Pablo Guede aceptó coger el timón del Málaga CF a ciegas prácticamente, quería ser el entrenador y el contrato era algo secundario. La prioridad era salvar al equipo y lo hizo. Se agarró nada más llegar a personas de su confianza y que pudiera complementarle. Era casi un proceso natural que Francis Bravo, "el capi", fuese su mano derecha. La llegada de otro lugar teniente como Antonio Tapia continúa esta senda y la realza más aún. Tres iconos al frente del equipo blanquiazul.

Los tres estuvieron en ese Málaga que logró el ascenso en el 98 y encumbró a Guede a los altares. De hecho, fue Antonio Tapia, preparador físico y ayudante de Ismael Díaz, quien ayudó al argentino en sus peores momentos, trabajando a diario codo con codo más allá de los entrenamientos. Pero el profesor tuvo su propio recorrido. Etapas brillantes en el filial y en el primer equipo le sitúan como el técnico de la casa predilecto de gran parte del malaguismo. 

Otro viaje al pasado fue ver recientemente a Francis Bravo con el brazalete de capitán en una cita de los veteranos del Málaga. Otro de los estandartes históricos y otro hombre de la casa, que conoce el entorno y los pulsos de la ciudad, además de dar identidad. Su conocimiento de primera mano de los chicos más talentosos de filial y juvenil fue otro aporte adicional más. El argentino pensó en algún ex con pedigrí para otras funciones como un entrenador de porteros, pero de momento no hay novedades.