“Jozabed de 10 ha estado magnífico”, decía José Alberto López en la sala de prensa de La Rosaleda sobre la actuación de Jozabed Sánchez, que completó un partido soberbio. No sólo por la asistencia del gol de la victoria a Peybernes, sino porque tuvo mucha presencia e impacto en el juego, hilvanando jugadas de peligro.

El sevillano se sintió muy suelto en la posición de mediapunta, por detrás de Roberto, aunque en fase defensiva era a veces quien iniciaba la presión a la salida de balón fuenlabreña. Recuperó tres balones y ganó tres de los seis balones divididos a los que fue. De 41 pases completó 32 (78%), una cifra estimable porque entrañaban riesgo en una zona más adelantada que en la que había jugado en partidos anteriores. Completó nada menos que cuatro pases clave, situaciones en las que se genera un tiro a puerta de un compañero, entre ellas la asistencia a Peybernes para hacer el 1-0 definitivo. Bastante por encima de la media. Produjo desequilibrio, en suma.

En su segunda temporada, ya como jugador en propiedad hasta 2023, con opción de una campaña, tras rescindir su contrato con el Celta, Jozabed tiene terreno para coger galones. En Vigo fue un jugador básico no hace tanto tiempo en un equipo que jugó semifinales de Copa y Europa League con Berizzo. Varias lesiones le fueron relegando, pero la calidad persiste aunque no se haya visto con la continuidad deseada aquí. Tampoco en Málaga ha estado a salvo de lesiones. Acabó la anterior con una fractura en la mano izquierda que requirió quirófano y empezó esta con una rotura en los isquiotibiales que le impidió ir convocado en los tres primeros partidos oficiales.

Después ha ido entrando en los planes de José Alberto progresivamente hasta completar su mejor encuentro ante el Fuenlabrada, con el panorama libre tras el delantero y libertad para asociarse y ser dañino. Su polivalencia le permite ocupar distintas posiciones en el campo y ello le debe hacer esencial en los planes del entrenador asturiano. El pasado domingo ya sacó la varita.