Carla Montero visita la Viena 'fin de siècle' en su nueva novela, 'La piel dorada'
La escritora madrileña presentó ayer su último libro, publicado recientemente por Plaza y Janés, en la librería Luces
Si en su anterior novela, La tabla esmeralda, Carla Montero (Madrid, 1973) ejercía una aproximación a la Europa ocupada por los nazis a través de las obras de arte expoliadas por el ejército alemán en París, en La piel dorada, que publicó recientemente Plaza & Janés (y que la autora presentó ayer en la librería Luces), visita la Viena que abraza el siglo XX, la conocida como fin de siècle. Y también el eje en torno al que gira la historia tiene que ver con el arte, aunque en esta ocasión el quid gira en torno a las modelos que posaban para los más afamados pintores de la época.
Hay, por tanto, ciertas coincidencias entre La tabla esmeralda y La piel dorada, y no sólo por los títulos; pero Montero señala que, en todo caso, "son fortuitas: lo que aquí me interesaba era la suerte de estas mujeres, consideradas por muchos de los de su tiempo como prostitutas, aunque seguramente ellas tuvieran otra idea de sí mismas. Lo singular del caso es que todo cuanto sabemos de ellas se debe a terceras personas: ninguna dejó un solo testimonio. Así que, aunque tras La piel dorada hay una investigación pormenorizada, he tenido que crear un mundo para sobreponerme a ese silencio". El origen de todo se encuentra en un cuadro de Picasso, Laacróbata de la bola, una obra que se conserva en el Museo Pushkin de Moscú pero que Montero pudo ver en el Museo del Prado: "Aquella figura, tan poco definida, me resultó muy misteriosa. Y entendí que de esa emoción podía salir una novela".
Con estructura de thriller, aunque sin ser tal, La piel dorada visita una Viena, la de 1904, espléndida en lo cultural pero fragmentada en lo social y sobre la que ya se cernían sombras funestas.
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