La sociedad Cazorla-Rondón, unida para emular en Oviedo sus hazañas de La Rosaleda
El último gol del venezolano en España fue a centro del que es y fue su compañero ante el Sporting de Gijón, el máximo rival de su club actual
La FIFA ya tenía dudas con La Rosaleda
Volver con alguien del pasado, nunca suele ser una buena opción, pero cuando los motivos de la separación es algo ajeno a la química y a la pareja, siempre queda eso dentro de nosotros que no cierra la puerta a regresar a su lado y así ha sido para Santi Cazorla y Salomon Rondón que más de una década después vuelven a compartir vestuario en el Real Oviedo.
Su último baile juntos fue en La Rosaleda ante el Real Sporting de Gijón, que es el máximo adversario de su equipo actual, y terminó de la forma ideal, como si de un cuento con final feliz se tratase. Ese partido definía la cuarta plaza de Primera División y se determinó con un saque de esquina asistido por el asturiano y rematado por el venezolano para vencer por 1-0 a un cuadro rojiblanco ya descendido y certificar la presencia del Málaga CF en la UEFA Champions League por primera y única vez en su historia. Es decir, fueron los encargados de hacer el tanto más importante de la historia, pero ya no solo del club de Martiricos, sino de este deporte en la provincia bajo cualquier denominación o escudo posible.
Ahora, la renovación de Santi Cazorla tras el ascenso para jugar en Primera División con el club de sus amores y la cesión de Salomon Rondón al Real Oviedo como parte de los movimientos entre clubes del grupo Pachuca hace que vuelvan a ser compañeros, pero con mucha más veteranía y tras haber realizado una carrera digna de dos futbolistas de culto.
Su misión actual está muy alejada de las exigentes y ambiciosas cotas de la segunda clasificación a una competición europea de la entidad de la Costa del Sol, sino que deben conseguir la permanencia para que el regreso del cuadro asturiano más de 20 años después a la élite del balompié nacional no se convierta en algo anecdótico y pueda ser el cambio de paradigma definitivo para un equipo que vio la desaparición cara a car y tuvo la fuerza suficiente para resurgir.
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