodo de fichajes. Muñiz no puede permitirse prescindir de un pivote con las carencias que tiene.

En el orden de prioridades están un delantero centro y un centrocampista. Pero el equipo también tiene un pequeño déficit en cuanto a velocidad y no se ha buscado, por otro lado, relevo para Juankar, que además de poder ser una opción como extremo era el suplente oficial de Fede Ricca en el lateral zurdo.

Muñiz tiene mucho interés, sobre todo, en el delantero centro. Seleznyov, del Akhisar turco, es el gran favorito, pero no la única opción del club. En la entidad están preparados por si la operación no terminase de cuajar (su club de origen pretende sacar tajada y cuenta con la baza de que en Turquía es pretendido por Galatasaray y Bursaspor entre otros.

El centro del campo

El tema del centrocampista, sin dejar de ser muy importante, está algo más verde. A nadie se le escapa que el Málaga está muy corto en la medular. N’Diaye es fijo pero no termina de ser tan determinante como se esperaba y además está el hándicap de la Copa de África. Adrián González no deja de ser un parche porque es más un mediapunta llegador que un organizador. Lacen, pese a sus esfuerzos, tiene la gasolina justa y la competición le viene larga. Y queda Boula, falto de experiencia y muy limitado. Urgen soluciones.