El Alma Mater de la ley
El Colegio de Abogados y la Fundación de Málaga reeditan la 'Lex Flavia Malacitana', la antigua tabla romana con la primera legislación de la ciudad


"Dura lex, sed lex" exclamaron aquellos primeros malagueños del año 74 D.C cuando recibieron el primer proyecto legislador de Malaca, por aquel entonces. Lo que en castellano podría traducirse como "dura es la ley, pero es la ley", quedó plasmado en la llamada Lex Flavia Malacitana, un texto que recogía la leyes que regulaban la ciudad en un serial de tablas metálicas que hoy reedita el Colegio de Abogados y la Fundación de Málaga. En un cómodo formato libro, por fortuna.
Y serán muchos los malagueños que desconocen por completo la existencia de este facsímil romano, y no obstante, la mayoría de ellos pasan diariamente frente a una réplica del mismo en el Centro de Interpretación del Teatro Romano. Ese fue precisamente el lugar elegido ayer por Pedro Martín-Almendro, director de la Fundación de Málaga, y Francisco Javier Lara, decano del Colegio de Abogados, para presentar esta tercera reedición (la primera data de 1969) de la Lex Flavia Malacitana
Han pasado más de 1.900 años, pero no se confundan: el proyecto ley sigue estando particularmente vigente a día de hoy. De hecho la legislación actual de la ciudad mantiene sus raíces en las planchas metálicas, sobre todo en cuestiones de urbanismo, ordenación social y política. El texto regulaba medidas tan actuales como la celebración de comicios, asambleas popularese incluso los primeros esbozos de un sistema de hipotecas. "El facsímil es una obra de arte que consigue acercar a los malagueños la primera regulación municipal de nuestra ciudad", apuntó el decano durante la rueda de prensa, "donde podemos comprobar cómo Málaga no ha cambiado tanto en estos años". Y tan poco han cambiado que los presentes estatutos siguen siendo materia de estudio en facultades de derecho. La ordenanza romana, además de desplegar una jurisprudencia hasta entonces inexistente, recogía la transición de una Málaga federada a un municipio de pleno derecho en el Imperio Romano.
El descubrimiento de aquellas tablas metálicas supuso un hito en la historia de Málaga. La primera y única tabla de una serie de cinco, que pudieron recuperar in extremis (pues el resto terminaron en una fundición), fue preservada por Amalia Heredia y Jorge Lorín, en la zona del Ejido durante unas obras que se estaban realizando en 1851 (todo un clásico en la ciudad). El matrimonio consiguió preservar el bronce, que finalmente en 1897 sería vendido al Museo Arqueológico de Madrid (donde aún permanece) por 100.000 pesetas.
Y es probable que a muchos malagueños les resulte inconcebible que una parte tan vital del origen de la ciudad se encuentre, tal y como apuntó el decano Javier Lara, al final de un pasillo de la pinacoteca de arqueología, junto a otras tablillas que descontextualizan por completo el verdadero sentido del bronce malagueño. "Desde el Colegio de Abogados se está trabajando para traer la Lex Flavia, al menos temporalmente, a nuestra ciudad", manifestó Pedro Martín Almendro, " pues sería un hecho histórico de incalculable valor que esta ordenanza estuviera en la Colegio de Abogados de Málaga".
No obstante, el colegio ya solicitó hace seis meses el traslado del original de la Lex Flavia Malacitana con el fin realizar una exposición; más por el momento no han recibido una respuesta por parte de la pinacoteca madrileña. "Ver siete planchas en un museo no tiene ningún sentido, sin embargo, cada plancha en su lugar, aporta una mayor significación" añadió Martín-Almendro.
Un total de 1.500 volúmenes componen la reedición del acta romana, pues lejos de un fin comercial, han sido expedidos para acercar un testimonio que nos resulta muy nuestro, pese estar alejado en el tiempo. El bronce tiene adscrito un mensaje de justicia aún latente en la política actual de partidos, donde elementos como la corrupción política, las injusticia social o el fraude electoral eran severamente penados. Sin embargo, según el arqueólogo malagueño Juan Manuel Muñoz Gambero (presente durante el acto), esta condena respondía a un pretexto que a duras penas se cumplía en la antigua civilización. Y bien, ¿les suena la historia?.
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