Revisión de un clásico
El Duquende en directo, en un escenario mítico, el Cirque d'Hiber de París, en el que se presentó también el ídolo flamenco del nuestro cantaor, Camarón, en 1987, cita que dio lugar también a un disco mítico. El Duquende demuestra en su primer disco en directo, octavo de su carrera, que su contundencia y veracidad flamenca no es cosa de técnicas de estudio, sino que, sin red, da fe de su mejor arte. Un cantaor con la voz redonda, cada vez más hecha, más definida en el melisma. Un recital tradicional que se abre por tarantos almerienses, tarantas de Linares y cartagenera. Por el mismo camino del clasicismo transita la soleá, aunque no me gusta el acento rítmico maquinal del cajón, que resta espontaneidad y libertad al cante. Los fandangos naturales son uno de los fuertes de nuestro cantaor, por el sentido directo de este palo y la visceralidad con que lo expresa. Los martinetes a palo seco cierran esta parte de cante grave de la obra.
Por su dominio del ritmo, los estilos llamados en otro tiempo festeros son uno de los fuertes de nuestro cantaor, como evidencian los tangos y las dos tandas por bulerías incluidos en este disco. Es aquí donde Duquende introduce algunos giros melódicos abiertamente contemporáneos, con tercios ligados y otras fórmulas clásicas como los tangos extremeños, además de directos homenajes a Camarón como la canción huapango de La cigarra que en este mismo escenario ejecutó años antes el isleño.
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