Sergio Pellicer, el único que pone el pecho contra las balas en el Málaga CF
Se está echando en falta escuchar la voz de Loren Juarros, Kike Pérez y hasta de José María Muñoz
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Hay una cuestión innegable en relación a todo lo que tiene que ver con el Málaga CF: Sergio Pellicer es el único que pone el pecho contra las balas. Es algo que viene pasando de manera recurrente en el club de Martiricos en los últimos tiempos, donde además de su ya de por sí caliente posición -el que se sienta en el banquillo está bajo la lupa semana tras semana- también acaba ejerciendo de portavoz único. O casi. No hay otra cabeza visible que se asome en estos días de dudas y desconcierto.
Lo más sano, incluso sin estar en etapas de crisis deportiva, es que con cierta regularidad haya apariciones públicas de las personas que toman decisiones en el club. La sensación de vacío alrededor de Pellicer deriva en un mensaje silencioso: Prefieren quemar al entrenador que someterse al escrutinio público. Una especie de táctica del avestruz que no beneficia al buen clima y que abona el terreno de las especulaciones.
Arropar de manera interna es una cosa y hacerlo con luz y taquígrafos es otra. Bien en ruedas de prensa, bien en entrevistas personales, Loren Juarros, Kike Pérez y hasta José María Muñoz tendrían que pronunciarse sobre la actualidad del Málaga, hacia dónde va la nave, en qué están ocupando su tiempo. Los malaguistas quieren y están en el derecho de saber.
Ya no sólo una cuestión de reforzar al técnico (ya se sabe que la ratificación pública es la antesala del despido), es que va en el cargo y en el -generoso- sueldo que perciben. Y sí, cualquier cosa que digan podrá ser usada en su contra, mal entendida o, directamente, no convencer a muchas personas, pero es un ejercicio de honestidad, lo mínimo que merecen los malaguistas.
Pero es que además muchas veces exponerse y hablar sin miedo de ciertas cuestiones tienen un valor añadido: Todo llega al vestuario. Gestos y palabras. Si los que mandan sujetan verbalmente al entrenador y refuerzan su fe en el proyecto, calará en los jugadores. No como ahora, que todo son conversaciones de pasillo y alguna que otra reunión privada.
Los pecados de Pellicer son los pecados de Pellicer. Se han señalado y está pagando por ellos. Que parte de La Rosaleda pida su marcha es una puñalaíta en su corazón que nunca cicatrizará del todo. Sin embargo, no es justo que facture por los errores de Loren y compañía. Y lo está haciendo. En el cargo de director deportivo también va el hecho de ser fiscalizado y es su tercera (quién sabe si última) temporada. Hay que rendir cuentas.
En el caso de José María Muñoz, si su exposición e implicación fuese aséptica, como quizás correspondería a un administrador judicial de una empresa que no es suya, no habría que pedirle aparecer. Pero él insiste en ser parte activa del Málaga, en ejercer de presidente. En estas semanas se puso en la foto con Fundación Unicaja, con los cargos de la RFEF y sigue presidiendo el palco. Pues si es así, que hable. Porque también hay cuestiones sobre su gestión -rumbo a los seis años- que necesitan de respuestas y transparencia. Nada teme quien nada oculta. Y ver su nombre en la investigación del caso del Grupo Vera es una mácula importante aunque no esté directamente ligada a sus funciones en el Málaga y las sociedades NAS.
Ser valiente, querer al Málaga, es también arriesgarse a la crítica, a meter la pata con lo que se dice, a decir lo que toca aunque no se diga todo lo que se piensa, a compartir la pesada carga de sostener un escudo histórico, a comerse marrones, a rendir cuentas ante la afición. A poner el pecho delante de las balas.
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