Pellicer: una obra de 30 años rubricada en Tarragona

El técnico que devolvió al Málaga a Segunda tras llegar en 1996 como jugador y ocupar distintos cargos

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El periodista Félix Godoy entrega el galardón a Pellicer
El periodista Félix Godoy entrega el galardón a Pellicer / Javier Albiñana

En 2016, Málaga Hoy premiaba a la cantera del Málaga CF. Su equipo juvenil había conseguido ser campeón de España. La generación de Ontiveros, En-Nesyri, Luis Muñoz, Kuki Zalazar... No queda nadie de aquel grupo en el primer equipo, aunque algunos dejaron un buen carro de millones esenciales en el club para la pervivencia de la entidad. El capitán de la nave era un malagueño de Nules (Castellón), Sergio Pellicer. “Llegué el 1 de enero de 1996 a esta ciudad para fichar por el Málaga. Mi padre vino conmigo, estuvo una semana hasta que encontré piso y me dijo: ‘Parece que Málaga va a ser algo especial para ti’. Fue algo premonitorio”, relata emocionado el Malagueño de Hoy de 2024. En un deporte colectivo es complicado personalizar y los protagonistas suelen repartir méritos. Pero el reconocimiento a Pellicer entraña también el simbolismo de alguien que empezó desde abajo en la escalera, entrenando en cadetes, en juveniles, en el filial... Que tiene el mapa de todos los chavales que crecen en la cantera en la cabeza, que no duda en poner a dos imberbes de 17 años que son esenciales para el ascenso y que crea patrimonio para el club. Sólo Joaquín Peiró y Juan Ramón López Muñiz tienen ya más partidos oficiales en el Málaga que él. Le llegó la alternativa al primer equipo en un momento crítico, consiguió una salvación heroica sólo con 18 fichas profesionales, no se pudo negar a rubricar un descenso doloroso en el que dio algo de luz, pero la vida da revancha y el deporte también.

2023 lo cerraba Pellicer con un duro palo personal. En diciembre fallecía José, su padre, quien le había profetizado que esta ciudad sería especial en su vida. Meses después, en esas lágrimas que brotaban en el Costa Daurada de Tarragona tras el inverosímil gol de Antoñito Cordero que daba el ascenso, estaba también el recorrido de aquel lateral derecho prometedor de 22 años que creció en la cantera del Valencia y fue internacional con España en categorías inferiores y que llegó para jugar en Segunda B en aquellos primeros pasos del Málaga Club de Fútbol tras la desaparición del Club Deportivo. Tres décadas después ya es una persona histórica en el balompié malagueño. Sorteó con dignidad ese hiriente descenso que expulsó al Málaga del fútbol profesional y se le encomendó el regreso. Cumplió de manera inolvidable.

Un club y un equipo tienen muchos factores personales. Pellicer lo verbalizó en alguna rueda de prensa recordando a aquellos compañeros a los que el ERE tras el descenso a Primera RFEF se llevó por delante. El factor humano, algo que se realza en este bloque que ha permanecido en un 80% en Segunda División, con casi la mitad del plantel de canteranos. “Tiene un grado de importancia muy alto, nunca se puede decir un porcentaje, porque al final creo que lo más importante de un grupo es el creer, el saber cada uno respetarse, creer cada uno en una idea ante las adversidades, el saber superarse cuando hay jugadores o compañeros que no están pasando un buen momento, venir un compañero a ayudarle, es un factor primordial y este grupo lo tuvo el año pasado en momentos de gran dificultad. Para mí, como siempre digo, fue un aprendizaje, aprendí muchísimo de ellos”, reparte méritos el técnico castellonense.

"¿Cómo quieres ser recordado?"

“Jugar en el Málaga implica el doble de presión”, decía el año pasado de manera recurrente Pellicer para explicar situaciones el técnico malaguista, al que esa identificación con los colores y la ciudad le hace llevar una losa mayor de responsabilidad, aunque también un plus de alegría en un momento como el que se vivió el pasado mes de junio. “Mi mujer es de Málaga, mi hija es malagueña y siempre he estado vinculado a Málaga y ahora pues claro, es cierto que ya mi vida creo que la tengo hecha aquí y es un sueño, es un sueño. Es verdad que van pasando los años y nos hace reflexionar, de que va todo a una velocidad... Parece que fue ayer y han pasado muchísimas cosas, tanto como jugador y ya no te digo como entrenador, que he pasado por todas las facetas del club. He pasado por todas, he vivido cosas muy bonitas y he vivido un sueño, que fue lo del año pasado, y la verdad es que me hace pensar y seguir insistiendo, seguir trabajando con la misma pasión, para que cuando el día que no esté, por lo menos que se te pueda recordar. Yo siempre me pregunto ¿cómo quieres ser recordado? Pues que seas recordado como alguien honesto, honrado, que lo dio todo por el club”.

Ese ejercicio de fe que se vio en Tarragona, cuando el equipo perdía por 2-0 a falta de 10 minutos para acabar el partido y se necesitaban dos goles propició imágenes de locura no vistas en la ciudad. Recuerdo, indudablemente, una vez que ya estuvimos todos en el vestuario, me acuerdo de cuando me senté con varios jugadores, estaba con el puro, luego me rompieron la camisa... Yo creo que lo más emocionante fue el pitido final, fue el gol de Antoñito, pero sobre todo fue el pitido final porque fue un estallido de júbilo, de alegría por todo lo que habíamos sufrido y fue una liberación creo que para todos. Y ver Málaga al día siguiente cómo estaba en la calle... Eso ya era algo inexplicable, algo que no podíamos ni imaginar. Había que vivirlo porque esas cosas pasan poco. Y lo del recibimiento es algo que fue una auténtica barbaridad”, rememora.

“Nos ha guiado hasta donde estamos”

Alfonso Herrero fue una de las claves del ascenso. El meta toledano obró algunos milagros y hasta metió un gol en San Fernando. En un vídeo glosaba las virtudes de Pellicer. “Un grupo tiene que estar un poco liderado por una persona que nos hace, cuando perdemos y cuando no estamos en buen momento, hacer ver que se puede pasar a la otra situación, y cuando estamos en buen momento nos hace pisar el suelo, tener humildad”, decía el portero, convertido ahora en capitán y uno de los mejores porteros también de Segunda División: “Ahora mismo hay una relación, estamos en un momento en el que tanto el club, como técnico y plantilla y la afición saben cuál es su sitio”. Acerca de cómo se labró el ascenso, Alfonso dice que fue clave que Pellicer “le dio naturalidad, sin meter más presión más allá de lo que todos teníamos en nuestra cabeza”, señalaba antes de mandar un bonito mensaje: “Eres la persona que nos ha guiado para llegar hasta donde hemos llegado. Estamos todos en tu barco. Te mereces mucho este reconocimiento”.

Pero el fútbol es una trituradora, término que suele utilizar el técnico, y el presente desborda cualquier previsión. No sólo se ascendió, sino que parece que se ha creado algo que puede perdurar en el tiempo, un grupo con margen de crecimiento y con ambición, ilusión, que viene de abajo y que quiere más. Tiene trazas similares con aquel que encadenó ascensos hasta llegar a Primera a finales del siglo XX. “Sí, esa es la clave, la clave es que hemos mantenido el bloque, sabemos que somos de la categoría. La gente tiene que saber que tenemos un proyecto, mucha gente joven, de crecimiento y lo que quiero es que transmitamos eso, está claro que esto va de ganar partidos, pero quiero que sigamos con esa idea de transmitir a la gente de que este es un grupo que tiene una fase de crecimiento y de tener los pies en el suelo, desde la humildad y saber de que estamos dando pasos hacia adelante”, reflexiona el entrenador malaguista. Sin forzar los tiempos, la idea es que lo de Tarragona fuera el trampolín a algo mucho más grande.

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