José Alberto López, Natxo González, Pablo Guede, Pepe Mel y, ahora, Sergio Pellicer, el entrenador que salió en el verano de 2021 y al que se recurre como solución de emergencia para evitar el desastre del descenso a Primera RFEF. Para este viaje no hacían tantas alforjas, pero es la realidad que retrata a un Málaga gestionado de manera muy deficiente. La intervención judicial limita, es cierto, pero no es patente de corso para justificarlo todo. Los que están dentro mandando lo han hecho mal. La labor de Manolo Gaspar y José María Muñoz queda cada día que pasa más tocada.

Se hablaba de ascenso este verano, lo hacían los jugadores sin cortapisas desde dentro del club porque venía bien para la campaña de abonos, pero se está en descenso. La gestión de la destitución de Mel es un ejemplo de lo que se cuece en el Málaga. Cuando este periódico publicó el lunes que el club estudiaba la destitución y que Pellicer era la opción más sólida para relevarle, la respuesta era que se había transmitido un mensaje de apoyo y unidad en torno al técnico, que eran "rumores". Menos de 48 horas después, ya se sabe lo que ocurrió. No se puede tener a un entrenador en la sartén cinco días y hacerle dirigir el martes un entrenamiento por la tarde para el miércoles echarle. Es poco serio.

Cinco entrenadores en 12 meses, de perfiles muy diferentes, con jugadores distintos tras los cambios del verano. Pero el resultado es el mismo. Desde que se destituyera a José Alberto López el pasado 24 de enero de 2022 tras el 0-5 del Ibiza, el Málaga ha jugado 42 partidos, una liga completa en esencia, con siete victorias, 14 empates y 21 derrotas. O sea 35 puntos, un sinónimo de descenso clamoroso. La secuencia es terrible y Sergio Pellicer es la última bala para evitar lo inevitable.

El valenciano es el último técnico que dirigió más de 25 partidos en el Málaga CF. Supo sacar al equipo de una situación delicada, después del escándalo con Víctor Sánchez del Amo, en unas circunstancias concretas, con todo el mundo, interno y externo, asumiendo la gravedad de la situación (un vestuario comprometido, entre otros factores, ahora los jugadores dan "me gusta" en las redes a la destitución de un técnico) por las limitaciones económicas y de las 18 fichas por la sanción de LaLiga, con la pandemia por medio, que tuvo año y medio sin público a los estadios, y con todos empujando. No es la situación de ahora, donde la división es enorme, también dentro de los distintos estamentos del club, aunque se quiera trasladar un mensaje de unidad.

Es una papeleta muy complicada para Pellicer, el último recurso al que se agarra el Málaga para evitar un desastre para que el se han comprado muchas papeletas. Tiempo hay, 18 jornadas y 54 puntos, pero las señales y la gestión no permiten ser optimistas.