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Málaga CF - Real Madrid Castilla: Será porque me atasco (0-0)

Roberto, en el verde durante el Málaga CF - Real Madrid Castilla

Roberto, en el verde durante el Málaga CF - Real Madrid Castilla / Carlos Guerrero

Vísperas de mucho, días de nada. Porque el Málaga y el Real Madrid Castilla no faltaban a la cita con el gol y el sold out en taquillas aventuraba un partido pata negra. Y lo que se vio fue un partido de Segunda División. No por el punto de calidad extra que se presupone en ambas plantillas. Fue por lo feo, lo tosco, lo errático. Perro, como el césped. Desairado, como el arbitraje. Eso no quita que los blanquiazules, algo mermados por las lesiones, tengan la persiana bajada. "No sé qué pasa, será porque me atasco".

El punto un punto es, por más que fuera en casa y ante un impresionante público que elevó la categoría del encuentro. Aun así no era descabellado ceder ante el filial blanco. Viendo el desarrollo, pudo ser peor. El espíritu de equipo y la nobleza no dejan de mostrarse. No es el alma del equipo malacitano lo que ahora está en cuestión, sino sus piernas y su fútbol. Empieza a ser previsible salvo ciertas excentricidades de los jugones.

Pellicer no se complicó demasiado con la alineación. En realidad la gran incógnita era ver cómo encajaba las piezas en el centro del campo. Las últimas lesiones avanzaban un poco lo que se iba a ver en el resto de posiciones. Recuperó la pareja Roberto-Dioni y soltó a Kevin y Larrubia por las bandas. En el centro, Genaro para tareas defensivas y Manu Molina al timón.

El Málaga intentó apretar y dañar al Castilla como suele hacer, forzando el error rival, que además como filosofía de vida casi siempre opta por jugar en corto. Los de Raúl González fueron ganando terreno, con Manuel Ángel de referente, y visitaron más de la cuenta el área de Alfonso Herrero.

Lo pasó mal el Málaga y lo pasó mal La Rosaleda, que se estaba temiendo lo peor. Insistía sobre todo por la banda izquierda, donde se sumaban Vinicius y Nico Paz. La defensa evitó in extremis el tanto blanco. Primero en un disparo de Theo y luego en otro de Gonzalo que Roberto bloqueó.

La angustia se apoderó del Málaga, que además sufría un arbitraje caprichoso que poco a poco fue enfureciendo a La Rosaleda. Rozando la media hora empezó a ejercer de local el cuadro blanquiazul. Mejoraba sus sensaciones y aumentaba sus acercamientos. Cañizares abortó una nueva oportunidad de Roberto, que probó una especie de chilena que en el estadio casi se celebraba. El filial madridista se replegó hasta que finalizó la primera mitad y no volvió a ser una amenaza real para Herrero. Sí los de Pellicer, que tiraron de pizarra para un córner de Manu Molina a un Kevin que empaló y se le fue ligeramente desviado.

El comienzo de la segunda mitad tuvo luces y sombras, pero si alguien pudo marcar fue el Castilla. Alfonso Herrero estuvo soberbio en dos intervenciones consecutivas ante Theo –muy entonado– y un recién entrado Álvaro. Quiso intervenir Pellicer y retiró a Genaro por Dani Lorenzo.

Tenía el balón y cierto control de la escena, pero por más que lo intentaba, por más que lo movía, era incapaz de atemorizar a los merengues. Nadie encendía la bombilla y la siguiente ventana fue algo más elocuente. Entraron Juanpe y Loren Zúñiga por Manu Molina y Larrubia.

La película seguía siendo idéntica, con los de Raúl amarrando el punto y aguardando una contra para matar. Perdonó Álvaro Rodríguez, que disparó al aire en boca de gol tras una asistencia de Nico Paz.Quemó sus naves Pellicer con Juan Hernández, que regresaba por lesión y el debutante Bilal, que ocupó el lugar de un Gabilondo que pidió el cambio.

La Rosaleda rugía para intentar dar el último empujón a los suyos, que se estaban dejando la piel aunque no sobrase la claridad de ideas. Quedaban seis minutos más de añadido. Y la tuvo en las botas de Juanpe con un disparo que rechazó una vez más Lucas Cañizares. Pudo haber susto, pero Galilea –que estuvo francamente bien– lo frustró.

No hubo tiempo para mucho más. Algún balón más al área y Roberto tratando de robar la cartera al portero en el último segundo. Al Málaga el empate puede saberle a poco y a los más de 25.000 malaguistas presentes también. El ritmo de un campeón exige ganar en casa siempre y sin embargo puede irse a dormir sabiendo que el Castilla le perdonó la vida.

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