Alberto Rodríguez: "Algo no hacemos bien a la hora de vender el cine español, nos falta pedagogía"
El cineasta, que recibirá el Premio Retrospectiva del 26 Festival de Málaga, considera que su mejor película "está por venir" porque si no "aspiraría a poco"
Alberto Rodríguez, Premio Retrospectiva Málaga Hoy del 26 Festival de Málaga
Raphael, Biznaga Ciudad del Paraíso del 26 Festival de Cine de Málaga
En plena temporada de premios, después de los Feroz, a punto de llegar a los Carmen y de camino a los Goya, con 16 nominaciones por su reciente Modelo 77, el cineasta Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971) también sumará a su vitrina este año el Premio Retrospectiva del Festival de Málaga. El galardón del certamen, que entrega en colaboración con Málaga Hoy, reconoce la trayectoria de uno de los directores fundamentales en el cine español de los últimos años.
-¿Qué supone un premio Retrospectiva?
-Pues lo primero que digo es que estoy bien de salud y que pienso seguir haciendo películas. Más allá de la broma, es un honor que piensen que las películas que he hecho hasta este punto pueden formar parte de algo así, que tienen cuerpo como para que se pueda hacer una retrospectiva. La verdad es que iré encantado.
-Este tipo de reconocimientos, ¿le hacen echar la vista atrás y hacer balance?
-Pues no lo he pensado mucho todavía. Estoy metido en toda la vorágine de la temporada de premios, esta semana son los Premios Carmen, la semana que viene los Goya, y todavía no me ha dado tiempo de echar la vista atrás. Sigo pensando en el ahora y en proyectos futuros. Sobre todo porque las películas las he ido cerrando de manera un poco brusca. Cuando he acabado de montarlas, ese día que he terminado en la sala de mezclas, es el último en el que las he visto todas. Así que prácticamente las he olvidado. También va a ser interesante para mí ver lo que he estado haciendo durante estos años.
-¿No ha vuelto a ver ninguna de sus películas?
-No, ninguna. Alguna vez me he encontrado en la tele alguna de las películas que hemos hecho, he visto un trozo, incluso asombrado, pensando que estaba mejor de lo que yo creía. Pero la he quitado en cuanto salía algo que no me gustaba. Completa no he vuelto a ver ninguna, la verdad.
-¿Es muy autoexigente?
-Sí, me gusta ser exigente conmigo mismo. Pero, aparte de eso, hay una cuestión de agotamiento. Cuando termino una película he pasado por tantos procesos que la historia deja de interesarme. Más que la autoexigencia, es el aburrimiento de aquella pregunta, de aquella inquietud que fue el origen por el que nos pusimos en marcha.
-¿Sus procesos de creación son muy largos?
-Teniendo en cuenta de que también estoy en el proceso de escritura pues hay películas que se cierran en dos años o dos años y medio, y otras como La isla mínima que hemos tardado diez años en hacer o Modelo 77, casi 15. Son procesos tan largos que cuando acaban es como deshacerte de un compañero de viaje que se estaba haciendo pesado.
-¿Qué tiene su cine como elemento diferenciador, cuál sería su marca de agua?
-Pues no lo sé. Más allá de que las películas partan de una inquietud, diversa y particular en cada una de ellas, me esfuerzo porque el estilo y la forma de contarla emane de la propia historia, del guion. Son muy distintas una de otra. Me cuesta decir un elemento que las pueda cohesionar, más allá del intento de que haya una coherencia narrativa entre lo que se está contando y la forma de contarlo, siempre ha sido eso lo que he perseguido.
-¿Cómo elige las historias que va a contar en una película?
-Pues ha habido de todo, desde películas de encargo como El hombre de las mil caras hasta Grupo 7, que salió de un sumario que le dieron a Rafael Cobos, el guionista con el que trabajo. 7 vírgenes empezó en unas actividades que hacía mi hermana en la casa de acogida donde trabajaba, After, de lo peor de nuestros mejores amigos y La isla mínima surgió de una exposición de fotografías de Atín Aya. La inspiración ha sido bastante diversa. De ahí han surgido preguntas, por qué me ha inquietado esto, qué hay aquí que me ha atrapado… y esas preguntas se han quedado dentro de nosotros, convertidas casi en una obsesión y eso es lo que termina haciendo que la película cobre fuerza. Lo que tienen en común todas es tener un punto de partida fuerte, aunque muy diverso.
-¿La isla mínima supuso su consolidación como cineasta?
-Si miro hacia atrás quizás sí. Evidentemente es la que ha funcionado mejor en taquilla, la que más premios ha ganado en el conjunto de mi carrera, siendo justos debería decir que es la que más me ha dado, pero espero que la mejor película que haga esté por venir, porque si no aspiraría a poco.
-¿Tiene alguna historia en el cajón en primera fila?
-Ahora andamos dándole vueltas a una posibilidad, me gustaría volver a hacer una película en breve, que el proceso no vuelva a hacerse largo. Las series están muy bien pero, francamente, me interesan bastante más las películas.
-Con esta nueva forma de consumir los productos audiovisuales, ¿cree que se van difuminando las fronteras entre el cine y la televisión?
-No, yo creo que no. Para mí sigue estando clarísimo lo que es televisión y lo que es cine. Son dos sistemas de producción distintos, uno tiene que ver con algo más industrioso y otro con algo más artesanal, que se hace con las manos, casi. A la hora del riesgo y de la forma de abordar los proyectos está claro cuando estás haciendo una película y cuando haces una serie.
-¿Y su terreno de juego es el del cine?
-En el cine estoy mucho más cómodo, es el sitio en el que me siento bien, donde la medida del proyecto es la que controlo y donde estoy a gusto. Prefiero hacer cine.
-En cuanto a presupuesto... ¿Cómo va el reparto de la tarta?
-En este momento se está produciendo mucho y espero que la cosa siga así porque está siendo estupendo para la industria audiovisual. En el caso del cine creo que faltan películas de producción media, de las que no tienen grandísimos ni pequeños presupuestos. Ahí hay una especie de vacío que espero que se vaya recuperando poco a poco y tiene que ver con películas que no son tan fáciles de amortizar, que no son tan comerciales, ni lo que demanda una plataforma ni algo de bajísimo presupuesto, sino películas que probablemente deberían de contar con cierto apoyo institucional que ahora no tienen.
-¿Cuesta ahora más que nunca arrancar al público del sillón para que vaya al cine?
-Sí, estamos en un momento difícil. Pero a la gente no le ha costado nada levantarse de su sillón para ir a ver Avatar 2, que ha tenido una barbaridad de espectadores. Me parece que hay algo que no hacemos bien a la hora de vender el cine español, particularmente. Nos falta pedagogía, quizás, para que los espectadores entiendan que tenemos un cine que merece mucho la pena y que está hecho para ellos, evidentemente.
-¿Por qué ninguna de sus películas ha concursado en el Festival de Málaga?
-Estas decisiones tienen más que ver con la productora con la que trabajo que conmigo. Tú haces las películas, pero eres el arquitecto, no el propietario de la casa ni el que vive en ella. El dueño es el que decide lo que se hace con ella, yo no he tenido ni voz ni voto en este sentido. Hemos ido a Roma, a Tribeca, a Berlín y San Sebastián, no sé por qué no hemos ido a Málaga.
-¿Cómo valora la situación actual del cine andaluz?
-Ahora mismo hay un montón de gente en Andalucía haciendo cine y que es algo impensable hace 15 ó 20 años. Empieza a dar sus frutos el mucho trabajo de la gente que está vinculada al audiovisual y a las instituciones que apoyan para que esto sea posible. Está empezando a generarse cierta industria, un movimiento, un posible cine andaluz. Espero que no se retire ningún tipo de ayuda por parte de las instituciones porque sigue haciendo mucha falta para que se mantenga y se refuerce en el futuro. Los premios Carmen de este año son un buen ejemplo. Hay siete películas andaluzas con una calidad indiscutible, eso hace veinte años era impensable, salían una o dos como mucho, un buen año. Hemos ganado voz y representación cultural, poco a poco estamos ganando pequeñas cotas que suponen un espacio.
-¿En qué se encuentra trabajando ahora mismo?
-Estoy terminando un anuncio que tengo que entregar la semana que viene, la idea más loca que se te pueda ocurrir. Pero muy contento con todo lo que está pasando con los premios y lo que tengo que hacer es disfrutarlo.
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