Málaga C.F.

Villarreal B - Málaga CF: Discutiendo lo imposible (1-2)

Chavarría celebra su gol en Villarreal.

Chavarría celebra su gol en Villarreal. / La Otra Foto

El Málaga ganó por 1-2 en el campo del Villarreal ante el filial grogueta, que fue casi un pelele en la primera parte y el Muñeco Diabólico en la segunda. Primero con fútbol y luego con resistencia, se llevó tres puntos con los que se pretende seguir discutiendo lo que parece una tarea imposible. Ahora le queda un fin de semana de mirar otros campos y esperar a ver si la próxima cita será la última o se sigue aferrando desesperadamente a la vida.

El momento del gol vive libre, es un limbo que detiene el tiempo y las circunstancias. Mientras lo ves nacer hasta que toca red y estalla el júbilo genuino. Una pausa mágica en la vida, en el todo. Luego vuelves a la tierra y lo pones en situación. Lloraba algún aficionado en la grada, como a quien le dan esperanza de que pasen al enfermo a planta.

Te desgañitas igual suceda cuando suceda. Se descorcha y explota como el champán. Luego caen a plomo las burbujas y ajustas su valor a la realidad. En la del Málaga supone un rechazo a un destino escrito a punto de sellarse, con una rendija que conduce al callejón de los milagros.

Justo cuando asoma el décimo aniversario de Dortmund, verse en otro coliseo (más modesto pero coqueto al cabo) amarillo en estas circunstancias, ante el filial de un club al que se le quitó su figura, Santi Cazorla, a golpe de talonario. Qué descalabro con el abismo de Primera Federación asomando.

Otra vez aferrado al sistema de tres centrales y carrileros, pero con dos puntas claros como Rubén Castro y Chavarría y la oportuna inclusión de Villalba, que es el que mejor encaja en el triángulo con Ramón y Febas. Logró de manera convincente recuperar las sensaciones previas a la segunda parte de Andorra y asestó sendos hachazos a los cachorros amarillos.

Chavarría culminó una acción que, como reclamaba Pellicer, fue excelente. De un error a una recuperación y los toques justos e inteligentes de Febas, el argentino y Delmás. El 10 del Málaga estaba con la flechita hacia arriba. Padrino de algunos goles, le faltaba ser el asistente directo. Lo logró minutos después escabulléndose de dos choques directos y conduciendo hasta el área, donde el desmarque de Rubén Castro obligaba. El canario tiró cruzado y dejó plantado a Iker.

Disfrutó el conjunto blanquiazul dentro de su calvario. El rival no tomó precauciones, dudó y dejó vías abiertas donde casi se sentenció el encuentro. Tuvo dos Fran Villalba, al que primero frenó Iker y luego cruzó demasiado un disparo franco en el área. Se quedó corto el marcador por ocasiones y juego.

Tocaba gestionar una ventaja como pocas veces tuvo, sobre todo lejos de su estadio, donde sólo venció una vez, ante el Mirandés y con Guede como entrenador en la tercera jornada liguera. El Málaga había rellenado el globo pero muchas otras veces se había pinchado.

Álvarez cambió a tres hombres y el dibujo y se lanzó a por el Málaga, que cambió torre por torre por la amarilla de Escassi y metió a Ramalho. Empujó el filial a los blanquiazules, que no lograba contrarrestar el ímpetu del adversario y no atacaba con tanta fluidez y precisión.

Pellicer jugó una baza importante. Quitó a Chavarría, que había realizado un gran esfuerzo y una magnífica actuación, para dar entrada a Lago Junior, una amenaza para los espacios que debaja el contrario. Pero en la primera carrera se rompió. En lugar de cambiarlo se le metió para arañar algo de tiempo porque no podía seguir. Se tiró al césped en mitad de un ataque incipiente por la izquierda que acabó en gol inverosímil de Carreira. El detalle del chico es de clase pero ese palo tiene que ser del portero, era un ángulo imposible.

1-2 y dudas en el Málaga, nada fluido. Pellicer probó con el niño prodigio Álex Calvo, que en el segundo minuto casi logra asistir a Castro. La tónica, no obstante, fue la misma, la de un conjunto sometido, persiguiendo sombras.

El entrenador de Nules hizo una declaración de intenciones con Genaro y Luis Muñoz, que entraron por Ramón y Villalba. Era resistir a cualquier precio. Tragó mucha saliva el Málaga en los minutos finales, donde más que oficio el corazón y la necesidad eran el combustible.

La agonía del reloj era inmensa. Celebraban los malaguistas hasta conseguir un saque de puerta. Falta en el centro del campo en el 94’, tiempo extra más que pasado. Buscaron balón en largo pero Rubén Castro torpedeó el saque en un final de partido de perro viejo que valió en oro cada segundo que arañó. Final. 33 puntos. Próxima parada en casa ante el Cartagena.

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