Los mensajes son reiterativos en las previas de los partidos del Málaga. Tras el berrinche después de cada partido por el resultado adverso, pasan los días y se intenta olvidar la pena y coger algo de energía positiva, limpiar la mente y ser un poco optimista. En el último partido de la primera vuelta el proceso se repite. Se acaba la Liga en 2022, otro año para olvidar en clave malaguista. Es verdad que la tesorería ha mejorado, que las pérdidas son bajas y que se confeccionó en el verano un equipo que soñaba con el ascenso. El sopapo de realidad ha sido bastante fuerte, el Málaga está en la lona a finales de diciembre, compartiendo puntuación con el colista y a cinco puntos de la salvación. La situación ha devenido en que hay que salvar la temporada como sea, permanecer en Segunda porque el abismo de la Primera RFEF es un pozo de purín que hunde a cualquier club.

La tenue línea hacia arriba que se dibujó con Pepe Mel necesita de manera urgente de resultados, esté quien esté enfrente. En tres de las cuatro últimas jornadas de la primera vuelta el Málaga se ha enfrentado a los tres clubes que descendieron la temporada anterior, candidatos de partida. Se perdió por la mínima en el campo del Levante, con ocasiones al final para la igualada y se empató jugando de tú a tú con el Granada, acabando en el área rival. O sea, que se puede competir contra cualquiera en esta categoría, no se puede descartar de antemano nada y menos jugando en casa.

Hay noticias positivas y es que se van recuperando efectivos. No hay ninguno de la primera plantilla en la enfermería, aunque sí varios de los canteranos que durante la temporada han sido importantes para Pepe Mel, y que deberán serlo. Pero que suba la competencia y que haya más opciones para el entrenador siempre debe ser algo positivo, por más que haya varios agujeros en la plantilla que hay que remendar en el mercado invernal para intentar que la temporada no sea un desastre.

Enfrente está el Alavés, equipo diseñado para regresar por la vía rápida al fútbol profesional. Las tres derrotas en los últimos tres partidos han dejado al equipo babazorro en una situación de zozobra porque no había estado dos semanas sin sumar ni había salido de los dos primeros puestos de ascenso directo. Lo larga que es la Segunda lleva a baches que no son irrecuperables, pero sí alientan las dudas. Y en el caso del cuadro de la capital vasca, su partido en La Rosaleda es de máxima urgencia, como en el caso del Málaga aunque con objetivo distintos. Tiene en todas sus líneas jugadores de entidad en Primera División y también de los que en Segunda han marcado diferencias muchos años, como es el caso de Salva Sevilla, jugador fetiche para los que intentan ascender.

En una noche prenavideña, aunque parece que con el agua que en la última semana ha regado algo de lo que necesita esta tierra dando tregua, el Málaga se encomienda a La Rosaleda para intentar conseguir una victoria balsámica.