Tardará el malaguismo en olvidar la funesta actuación de su equipo sobre el césped de Montilivi. El que no borrará nunca este día de su cabeza será Álex Mula, que pegó el salto al primer escalón profesional del balompié ante el Girona. Tras una pretemporada donde asomó la cabeza en los planteamientos de Míchel, encontró su hueco en la segunda jornada del curso.

Aterrizó Mula en Primera División con valentía y descaro, aunque con poca precisión. El cambio de sistema de Míchel con respecto al choque ante el Éibar le abrió una puerta en el extremo izquierdo. Desde que pitó el inicio Jaime Latre, el catalán lo tuvo claro. De los duelos individuales ante Maffeo salió ganador, pero le faltó acierto en sus centros. Daba oxígeno en el vendaval rojiblanco, pero no era suficiente.

La entrada de Ontiveros y Jony Rodríguez en la media parte, hizo que Mula pasase a jugar por detrás de Borja Bastón. El Málaga tuvo menos balón y el canterano lo notó. Las pocas veces que lo tuvo, puso la chispa, pero fueron las menos. Lo intentó entre líneas, pero no encontraba compañeros para asociarse. En su estreno se le vio resolutivo con balón, pero disperso sin él. Y también probó el sabor de la desesperación cortando una contra en el descuento que le valió su primera amarilla.

Será parte del aprendizaje, aunque el contexto no ayudó en Montilivi. Pese a ello, Álex Mula fue la única luz del Málaga en un sábado noche para olvidar. Buen punto de partida particular para seguir creciendo.