Al ritmo del equipo
málaga cf | girona
Al igual que el Málaga, La Rosaleda vibró en primer tiempo y se adormeció en el segundo
Samu García y Keko fueron los más ovacionados desde la grada
Bastón, señalado
Como si de un casete se tratara, la cara A y la B, el Málaga dio dos imágenes muy diferentes en 90 minutos. Igual La Rosaleda. Quedó muy marcado lo que fue el encuentro tanto en el césped como en las gradas en los dos tiempos del encuentro. Cuando el Málaga fue bien, la afición respondió. En la segunda, con el dominio del Girona, el empuje del número 12 menguó, más por miedo que ganas. Tampoco ayudó el frío y la tímida lluvia que tapó La Rosaleda.
Durante esos primeros 45 minutos, La Rosaleda fue ese número 12 que necesita. El equipo correspondía con algo más de lo que se habituó la afición. La mejoría del Málaga, con una idea consistente que se plasma en el campo, ayudó a que el estadio diera calor. Hubo aplausos para prácticamente toda la plantilla. Necesitaban pocas acciones de cierta claridad o hilvanar un par de pases para que todos a coro dieran palmas.
El que recibió más cariño fue Keko, que estuvo muy incisivo durante el tiempo que estuvo en el campo. Con confianza, encarando y creando ocasiones, a La Rosaleda le gustó y respondió con aplausos. Es más que merecido a un jugador muy discutido desde que llegó, al que no le han terminado de salir las cosas aún pero que parece que ve la luz ahora.
La otra cara de la moneda fue Borja Bastón. La afición dictó sentencia con el ariete madrileño, al que pitó en varias ocasiones. Un mal control, un balón al que no llega, un duelo aéreo que pierde… y pitos. La Rosaleda tomó partido en el devenir del jugador cuando fue sustituido. Entraba En-Nesyri. Para entrar, dejen salir, y Borja se iba al banquillo bajo una lluvia de pitos y algún que otro improperio. El delantero está lejos de dar el nivel que mostró en Éibar.
La Rosaleda estaba como loca de que volviera a pisar el césped uno de sus hijos pródigos, el autor del "no me voy, me venden". Samu García sintió el calor de la afición desde que José González le puso a calentar en la segunda mitad. La afición coreó su nombre en un par de ocasiones. Cuando saltó al campo, el damnificado para su nuevo debut era Keko. Colapsaron dos tiempos de aplausos. Los del madrileño por su gran actuación y peligro, que el pueblo reconocía, y la del malagueño al que hicieron levitar en su regreso.
Todo se apagó en el segundo tiempo. El dominio del Girona devolvió el miedo a una afición que está más acostumbrada a las decepciones que a las alegrías últimamente. Tímidos arreones de empuje que no llegaron hasta que el equipo se reencontró tras la expulsión del Chory Castro. La afición está siendo una extensión de lo que el Málaga da en el verde. Ayer saboreó lo mejor y lo peor, se quedaron con el empate.
El capitán Recio habló tras el partido y lamentó la mochila que lleva el equipo. "La pena es la ansiedad que tenemos por conseguir puntos de tres en tres, porque esa primera vuelta tan mala nos va a lastrar lo que queda de temporada. Pero sí veo al equipo que he visto en estos dos partidos, un equipo que compite y con otra actitud, cuando entre la pelota van a llegar los resultados. Nos tenemos que quedar con lo positivo, el Girona no ha tirado a puerta, hemos mantenido de nuevo la portería a cero. Nuestra intención era ganar. El equipo ha hecho méritos para adelantarse en el marcador en la primera parte. Es una pena, sabíamos que en la segunda parte iban a corregir cosas e iba a ser más complicado", diseccionó Recio.
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