El ya lejano 8 de marzo de 2020, un Málaga-Zaragoza, fue el último día en que la afición había estado en La Rosaleda. La pandemia del Covid-19 ya estaba, pero aún no se habían tomado las medidas de control que se impusieron la semana posterior, cuando ya el día 14 se decretaba el estado de alarma. Muchos meses sin ningún espectador más allá de la prensa, personal de seguridad y la cuota mínima de los equipos.

Aún no se puede cantar victoria definitiva, pero ya está aquí el público. De manera limitada, un tope de 7.500 espectadores, pero que suena a música celestial después del silencio lúgubre del grueso de la temporada 2020/21 más los últimos meses de la anterior. 

Entre los asistentes, muchos niños y, en general, de todas las edades. Y muchas ganas, eso sí, de vivir el espectáculo del fútbol en directo en el coliseo de Martiricos.